lunes, 3 de enero de 2011

Rousseff inicia gobierno bajo el sello de Lula

Tomado de El Tiempo

El sábado pasado, la ex guerrillera y economista Dilma Rousseff se convirtió en la primera mujer en gobernar Brasil, el país más poderoso de América Latina.

La nueva presidenta recibe de Luiz Inácio Lula da Silva, su mentor, una sociedad brasileña en un envidiable momento. En sus ocho años de mandato, Lula llevó al coloso suramericano a convertirse en la novena economía del mundo, sacó a más de 20 millones de habitantes de la condición de pobreza, bajó el desempleo a niveles históricos y se consolidó como un protagonista dentro de la comunidad internacional.

El mayor desafío político de Rousseff será encontrar la combinación perfecta para balancear la continuidad de los logros de Lula, razón por la que ganó las elecciones, y la necesidad de imprimir su sello personal.

En la selección de su gabinete y en su discurso de posesión, la mandataria ya empezó a construir los vasos comunicantes con el gobierno anterior: 16 de sus ministros trabajaron con Da Silva, su equipo económico refleja el seguimiento de las exitosas políticas lulistas y disipó las dudas iniciales de sectores del empresariado sobre un eventual viraje drástico hacia la izquierda en materia económica.

La toma de posesión de Rousseff ratificó los dos frentes claves para la administración que comienza: la economía y la política exterior. La presidenta, famosa por su recio carácter y competencia administrativa, identificó la lucha contra la pobreza extrema, que aún golpea a 22 millones de brasileños, como su principal prioridad social. Una de las muestras tangibles del reciente progreso ha sido precisamente el crecimiento de una clase media que Dilma busca consolidar y que será vital para el acelerado tránsito hacia la condición de potencia mundial.



Por esta razón, tanto el peligro de una disparada de la inflación como el mejoramiento de la educación para los sectores pobres y medios son puntos primordiales en la agenda de Dilma Rousseff.

En materia internacional, la mandataria propone a Brasil como uno de los polos económicos y políticos dentro de un "mundo multipolar" y fortalecerá las relaciones con la región y con economías emergentes de África y Asia.

Su énfasis en escenarios como Unasur abre las puertas para que países como Colombia estrechen lazos comerciales e intercambios tecnológicos. Los múltiples encuentros bilaterales y los temas globales que se discutieron en Brasilia durante este fin de semana, desde desarrollo nuclear hasta la postura de Washington hacia Venezuela, confirman el creciente protagonismo internacional de Brasil tanto en las esferas políticas como en los escenarios económicos.

En vista de lo anterior, el tratamiento diplomático preferencial del que gozó el presidente Juan Manuel Santos en la toma de posesión constituye un excelente augurio para las relaciones binacionales con la potencia regional.

Además de aprender a gobernar con un carismático ex mandatario como Lula, con un 87 por ciento de aprobación, la presidenta Rousseff encarará pronósticos de un menor crecimiento de la economía durante su primer año, así como el fantasma de la inflación, un preocupante déficit fiscal, los efectos indeseados de la bonanza petrolera y una resurrección de la oposición. Al mismo tiempo, su reputación de eficiente administradora enfrentará las necesidades de mejorar las infraestructuras físicas y humanas de Brasil, incluidas la Copa Mundo de Fútbol del 2014 y las Olimpiadas del 2016.

Por último, del manejo de la política exterior del nuevo gobierno dependerá la consolidación de la influencia global de Brasil, una de las herencias más estratégicas de Lula.

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