Tomado de The Wall Street Journal
El
ministro de Finanzas de Japón Taro Aso y el gobernador del Banco de Japón
Masaaki Shirakawa durante la reunión del G20.
Los mercados emergentes esperan cierto protagonismo en
la cumbre del G-20
Por
PAUL HANNON y PAULO TREVISANI
Los líderes del Grupo de los 20 han
estado preocupados por Siria en los días previos a su cumbre del 5 al 6 de
septiembre, pero algunos conservan la esperanza de encontrar una forma de
aplacar las aguas repentinamente agitadas de los mercados emergentes.
En años recientes, la mayoría de las
amenazas económicas que el G-20 abordó provenían de los grandes flujos de
capital de los países desarrollados a los países en desarrollo, tras la crisis
financiera de 2008. Pero ahora ese flujo comienza a revertirse, lo que implica
nuevos retos para la recuperación global.
Este cambio de rumbo se ha
intensificado en semanas recientes a medida que los inversionistas anticipan el
final del período de estímulo monetario extraordinario de la Reserva Federal de
Estados Unidos. este año. Esto ha generado fuertes caídas en las monedas de los
países en desarrollo.
Los bancos centrales de tres miembros
del G-20 —Brasil, Indonesia y Turquía—elevaron las tasas de interés,
intervinieron en los mercados cambiarios o tomaron ambas medidas en las últimas
semanas, para intentar detener la depreciación de sus divisas.
En India, donde la rupia ha sufrido el
declive más pronunciado entre las grandes economías asiáticas, el banco central
también ha tomado la medida adicional de vender dólares a las refinadoras de
petróleo del Estado para alejar la demanda de dólares del mercado abierto.
La Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico advirtió el martes que la recuperación moderada del
crecimiento económico global se podría debilitar si se intensifica la salida de
capitales de las economías en desarrollo.
Algunos líderes siguen con la esperanza
de que el problema pueda abordarse, incluso si las reuniones del jueves y el viernes
en San Petersburgo están dominadas por la crisis sobre el presunto uso de armas
químicas en la guerra civil de Siria.
Por ejemplo, una persona al tanto del
pensamiento de la presidenta brasileña Dilma Rousseff indicó que la mandataria
espera que la cumbre genere acuerdo sobre formas de amortiguar el impacto del
anticipado cambio en la política de la Fed.
"El tono de su discurso [en la
cumbre] demostrará lo molesta que podría estar con las políticas de
EE.UU.", afirmó un funcionario del gobierno de Brasil.
Los funcionarios brasileños señalaron
que tienen el respaldo de otros países en desarrollo en sus intentos de abrir
diálogo sobre la reciente volatilidad en las divisas, aunque no saben con
seguridad qué miembros del G-20 ofrecerán su apoyo. En particular, quieren
mejorar la forma en que la Fed comunica sus intenciones, para poder reducir las
oscilaciones del mercado.
Estos países en desarrollo podrían
terminar frustrados, ya que el gobierno de EE.UU. está centrando sus esfuerzos
en obtener apoyo para su estrategia en Siria. Pero incluso sin Siria, era poco
probable que EE.UU. hiciera grandes concesiones, señalan economistas.
"Además de un compromiso vago de
tomar en cuenta los efectos de su política monetaria en otros países, la Fed en
la práctica probablemente no hará concesiones a los avances en otros
lugares", apuntaron desde Capital Economics, una firma de investigación
con sede en Londres.
Para intentar ejercer mayor control
sobre sus divisas, los gobiernos de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica han
estado trabajando en una propuesta conjunta para establecer un Arreglo de
Contingencia de Reserva de US$100.000 millones que será formado con reservas de
los bancos centrales.
Los líderes podrían lograr algunos
avances en San Petersburgo, ya que esto no requiere el aporte de EE.UU. u otros
países desarrollados, aunque el nuevo fondo probablemente no sea lanzado hasta
el próximo año.
En marzo, los ministros de Finanzas de
los cinco países BRICS firmaron un acuerdo para poner en marcha el proyecto, durante
su reunión anual en Sudáfrica. China aportará US$41.000 millones, seguida por
Brasil, Rusia e India con US$18.000 millones cada uno, y Sudáfrica con US$5.000
millones.
El foco puesto en Siria probablemente
también implique que los miembros de los países desarrollados del G-20 presten
menos atención a la disputa de larga data sobre si fijar fechas límites
obligatorias para estabilizar sus déficits presupuestarios y comenzar a reducir
sus deudas.
En meses recientes, las autoridades
alemanas han presionado a los países del G-20 para acordar objetivos concretos
para reducir la deuda después de que el acuerdo actual de reducción del déficit
venza en 2016. Pero estos intentos enfrentaron fuerte oposición de EE.UU.
cuando los ministros de Finanzas se reunieron en Moscú en julio. En esa
ocasión, funcionarios del Departamento del Tesoro de EE.UU. insistieron en que
la prioridad debía ser fortalecer el mercado laboral y el crecimiento en lugar
de reducir la deuda.
En lugar de un objetivo concreto, se
prevé que los países del G-20 establezcan "estrategias fiscales a mediano
plazo" para demostrar cómo lograrán un "crecimiento sostenible"
después de 2016, dijo a reporteros un funcionario alemán el lunes.
"Es mejor que no tener ninguna
estrategia, pero no son objetivos obligatorios", anotó el funcionario.
También se prevé que los líderes del
G-20 generen un plan para apuntalar el crecimiento y crear empleos.
Un funcionario estadounidense señaló
que una meta de suma importancia para EE.UU. en la cumbre es persuadir a otros
países sobre la necesidad de apuntalar la demanda a nivel mundial. La demanda
global está "mejorando", pero "sigue débil", indicó el
funcionario.
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