domingo, 6 de febrero de 2011

Población y ejército se unen en Egipto para defender el patrimonio artístico

Agencias Noticiosas

Por Julio Feo

Aprovechando la confusión general creada por las manifestaciones contra el gobierno del Presidente Hosni Mubarak, bandas de delincuentes han intentado robar obras del patrimonio artístico egipcio, pero la población ha intervenido para impedir el saqueo. Los mismos manifestantes que protestan en la calle contra el poder se han organizado para proteger templos y museos.

El pasado fin de semana los Museos de El Cairo y de Kantara fueron el blanco de sendas tentativas de saqueo. En el Museo de El Cairo los ladrones se introdujeron en el recinto al producirse un incendio en un edificio contiguo.

Dos momias de la época faraónica fueron robadas y deterioradas, pero la población logró detener a los ladrones y las reliquias fueron restituidas al Museo. Nueve ladrones fueron detenidos por el ejército con la ayuda de la población, cuando intentaban introducirse en las salas en donde se encuentran los tesoros de Tutankamón.

El Partido de los Hermanos Musulmanes, principal fuerza de oposición en Egipto, ha organizado Comités de vigilancia en todos los barrios para proteger las casas y los comercios, pero también en torno a los Museos y lugares históricos para impedir el saqueo.

En Gourna, cerca de Luxor, en el Alto Egipto, los habitantes del lugar se han organizado para montar la vigilancia durante toda la noche. Armados con palos los comités de barrio controlan idas y venidas, para impedir toda tentativa de pillaje en los templos del valle de los reyes y del valle de las reinas, lugar turístico por excelencia y momentáneamente desierto.

En Ismailia, en el noreste de Egipto el Museo de Kantara fue el blanco también de una tentativa de saqueo, aprovechando, la confusión durante las manifestaciones callejeras. Varios objetos arqueológicos de la época romana y bizantina fueron robados. Según los responsables del Museo, los ladrones buscaban sobretodo las colecciones de oro que han sido recientemente restituidas a Egipto por Israel.

Ante el recrudecimiento de pillajes y tentativas de robos en Egipto durante las manifestaciones antigubernamentales en las principales ciudades del país, el servicio de comunicación del Museo del Louvre en París ha hecho saber que “se ha interrumpido hasta nueva orden todo envío, o repatriación de obras de arte entre Paris y el Cairo”.

El Instituto francés de arqueología de El Cairo y el Centro de Estudios de Alejandría se han movilizado para colaborar con las autoridades, en la protección del patrimonio artístico egipcio.

Agencias Noticiosas

El Cambio es indetenible

La dimisión de la cúpula del hegemónico Partido Nacional Democrático (PND), con Gamal Mubarak al frente, confirma que el cambio es imparable. Más allá de los tanques que dominan la ciudad, de los manifestantes que mantienen el bastión de la plaza de la Liberación (destinados a un lugar de privilegio en la épica árabe y en la historia mundial del progreso), de una inevitable tensión colectiva, El Cairo muestra deseos de trabajar y volver a sus embotellamientos y a su caos cotidiano. En cierta forma, eso favorece al régimen. Es decir, al Ejército, que gana tiempo mientras organiza algún tipo de salida para Mubarak.

La salida de Gamal Mubarak es trascendental al no poder tomar el testigo de su padre en la presidencia, ya que la Constitución exige que los candidatos tengan un puesto en el partido. Además, este movimiento político se produce en un contexto de acercamiento a la oposición, entre cuyas exigencias está la petición expresa de que el equipo de fieles de Mubarak desaparezca del mapa político.

Fin de ciclo

El cambio se perfila difícil, tal vez tumultuoso. El Ejército procura estrechar el teórico "cerco de protección" en torno a la plaza de la Liberación para limitar al máximo los vínculos entre el corazón de la protesta y el resto del país. El jefe del Estado Mayor, como en la víspera el ministro de Defensa, acudió al lugar para pedir a los manifestantes que se retiraran y delegaran su fuerza en representantes políticos; como era de esperar, la multitud no le creyó y se quedó.

Se registran ocasionales detenciones arbitrarias y actos de hostigamiento. Pequeños grupos de fieles a Mubarak pululan aún con banderas y protegen su propia barricada, al norte de la plaza. El cambio es, sin embargo, inevitable.

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