Por Jason Chow
Cuando a mediados de diciembre llegaron a la cuenta bancaria de su familia US$2.000 millones en ganancias de una salida a bolsa, Cheng Yu-Tung se convirtió en uno de los hombres más ricos de Asia, con una fortuna de US$16.000 millones amasada a partir de los dos commodities que impulsan a China: el oro y los bienes raíces.
Cheng, de 86 años, es el patriarca de un imperio de Hong Kong que abarca tres generaciones y cuyas propiedades van del Hotel Carlyle de Nueva York a carreteras hasta una cadena de concesionarios de Ferrari en China. También controlan Chow Tai Fook, la mayor joyería del mundo por concepto de ingresos y fuente de los fondos generados en la oferta pública inicial.
La fortuna de Cheng ha seguido de cerca los altibajos de China, donde ha realizado inversiones durante 30 años. Si bien es considerado desde hace mucho uno de los magnates de Hong Kong, el reciente auge en China lo catapultó a la cima de las familias más ricas de Asia, detrás de nombres como Li Ka-Shing y el empresario indio Mukesh Ambani.
"Siempre supimos que Chow Tai Fook era su empresa insignia, pero no sabíamos exactamente lo grande que era hasta ahora", afirma Victor Zheng, profesor de la Universidad China de Hong Kong, que estudia a las familias multimillonarias de la ciudad.
Cheng al igual que su familia no quiso hacer comentarios para este artículo.
El empresario comenzó su carrera como joyero en 1940, cuando a los 15 años huyó de la ocupación japonesa del sur de China a Macao, territorio neutral portugués a unos 113 kilómetros de distancia. De acuerdo con una biografía de 2003, se escapó atacando a bandidos. Los soldados japoneses le robaron su bicicleta y llegó a Zhuhai, una ciudad en la frontera con Macao, a pie. El último tramo lo hizo en bote.
Más tarde fue adoptado por Chow Chi-Yuen, un amigo de la familia que tenía una tienda de oro llamada Chow Tai Fook, que podría ser traducido como "buena suerte" en cantonés. En 1942 se casó con la hija de Chow y se mudó a Hong Kong en 1946 para abrir un local en la colonia británica.
"Aprovecharon la ola de prosperidad en Hong Kong", señala Jeremy Richdale, un fabricante de joyas que ha vendido gemas a Chow Tai Fook. "Apelaron a las esposas de los hombres de negocios que hacían dinero".
El oro juega un papel importante en la cultura china, tanto como reserva de riqueza como regalo tradicional para conmemorar nacimientos, bodas o aniversarios. La cadena fue pionera en la venta de joyas de oro de 24 quilates, al que llamaban "oro puro 999,9".
A medida que el negocio de la joyería prosperaba, Cheng invertía en bienes raíces.
"Estaba en el sector joyero cuando, a fines de los (años) 60 y principios de los 70, algunos amigos me dijeron que el sector inmobiliario era mejor", declaró en una entrevista con analistas de la firma de corretaje CLSA en 2009. En 1970 puso en marcha New World Development Co. Ltd., el conglomerado para sus propiedades e inversiones no relacionadas con la joyería.
Cheng, que prefiere combinar sus trajes hechos a la medida con calzado deportivo Nike, delega la mayor parte de la operación de sus negocios a gerentes, pero sigue muy entusiasmado con la joyería, cuenta Charles Ho, un amigo que es propietario de la compañía de medios de comunicación Sing Tao News Corp. Ltd.
"Su mente sigue bastante lúcida", dice Ho. "Sabe su inventario, los precios de las joyas. Chow Tai Fook siempre ha sido su bebé".
Cheng le pide a sus empleados, muchos de los cuales trabajan para él desde hace décadas, que se reúnan para almorzar en el comedor de la empresa, tal como él lo hacía cuando era aprendiz. A los trabajadores se les asigna una hora y un lugar en una de las tres mesas y se les sirven platos cantoneses tradicionales preparados por un chef que trabaja dentro de la organización. La comida se coloca en el centro de la mesa, como en cualquier casa.
"En el comedor, él puede sentarse a tu lado y hablarte de manera muy informal. Es muy sencillo, no es el tipo de ejecutivo que espera ser adorado", asegura Albert Cheng, director gerente del Consejo Mundial del Oro para el Lejano Oriente.
Cheng y su hijo Henry, que en los 80 comenzó a tomar parte de la conducción del negocio, estuvieron entre los primeros promotores inmobiliarios en apostar en China, con la inauguración del China Hotel en Cantón, en 1982.
La violenta represión de las protestas en la plaza de Tian'anmen en 1989 ahuyentaron a los inversionistas extranjeros, pero Cheng apostó a que las reformas de mercado del país continuarían. Ese año, New World Development consiguió su primer contrato, respaldando la construcción de una carretera en Cantón.
El imperio de bienes raíces, sin embargo, se derrumbó a fines de los 90, obligando a New World Development a vender activos; sus acciones se desplomaron 97%. "Quizá llegamos muy temprano a China", admitió Henry Cheng en una entrevista con CLSA. "En retrospectiva, el 96 o 97 habrían sido mejores años para expandirse allí".
El espectacular ascenso de Chow Tai Fook en China ha seguido el reciente auge económico del país. Abrió su primera tienda en 1998, la número 1.000 en 2010 y ya contaba con 1.500 locales en septiembre pasado. Para 2016 espera llegar a 2.000 locales. Los ingresos aumentaron 47% en los últimos tres años fiscales, a US$4.200 millones y se espera que crezcan más de 30% durante el año en curso.
Sin embargo, la salida a bolsa de Chow Tai Fook no fue buena. La empresa tenía la esperanza de recaudar US$3.000 millones por una participación de 10%, pero redujo la oferta luego de que los accionistas se pusieran reacios y terminó por levantar US$2.000 millones. En el día de su debut bursátil, las acciones cayeron más de 7%. La familia dijo que la salida a bolsa tenía más que ver sobre la planificación sucesoria que con la capitalización. Adrian y Sonia, hijos de Cheng, manejan partes del negocio.
"Luego de la oferta pública inicial, hay números claros sobre cuánto vale el negocio y, por lo tanto, las disputas familiares pueden mermar", señala el profesor Zheng.
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