domingo, 29 de septiembre de 2013

A pesar de alto riesgo salvadoreños, guatemaltecos y hondureños siguen emigrando hacia EEUU

Tomado de The Wall Street Journal  
 Más centroamericanos ingresan a EE.UU.

 

"Estos son inmigrantes de países que son sustancialmente más pobres que huyen de un entorno de inseguridad ciudadana del tipo que solo se ve en las zonas de guerra" afirma Gordon Hanson, Universidad de California, en San Diego.

 

La llegada de más indocumentados de la región contrasta con el descenso de los mexicanos, según un estudio


Por Miriam Jordan

El pronunciado descenso de la población de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos que ocurrió durante la recesión ha tocado fondo, según un nuevo estudio. Pero la migración procedente de México, que fue la principal fuente de obreros durante el auge económico de EE.UU., no se ha reactivado.
El informe del Centro Hispano Pew, un organismo sin afiliación política, indica que se ha cerrado el telón de la mayor ola inmigratoria a EE.UU. en tiempos modernos, que consistió en cuatro décadas de llegadas masivas de mexicanos. "Las cifras mexicanas no dan señales de aumento", apuntó el demógrafo Jeffrey Passel, principal investigador del informe.
La población de indocumentados en EE.UU. subió de 11,4 millones en 2010 a 11,7 millones en 2012, un alza que según Passel no es estadísticamente significativa. La población de indocumentados alcanzó un máximo de 12,2 millones en 2007, poco antes de que se desatara la crisis financiera. El año pasado, los inmigrantes indocumentados representaron 28% de los 41,7 millones de residentes extranjeros en EE.UU.
Al mismo tiempo, la llegada de indocumentados no mexicanos ha aumentado, según Passel. Centroamérica, en particular, está proporcionando inmigrantes a EE.UU. Países como Honduras, Guatemala y El Salvador tienen economías más pequeñas y débiles que México, y no han experimentado la misma caída en la tasa de natalidad. Además, han estado batallando con el alza de crímenes violentos, lo que crea mayor presión para salir. "Estos son inmigrantes de países que son sustancialmente más pobres que huyen de un entorno de inseguridad ciudadana del tipo que solo se ve en las zonas de guerra", apuntó Gordon Hanson, economista especializado en inmigración de la Universidad de California, en San Diego.
Los cambios en la cantidad de indocumentados se determinan principalmente con la diferencia entre las llegadas y salidas de inmigrantes de EE.UU. Entre 2000 y 2005, los inmigrantes indocumentados ingresaron al país norteamericano a una tasa de 850.000 al año, superando con holgura las salidas. Durante los siguientes cinco años, las entradas disminuyeron a un promedio anual de menos de 400.000. A partir de 2010, las llegadas han descendido a unos 200.000 al año.
La expansión económica estadounidense impulsó una gran ola migratoria en los años 90 y principios de la década de 2000 y los mexicanos estuvieron entre los inmigrantes más prolíficos, al encontrar empleos en construcción, servicios, agricultura y otros sectores. Una fuerte recuperación económica podría reavivar la inmigración de mexicanos, pero muchos académicos creen que es improbable que la ola vuelva a ser tan grande en el futuro.
La cantidad de indocumentados mexicanos se disparó hasta 2007, cuando alcanzó casi siete millones. Para 2010, las llegadas se desplomaron a unos 150.000 al año, comparado con 500.000 en la primera mitad de la década, y desde entonces han caído a unos 100.000.
Los datos de otras fuentes confirman un nuevo patrón en la migración mexicana. Una nueva encuesta del gobierno mexicano halló que la emigración a EE.UU. cayó en dos tercios entre 2006 y 2012. Los mexicanos no están viniendo, dijo Medardo, un empleado de un restaurante de Los Ángeles, quien no reveló su apellido. Hay demasiada vigilancia en la frontera y es muy riesgoso, por tanto no vale la pena, agregó.
La verdadera prueba para los flujos mexicanos se producirá cuando el mercado laboral de EE.UU. se fortalezca sustancialmente y la seguridad fronteriza sea más estricta, un elemento que está previsto en cualquier tipo de reforma migratoria que el Congreso estadounidense apruebe, señalan los expertos. 

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