domingo, 15 de enero de 2012

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: DISCIPLINA Y AUTORIDAD

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


No es la primera vez que me refiero a los criterios educativos, ni será la última, porque son fundamentales en la formación de los hijos, y de ellos depende en gran medida el éxito en dicha tarea; y porque es demasiado común que no se interpreten ni se apliquen adecuadamente. Quiero insistir en que los padres no deben entender disciplina como castigo, y amor como consentimiento carente de firmeza en la disciplina, como entendiendo que amor y disciplina son casi incompatibles, porque es al contrario.

La educación es algo que se hace solo por amor. Se puede tratar de educar, pero si no se ama, no hay compromiso y se tira la toalla al primer contratiempo. Uno no educa a cualquiera; educa a quien ama, y al educar se ama más; y la disciplina es básica para que la educación sea efectiva, aun cuando ello signifique, sólo ocasionalmente, tener que llegar al castigo. Esa es la relación fundamental entre amor y educación. Pero no basta con amar para saber educar, además, se necesita de algún conocimiento, de criterios, de principios, de método, de estrategias, como la disciplina, la autoridad, la firmeza, la flexibilidad, la tolerancia, etc. Muchos de ellos son intuitivos en alguna medida; en unas personas más que en otras. Hay muchos niños que terminan sufriendo (y los padres también) no por falta de amor y afecto, sino por falta de una disciplina o de una autoridad, que ha hecho poco eficaz la educación.

Disciplina es esa sensación de convencimiento, o esa confianza por parte de los hijos de que los criterios educativos que aplican los padres son adecuados para su propio bien, y por eso se respetan y se acatan. Lo que pasa muchas veces es que esa confianza está un poco escondida en el fondo, porque esos criterios piensan en el bien del hijo a mediano y largo plazo, e integrado en un contexto social, mientras que ellos, por su edad, tienen muy limitada su visión de futuro y su visión colectiva, y tienden a considerar sólo sus intereses particulares actuales o inmediatos, y ahí se produce el conflicto de intereses.

¿Cómo debe funcionar la disciplina ahí? Lo ideal es que los niños recuerden esa confianza en el modelo educativo de los padres, y actúen en consecuencia, pero si no lo hacen, entonces sí deben tener presente que son los padres los que tienen la responsabilidad (derecho y deber) de educar y de proponer sus criterios, y que están dispuestos a cumplir su responsabilidad, aun cuando para ello tuvieran que llegar a aplicar alguna sanción.

¿Y cómo llegan los hijos a tener esa confianza? Mediante la autoridad; claro, la autoridad adecuadamente interpretada. Muchos creen que autoridad es imposición, prohibiciones, palabras fuertes, amenazas, poder físico; en definitiva, autoritarismo. Es al contrario, autoridad es simplemente razón; la razón basada en el conocimiento, en la sabiduría, en la inteligencia, en la experiencia, etc. La autoridad no se impone; la autoridad emana de la persona y los demás la captan, la aceptan, y confían en ella.

Con ello, queda en evidencia que si en el hogar hay dos autoridades diferentes, que se contradicen y desautorizan, los hijos no pueden sentir confianza en la autoridad, no pueden ni reconocerla, no pueden tener una referencia, y, por tanto, no tendrán disciplina y actuarán solamente en función de sus intereses particulares actuales e inmediatos, con lo que, además de crear inestabilidad en el hogar, pueden peligrar sus intereses futuros y su integración al entorno social. Por ello, a la hora de elegir pareja, si se piensa en tener hijos, es muy importante compartir unos criterios educativos parecidos.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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