sábado, 28 de septiembre de 2013

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: AGENTE SONRIENTE



En la ciudad española de Valencia ha nacido una empresa, llamada Felizo S.A., que en los próximos meses va a instalar en varios puntos estratégicos de la ciudad “cabinas dispensadoras de Sonrisas” en cuyo interior un señor o señora suficientemente capacitado al efecto ofrecerá al usuario un auténtico “baño de bienestar”. Escuchará sin reticencias sus quejas y lamentos, le prodigará halagos y requiebros sobre su inteligencia y buen aspecto, e hinchará su ego hasta hacerlo flotar por las nubes.

Según proclama su folleto publicitario, "Los confesores y los psiquiatras ya son cosas del pasado y están obsoletos". "Nuestros agentes sonrientes les proporcionarán grandes dosis de autoestima y bienestar mental sean cual sean sus creencias o circunstancias personales. Un antídoto perfecto contra la crispación y el mal rollo generalizado que ha traído la crisis."

No deja de ser original el servicio, y pone de manifiesto la necesidad creciente de desahogar y buscar solución a los problemas cotidianos, también crecientes, que cada día nos preocupan. Necesidad que hasta ahora estaba cubierta por confesores, psicólogos, psiquiatras; y, sobre todo, por los amigos(as) o vecinos(as). Los últimos siempre van a estar ahí; los anteriores, según esta empresa, están obsoletos y son cosas del pasado.

Una cosa sí es cierta, este nuevo servicio va como anillo al dedo a la tendencia moderna a conseguir las cosas como por arte de magia y sin esfuerzo alguno; bueno a penas cinco o diez euros (digamos dólares), pero ¿qué es eso a cambio de la felicidad? Nada.
Y probablemente con ese argumento se da la razón al tachar de obsoletos a confesores, psicólogos y psiquiatras, ya que, normalmente, éstos sí exigen un esfuerzo para mejorar.

No nos engañemos; el tal agente sonriente te dirá un montón de cosas bonitas sin saber absolutamente nada de ti, y te hará sentir bien los minutos que pases dentro de la cabina, pero una vez fuera, todos los problemas y circunstancias que nos hacen sentir mal siguen ahí; nada ha cambiado. Los cinco o diez dólares no han comprado la felicidad, sino unos minutos de falsa autoestima.

El bienestar espiritual no es un conjunto de breves, fugaces, independientes e inconexos momentos de sentirse bien por eventos externos que nos halaguen o entretengan o nos hagan olvidar la realidad, como pueda ser una fiesta, ver un partido o recibir una sesión mágica de uno de estos agentes sonrientes. El bienestar espiritual es una sensación que nos envuelve en forma permanente o muy duradera, y que está fundamentada en los aspectos y circunstancias fundamentales de nuestra vida.

Por supuesto que alguna circunstancia se puede romper por causas propias o ajenas, y ello va a afectar nuestro bienestar, pero dependerá de cómo manejemos la situación que esa herida quede permanente, e incluso ponga en riesgo otros aspectos, o cicatrice y se restablezca el bienestar. Pero el manejar la situación, normalmente requerirá de algún esfuerzo (disculpen, debo ser obsoleta por creer que hay que esforzarse para mejorar).

Y esa es la labor de los profesionales en salud mental. Ellos no te dicen cuatro cosas bonitas. Ellos trabajan con la relación entre la persona y sus circunstancias, porque para eso han estudiado muchos años; trabajan en la búsqueda de soluciones reales a los problemas, no en escondértelos por unos minutos; y si el problema es irreversible, trabajan en la asimilación del mismo por parte de la persona para que no la dañe.

Los confesores tienen una intención similar, pero normalmente, con menor preparación para ello, y con un sesgo hacia su fe religiosa. Los amigos y vecinos tratan de animarnos y de que nos sintamos bien con buena intención y a cambio de nada, pero carecen de preparación. Por último, estos agentes sonrientes, sin ninguna capacitación en salud mental, te dicen unas cuantas cosas tan bonitas como falsas, a cambio de dinero. Usted elige.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

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