Por Ron Winslow
Ya sea que recién esté empezando con una dieta de año nuevo o luchando por mantener un peso saludable, un provocativo estudio nuevo ofrece algunos consejos oportunos. No importa tanto qué come, sugiere el estudio, sino cuánto come, a la hora de acumular grasa corporal.
Los descubrimientos son los más recientes en una serie de estudios que desafían a quienes sostienen que el secreto para perder peso de forma saludable radica en ajustar la cantidad de componentes nutricionales de una dieta: proteínas, grasas y carbohidratos.
La industria de las dietas ha ofrecido decenas de estrategias que recomiendan aumentar o disminuir los carbohidratos, las proteínas o las grasas.
En el estudio, que fue publicado en la más reciente edición de la Revista de la Asociación Médica Estadounidense, 25 hombres y mujeres jóvenes y saludables fueron alimentados deliberadamente con 1.000 calorías de más al día durante 56 días, pero con dietas que variaban en las cantidades de proteínas y grasas.
Mientras los que hicieron una dieta baja en proteínas —alrededor de 5% de las calorías totales— engordaron menos que los que hicieron una dieta con una cantidad normal o alta de proteínas, la grasa corporal entre los participantes en todos los grupos aumentó más o menos en la misma cantidad. El consumo típico de proteínas es de alrededor de 15% de las calorías, mientras el gobierno de EE.UU. recomienda que ascienda a entre 17% y 21% del total de calorías diarias.
"El cuerpo fue enfrentado a un exceso de calorías, pero no le importó de dónde venían", afirmó George Bray, un investigador del Centro de Investigación Pennington Biomedical, en Baton Rouge, estado de Louisiana, y autor principal del informe. "Lo único que puede hacer es convertirlas en grasa".
Los descubrimientos sugieren que importa poco si una dieta es alta o baja en grasas, carbohidratos o proteínas. Son las calorías las que generan grasa corporal.
"Es un mensaje muy importante", afirmó Francisco López-Jiménez, un investigador de obesidad en la Clínica Mayo, en Rochester, estado de Minnesota, quien no estuvo involucrado en el estudio. "El aumento de peso depende principalmente de calorías en exceso, sin importar la composición de la comida".
Se considera que más de 60% de los adultos en EE.UU. tiene sobrepeso y más de 30% es obeso, lo cual se define como tener un índice de masa corporal, o IMC, de 30 o más.
Había un efecto potencialmente perjudicial de la dieta baja en proteínas: los participantes presentaron una reducción en los niveles de masa corporal. Quienes hicieron una dieta con 15% o 25% de proteínas experimentaron un aumento en la masa corporal magra, un motivo por el que aumentaron más de peso que quienes comían menos proteínas.
"No hay beneficio para la salud al reducir la masa corporal magra", afirmó el doctor Bray. "No es bueno que suceda".
IMC, un cálculo basado en altura y peso, se usa ampliamente para describir el estatus de peso de una población. Pero es cada vez más controversial cuando se usa para evaluar la salud de pacientes individuales.
Edward Livingston, un cirujano gastrointestinal e investigador en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas, afirmó que el hecho de que pacientes que participaron del estudio engordaran menos al hacer una dieta baja en proteínas pero de todos modos acumularan grasa corporal sustancial sugiere que depender de la medición del IMC podría dar la impresión equivocada a pacientes y médicos con respecto al riesgo de obesidad.
"Si su dieta es pobre, lo podría perjudicar", afirmó el doctor Livingston, quien no estuvo involucrado en el estudio más reciente.
"No se puede observar sólo el IMC. Esa es una función del peso de su cuerpo. Se debe observar la grasa", afirmó, y no sólo la grasa corporal.
Los pacientes en el estudio Pennington tenían entre 18 y 35 años y tenían IMC entre 19 y 30. (Entre 25 y 30 se considera con sobrepeso).
Vivieron en la unidad metabólica del centro durante entre 10 y 12 semanas y fueron alimentados con 1.000 calorías extra al día durante las últimas ocho semanas de su estadía.
Bray afirmó que más de 50.000 calorías extra eran equivalente a más o menos las calorías en exceso que consume un estadounidense a lo largo de una década.
Los carbohidratos me mantuvieron constantes a alrededor de 41% a 42% de calorías mientras los niveles de grasa variaron con el régimen de proteínas.
La rutina de los participantes no incluía ejercicio regular. La actividad física fue controlada y los participantes fueron monitoreados para asegurar que comieran toda la comida que les daban.
Tras ocho semanas, todos los participantes en el estudio subieron de peso. Los 16 hombres y nueve mujeres subieron cantidades similares. El grupo de dieta baja en proteínas aumentó un poco más tres kilos, alrededor de la mitad de los seis kilos que engordaron los participantes con dietas con niveles normales en proteínas y los 6,5 kilos que subieron los del grupo de dieta alta en proteínas.
Los investigadores afirmaron que estudios previos los hicieron prever que una dieta alta en proteínas llevaría a un menor aumento de peso. Sin embargo, a pesar de las diferencias en la ingesta de proteínas y grasas, el nivel de grasa corporal aumentó esencialmente lo mismo en todos los participantes.
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