viernes, 18 de febrero de 2011

Denuncian decenas de muertos por rebelión en Libia

Tomado de RFI

Simpatizantes del dictador Kadafi salieron a las calles a manifestar su apoyo a la dictadura

La protesta coordinada por Internet pretende que los libios no abandonen las calles hasta que consigan acabar con la dictadura de Kadafi. El miércoles cientos de personas se manifestaron contra la detención de un activista.

Cuando se acaba de cumplir un mes de la huida del presidente Ben Alí, los vientos de la revolución tunecina, que después se propagó a Egipto, tratan de levantarse en Libia.

Los opositores al coronel Muamar Kadafi han salido a protestar contra el régimen este jueves en Libia. Un nuevo Día de la ira en un país árabe que se ha saldado con seis muertos según la oposición, y 24 según la ONG Human Righ Watch, debido a los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Los opositores buscan generar una gran movilización que acabe con una dictadura que dura cuatro décadas.

Los activistas se han movilizado a través de las redes sociales para conseguir una afluencia masiva. Los cibernautas han instado a la población a apoderarse de un lugar emblemático de Trípoli y permanecer allí hasta la caída del régimen: buscan su plaza Tahrir, el lugar de El Cairo donde los egipcios acabaron con la dictadura de Hosni Mubarak.

Por el momento, uno de los grupos de Facebook que ha realizado la convocatoria ha anunciado que su número de miembros en más del doble, desde los 4.400 a los 9.600 seguidores. ¿Se ha encendido la chispa de la movilización? Está por ver.

Por el momento, los primeros disturbios estallaron durante la noche del martes al miércoles tras la detención de un militante de los derechos humanos en Benghazi, la segunda ciudad del país. Ese activista es Fethi Tarbel, un abogado defensor de presos de conciencia al que el régimen le acusa de "haber propagado el rumor de que la cárcel [de Abu Salim, donde se concentran los prisioneros políticos] ardía", según el periódico Quryna.

Unas horas después de su detención, cientos de familiares de esos reos encarcelados salieron a la calle. Reclamaban su liberación ante la sede de una comisaría de Benghazi, que tiene más de un millón un millón de habitantes, la sexta parte de la población libia.Los manifestantes, según varios testigos, gritaron eslóganes contra el régimen: “Benghazi despiértate, es el día que esperabas”, “la sangre de los mártires no se vertió en vano”, “el pueblo quiere hacer caer la corrupción”. La revuelta acabó en sangre.

Al menos cuatro personas perdieron la vida en la ciudad de Al Baida, según informaron a la agencia France Press sitios web de la oposición y Organizaciones No Gubernamentales (ONG) libias asentadas en el extranjero."Las fuerzas de la Seguridad Interior y las milicias de los comités revolucionarios dispersaron a balazos una manifestación pacífica de jóvenes en la ciudad de Al Baida", dijo Libya Watch, que tiene sede en Londres. Y la organización Human Right Solidarity, con sede en Ginebra, aseguró que tenía informaciones de que francotiradores situados en los tejados habían matado a 13 manifestantes y herido a decenas.

Las manifestaciones son algo casi inédito en el país africano que dirige con mano de hierro Kadafi desde 1969, cuando accedió al poder a través de un golpe militar. Por eso, todos los analistas son prudentes a la hora de hablar del éxito de la movilización.

Libia es el país más rico de África del Norte, gracias a sus exportaciones de hidrocarburos, mayores incluso que las de su vecina Argelia. Libia vive casi exclusivamente de esa producción de 1,8 millones de barriles de petróleo al día.

Kadafi, el extravagante

Kadafi es un dirigente lleno de peculiaridades, ninguna de ellas democráticas. Se ha vanagloriado en reiteradas ocasiones de que Libia no necesita importar el modelo democrático occidental porque el país ya dispone de su propio sistema: la “Tercera Teoría Universal”, que “permite” a los ciudadanos gobernarse por sí mismos mediante los comités revolucionarios.

Las extravagancias de Kadafi no acaban ahí. Su oficina y el lugar donde recibe a sus huéspedes es una tienda de tela, beduina, y se hace acompañar adónde quiera que vaya de una escolta de 12 mujeres.

Su evolución política es igual de peculiar: comenzó apoyando el panarabismo con toques socialistas en los setenta para después acabar estrechando lazos con Estados Unidos una década después. Paso previo, a su vez del flirteo con el terrorismo, a través de sus servicios secretos.

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