jueves, 5 de septiembre de 2013

Mercados emergentes atentas a cambios en política monetaria de los países del G20

Tomado de The Wall Street Journal  
El ministro de Finanzas de Japón Taro Aso y el gobernador del Banco de Japón Masaaki Shirakawa durante la reunión del G20.

Los mercados emergentes esperan cierto protagonismo en la cumbre del G-20

Por  PAUL HANNON  y PAULO TREVISANI
Los líderes del Grupo de los 20 han estado preocupados por Siria en los días previos a su cumbre del 5 al 6 de septiembre, pero algunos conservan la esperanza de encontrar una forma de aplacar las aguas repentinamente agitadas de los mercados emergentes.
En años recientes, la mayoría de las amenazas económicas que el G-20 abordó provenían de los grandes flujos de capital de los países desarrollados a los países en desarrollo, tras la crisis financiera de 2008. Pero ahora ese flujo comienza a revertirse, lo que implica nuevos retos para la recuperación global.
Este cambio de rumbo se ha intensificado en semanas recientes a medida que los inversionistas anticipan el final del período de estímulo monetario extraordinario de la Reserva Federal de Estados Unidos. este año. Esto ha generado fuertes caídas en las monedas de los países en desarrollo.
Los bancos centrales de tres miembros del G-20 —Brasil, Indonesia y Turquía—elevaron las tasas de interés, intervinieron en los mercados cambiarios o tomaron ambas medidas en las últimas semanas, para intentar detener la depreciación de sus divisas.
En India, donde la rupia ha sufrido el declive más pronunciado entre las grandes economías asiáticas, el banco central también ha tomado la medida adicional de vender dólares a las refinadoras de petróleo del Estado para alejar la demanda de dólares del mercado abierto.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico advirtió el martes que la recuperación moderada del crecimiento económico global se podría debilitar si se intensifica la salida de capitales de las economías en desarrollo.
Algunos líderes siguen con la esperanza de que el problema pueda abordarse, incluso si las reuniones del jueves y el viernes en San Petersburgo están dominadas por la crisis sobre el presunto uso de armas químicas en la guerra civil de Siria.
Por ejemplo, una persona al tanto del pensamiento de la presidenta brasileña Dilma Rousseff indicó que la mandataria espera que la cumbre genere acuerdo sobre formas de amortiguar el impacto del anticipado cambio en la política de la Fed.
"El tono de su discurso [en la cumbre] demostrará lo molesta que podría estar con las políticas de EE.UU.", afirmó un funcionario del gobierno de Brasil.
Los funcionarios brasileños señalaron que tienen el respaldo de otros países en desarrollo en sus intentos de abrir diálogo sobre la reciente volatilidad en las divisas, aunque no saben con seguridad qué miembros del G-20 ofrecerán su apoyo. En particular, quieren mejorar la forma en que la Fed comunica sus intenciones, para poder reducir las oscilaciones del mercado.
Estos países en desarrollo podrían terminar frustrados, ya que el gobierno de EE.UU. está centrando sus esfuerzos en obtener apoyo para su estrategia en Siria. Pero incluso sin Siria, era poco probable que EE.UU. hiciera grandes concesiones, señalan economistas.
"Además de un compromiso vago de tomar en cuenta los efectos de su política monetaria en otros países, la Fed en la práctica probablemente no hará concesiones a los avances en otros lugares", apuntaron desde Capital Economics, una firma de investigación con sede en Londres.
Para intentar ejercer mayor control sobre sus divisas, los gobiernos de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica han estado trabajando en una propuesta conjunta para establecer un Arreglo de Contingencia de Reserva de US$100.000 millones que será formado con reservas de los bancos centrales.
Los líderes podrían lograr algunos avances en San Petersburgo, ya que esto no requiere el aporte de EE.UU. u otros países desarrollados, aunque el nuevo fondo probablemente no sea lanzado hasta el próximo año.
En marzo, los ministros de Finanzas de los cinco países BRICS firmaron un acuerdo para poner en marcha el proyecto, durante su reunión anual en Sudáfrica. China aportará US$41.000 millones, seguida por Brasil, Rusia e India con US$18.000 millones cada uno, y Sudáfrica con US$5.000 millones.
El foco puesto en Siria probablemente también implique que los miembros de los países desarrollados del G-20 presten menos atención a la disputa de larga data sobre si fijar fechas límites obligatorias para estabilizar sus déficits presupuestarios y comenzar a reducir sus deudas.
En meses recientes, las autoridades alemanas han presionado a los países del G-20 para acordar objetivos concretos para reducir la deuda después de que el acuerdo actual de reducción del déficit venza en 2016. Pero estos intentos enfrentaron fuerte oposición de EE.UU. cuando los ministros de Finanzas se reunieron en Moscú en julio. En esa ocasión, funcionarios del Departamento del Tesoro de EE.UU. insistieron en que la prioridad debía ser fortalecer el mercado laboral y el crecimiento en lugar de reducir la deuda.
En lugar de un objetivo concreto, se prevé que los países del G-20 establezcan "estrategias fiscales a mediano plazo" para demostrar cómo lograrán un "crecimiento sostenible" después de 2016, dijo a reporteros un funcionario alemán el lunes.
"Es mejor que no tener ninguna estrategia, pero no son objetivos obligatorios", anotó el funcionario.
También se prevé que los líderes del G-20 generen un plan para apuntalar el crecimiento y crear empleos.
Un funcionario estadounidense señaló que una meta de suma importancia para EE.UU. en la cumbre es persuadir a otros países sobre la necesidad de apuntalar la demanda a nivel mundial. La demanda global está "mejorando", pero "sigue débil", indicó el funcionario.  

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