“Vivir en el imperio no es un crimen, Bolívar lo hizo”, decían algunas pancartas de la protesta de unos 200 venezolanos que se concentraron en Bayfront Park, un lugar peatonal del centro de Miami (Florida, sudeste de Estados Unidos) donde está la estatua del prócer venezolano Simón Bolivar.
“Vivir aquí no es un crimen, somos tan venezolanos como el presidente”, dijo a la AFP Kleber Romero, un programador informático de 35 años que sostenía un banderín con la leyenda: “Chávez: y ahora ¿cómo voto por ti?”.
La manifestación a la que asistieron pensionados, estudiantes y familias que integran la comunidad de unos 200.000 venezolanos que viven en Florida -cifras extraoficiales sostienen que son casi un millón- se realizó mientras en Caracas las autoridades anunciaron que para las elecciones presidenciales de octubre se abrirá un nuevo centro de votación en Miami, ciudad que alberga la mayor población electoral en el exterior.
Durante la marcha, los organizadores de los grupos “Venezolanos en Florida” y “Votodondesea” promovieron la recolección de firmas para una carta que enviarán a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a la Organización de Estados Americanos (OEA) solicitando que intervengan ante el cierre de la representación diplomática.
El consulado de esta ciudad, que presta servicios para residentes en los estados de Florida, Georgia, Carolina del Norte y Carolasado por decisión del gobierno de Hugo Chávez después de que Estados Unidos expulsara sin justificación a su responsable, Livia Acosta.
La cancillería ordenó el regreso a Caracas del personal consular venezolano en Miami debido a una serie de “amenazas” que Washington dijo desconocer.
La decisión de cerrarlo fue criticada por la oposición, que aseguró que esta medida atenta contra los derechos políticos de casi 20.000 ciudadanos -mayoritariamente de oposición al gobierno del presidente Chávez-, inscritos para votar en Miami.
Pero más allá del proceso de inscripción electoral y votación en octubre, el cierre del consulado perjudica a estudiantes, pensionados y familias que reciben remesas para poder mantenerse o pagar sus estudios.
“Yo recibo una pensión de unos 300 dólares, con la transacción de envío me llegan menos de 240 en la mano y para esto debo sacar una Fe de Vida cada seis meses en el consulado, pero ahora que la oficina consular más cerca queda en Nueva Orleans (a 1.384 km al noroeste de Miami) el pasaje en avión más barato me sale 320 dólares”, contó a la AFP Julio Sosa, jubilado de 63 años.
Pero varios notarios autorizados para legalizar documentos internacionales empezaron a anunciar las gestiones consulares que realizan que podrían aliviar a los residentes que necesitan constancias para recibir sus remesas.
“Me están llegando algunos clientes más, porque aquí sacamos Fe de Vida, legalizamos registros de nacimiento, matrimonio, permisos de viaje”, explicó un gestor oriundo del estado venezolano de Maracaibo que tiene una oficina justamente en el lobby del edificio donde está el consulado de Venezuela en Miami.
Pero Eileen Nunez necesita renovar su pasaporte e inscribirse para votar: “Son dos trámites que solamente puedo hacer en el consulado y de la ciudad donde vivo, es decir aquí en Miami. Con esta medida me están robando un derecho”, explicó la joven de 20 años, estudiante de arquitectura en la Universidad Internacional de Florida (FIU).
Al son de joropos, gaitas y temas del tradicional grupo Un Solo Pueblo los venezolanos seguían reunidos el sábado contando con el apoyo de motoristas que tocaban sus bocinas cuando pasaban por la manifestación y algunos cubanos que les gritaban: “¡Salgan de Chávez rápido!”
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