PESSINA CREMONESE, Italia. A lo largo de 20 años, inmigrantes indios de Punyab se han estado asentando en el corazón agrícola de Italia para trabajar, principalmente en granjas y con frecuencia como 'bergamini’, como se conoce a los trabajadores de productos lácteos.
A la par de apellidos familiares como Ferrari y Galli, los directorios telefónicos en la provincia de Cremona han estado enlistando un apellido cada vez más común: Singh.
A lo largo de 20 años, inmigrantes indios de Punyab se han estado asentando en el corazón agrícola de Italia para trabajar, principalmente en granjas y con frecuencia como 'bergamini’, como se conoce a los trabajadores de productos lácteos.
Se ha dicho que si los trabajadores indios se pusieran en huelga, se cerraría la producción del queso Grana Padano, la variedad dura y granulosa que se espolvorea sobre el espagueti y por el cual se conoce a esta parte del Valle Po.
''Bien, no sé si la producción se detendría, pero ciertamente eso crearía muchas dificultades’', dijo Simone Solfanelli, el presidente de la oficina de Coldiretti en Cremona, el mayor grupo agrícola de Italia. ''Puedo asegurarle que ellos son indispensables para las labores de granjas’'.
Los indios, muchos de los cuales son sijs, llegaron por vez primera al área justo al tiempo que una generación de trabajadores de lácteos se estaba retirando, sin sustitutos a la vista.
''Ellos salvaron una economía que habría quedado para los perros porque los jóvenes no querían trabajar con vacas’', comentó el alcalde de Pessina Cremonese, Dalido Malaggi. Si bien la industria de lácteos es manejada en su mayoría por máquinas actualmente, el trabajo humano sigue siendo necesario, destacó.
El trabajo se lleva a cabo en turnos de cuatro horas, dos de ellos por día, con aproximadamente 12 horas de separación. ''Los jóvenes italianos no quieren tener ese tipo de horarios’', dijo. ''Ellos preferirían trabajar en fábricas y tener libres las noches y los fines de semana’'.
Además, muchos de los inmigrantes indios ya sabían lo que hacía falta para mantener en funcionamiento una granja.
''Esta es una tierra de productos lácteos, y muchos de nosotros tenemos vacas en Punyab’', dijo Jaswinder Duhra, quien ha vivido en Italia durante 25 años, trabajando como 'bergamino’ y después para uno de los fabricantes de queso más conocidos de Italia. ''Estamos acostumbrados al trabajo que hacemos aquí’'.
No existen estadísticas oficiales sobre el número de indios que trabajan en los graneros de lácteos italianos, pero Solfanelli dice que de los 3,000 jornaleros agrícolas en la provincia, aproximadamente un tercio son de indios.
Una medida de su presencia fue la inauguración del Gurdwara Sri Guru Kalgidhar Sahib, templo sij diseñado para dar cabida a 600 personas holgadamente, aunque al menos asistió un número seis veces superior a la ceremonia inaugural efectuada en agosto. Se ha dicho que es el mayor templo sij en el Continente Europeo.
Fue inspirado en templos de India y ''es tanto un monumento como un centro para la comunidad’', explicó su diseñador, Giorgio Mantovani. (Otros templos en el área solían ser granjas de aves o bodegas.)
El camino recorrido desde los planos hasta la reluciente estructura blanca que se yergue en medio de los campos de soya y maíz no careció de partes espinosas.
Se otorgaron y retiraron permisos municipales en un poblado cercano cuando el templo se convirtió en un tema políticamente delicado, así que se encontró otro sitio. Aunado a esto, fue necesario superar una década de obstáculos burocráticos; la comunidad sij tuvo que reunir dinero; amén que fue necesario encontrar préstamos. ''Hicieron falta años, pero todos contribuimos tanto como pudimos’', comentó Duhra.
El alcalde fue un activo partidario del templo, y hay un letrero en el camino de entrada al poblado que proclama orgullosamente que Pessina Cremonese está ''exento de prejuicios raciales’', pero hubo oposición de algunos integrantes de la Liga del Norte, el partido político asociado más estrechamente con el sentir antiinmigrante en Italia. Un pequeño grupo de manifestantes de Forza Nuova, partido ultraconservador, también se manifestó cuando el templo fue inaugurado.
Manuel Gelmini, legislador de la Liga del Norte que sirve en el concejo de la provincia de Cremona e intentó bloquear la construcción del templo, dijo que le preocupaba la 'kirpan’, la espada ceremonial que portan los sijs ortodoxos. ''Para nosotros, es un arma, y no debería permitirse que la gente vaya por ahí armada’', dijo.
Además presentó objeciones al uso del punyabi en el templo. ''Viven en Lombardía’', dijo. ''¿Cómo puede haber integración si les permitimos hablar su propio idioma en un espacio público?''
Reveladoramente, la Liga del Norte no ha hecho una campaña abierta en contra de los inmigrantes indios que trabajan como 'bergamini’. ''Mientras ellos respeten nuestras leyes, trabajen legalmente y aprendan italiano, son bienvenidos en nuestro país’', dijo Gelmini.
Más italianos que indios
Dilbagh Singh llegó a Italia cuando tenía 14 años, y ahora, 12 años después, habla con el distintivo acento de su poblado por adopción, Nogara, cerca de Mantua. Dijo que los indios ''vienen aquí a trabajar, y quieren vivir en paz’'.
Con dicho fin, Singh administra un sitio web sobre los sijs en Italia para que los ''italianos puedan entendernos’'.
''Nosotros queremos que la gente sepa quiénes somos’', dijo.
Casi 16.000 inmigrantes indios tienen empleos legales en la agricultura de Italia. La región de Lazio es el centro más nuevo de la inmigración, particularmente para trabajadores de temporada. ''Solo hace falta viajar a 100 kilómetros de Roma para descubrir un mundo que la mayoría de la gente ni siquiera sabe que existe’', dijo Patrizia Santangeli, cineasta cuyo documental ''Visite India’' gira en torno a la comunidad sij en la provincia Latina.
El filme de Santangeli expone una parte de la explotación que enfrentan muchos trabajadores inmigrantes, sin consideración a su patria natal.
''A menudo viven en campamentos, como personas indigentes, y pueden recibir bajos salarios’', dijo. ''Pero lo que me asombró fue que, aun cuando viven en condiciones difíciles, los trabajadores indios siguen siendo capaces de ver el lado positivo de las situaciones’'.
Con base en la dependencia nacional de estadística, aproximadamente 40 por ciento de todos los inmigrantes indios que llegan a Italia son mujeres, pero solo un pequeño porcentaje de ellas tiene empleos. En Pessina Cremonese, las inquietudes sobre el aislamiento de las mujeres han sido abordadas esporádicamente con lecciones de italiano y programas de capacitación laboral, en tanto sindicatos laborales han llevado a cabo esfuerzos similares en otros poblados.
Muchos de los hijos de inmigrantes indios imaginan un futuro diferente.
''Se esfuerzan en la escuela; no son mimados, como nuestros niños’', destacó Gianluigi Fiamenghi, quien da empleo a siete trabajadores indios en su granja de 1,700 vacas. ''Además, sus hijos no quieren terminar trabajando en una granja. Ellos irán a la universidad y querrán salir adelante’'.
Uno de los trabajadores de Fiamenghi, Prem Singh, se mudó a Italia en 1995, y después lo siguieron muchos de sus parientes. Sus tres hijos cursan la educación primaria. ''Ellos se sienten más italianos que indios’', notó, agregando que él no tenía planes de regresar a su tierra natal. ''Ya echamos raíces aquí. Es nuestro hogar, y eso es todo’'.
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