Por David B. Agus
Imagínese vivir robustamente hasta los 100 años o más. No moriría de ninguna enfermedad en particular ni sucumbiría lentamente a un terrible y debilitante mal que se instaló en su cuerpo décadas atrás.
Puede parecer inverosímil, pero es posible vivir una vida larga y libre de enfermedades. Un nuevo método de ver y tratar la salud puede prevenir o retrasar el avance de la mayoría de los padecimientos que nos matan, incluyendo el cáncer y los males cardíacos.
En la actualidad, esperamos a que el cuerpo se quiebre para empezar a tratarlo. Cuando visualizo lo que mis hijos necesitarán para mantenerse saludables cuando lleguen a la adultez en 10 o 20 años, veo un gran cambio del modelo actual.
Los veo capaces de monitorear y ajustar su salud en tiempo real con la ayuda de teléfonos inteligentes y aparatos portátiles —quizá con calcomanías pequeñas e invisibles—, para seguir el rastro de las células. Podrían ver réplicas virtuales de su cuerpo que funcionarían como videojuegos, permitiéndoles saber qué tienen que hacer para optimizar cada aspecto de su salud. ¿Qué pasa si tomo la dosis X frente a la dosis Y? ¿Comer más salmón podría reforzar mi metabolismo y ayudarme a quemar grasa? ¿El vino tinto en verdad reducirá mi riesgo de un ataque al corazón?
De una gota de su sangre, podrán subir información a un biochip personal que les ayudará a crear un plan de acción personalizado, incluyendo medidas preventivas y terapias para padecimientos identificados o señales de problemas de salud. Además de la sangre, otros fluidos corporales, como las lágrimas y la saliva, también podrían servir para las pruebas. Estarán al tanto de problemas como desequilibrios en la concentración de azúcar en su sangre, un factor de riesgo para la diabetes, y el crecimiento incontrolable de células, señal de cáncer. Sus doctores no los examinarían sólo una vez al año sino que los supervisarán constantemente, ofreciendo consejos continuamente.
Lo igualmente emocionante es que la información del paciente se añadiría a una base de datos universal que podría ser combinada por buscadores de Internet potentes como Google y constantemente alimentada de nuevos ensayos clínicos y experimentos, acelerando nuestra comprensión de qué medicamentos son los mejores para personas determinadas. La base datos podría mostrar, por ejemplo, que gente con un perfil genético particular responde a un tipo de tratamiento de cáncer pero no a otro. Conforme más personas añadan de manera anónima su información de salud, la base de datos se convertiría en una herramienta más efectiva de medicina preventiva.
Hoy en día, la mayoría de las personas sigue reglas generales de salud. Por ejemplo, si quiere perder peso, se somete a una dieta que recomienda comer más verduras con fibra y menos azucares procesados. Si quiere reducir su riesgo de cáncer, evita fumar, hace ejercicios con regularidad y se toma en serio la detección temprana.
El problema actual es que no conocemos lo suficiente acerca del cuerpo para practicar activamente la medicina preventiva. Si no sabemos qué estamos tratando de prevenir o cuál es la mejor manera de hacerlo, tenemos que esperar a que un síntoma claro surja para poder actuar. Usualmente tratamos una enfermedad que ha tenido amplia oportunidad de progresar.
Podemos mejorar en ese aspecto. Para empezar, debemos tomar en cuenta que el cuerpo es una red muy compleja, que no entendemos por completo y que entre lo que sabemos hay graves malentendidos.
En 2009, mi colega Danny Hillis —un ex ingeniero de Disney pionero en el desarrollo de las supercomputadoras paralelas— y yo creamos un método para medir 100.000 tipos distintos de proteínas de una sola gota de sangre. Nuestra meta es evaluar y descifrar los complejos procesos internos del cuerpo de manera más dinámica e informada de lo que el ADN puede proporcionar. Las proteínas cambian cada minuto en el cuerpo, dependiendo de lo que está sucediendo adentro. Nuestro objetivo final es desarrollar pruebas, basadas en niveles de proteína, para males como el cáncer. Esas pruebas podrían reemplazar técnicas invasivas como las biopsias.
Cada año que pasa, la tecnología necesaria para esta revolución médica se hace más económica. Hace unos días, Life Technologies de Carlsbad, California, anunció que podrá dibujar un mapa de la secuencia genética de un individuo en un solo día por US$1.000. Exámenes similares hoy cuestan muchos miles de dólares. La habilidad de seguir cambios de un día para otro en las proteínas del cuerpo y los metabolitos no está muy lejos.
El futuro está cada vez más cerca
Entonces, ¿cómo llegamos a este futuro?
Se debe empezar con una recopilación de datos. En 2004, Dell lanzó un programa interno para promover estilos de vida saludables entre sus empleados. Los trabajadores reciben mensajes e información personalizada sobre problemas de salud, incorporando sus resultados en exámenes médicos y tratamientos que les permiten tomar decisiones más informadas. Una persona que es diagnosticada con diabetes, por ejemplo, podría obtener información sobre cómo monitorear el nivel de azúcar en la sangre y estar alerta de problemas circulatorios que usualmente acompañan esa enfermedad.
La medicina personalizada no está tan lejos como lo imagina. Considere lo que ya sucede en el desarrollo de los perfiles genéticos, que ya están disponibles por varios cientos de dólares.
Cofundé una compañía de pruebas genéticas y soy un gran impulsor de la tecnología de monitoreo genético, la que nos permite ver las variaciones del ADN, evaluar el riesgo de ciertas enfermedades y qué medicamentos, y en qué dosis, podrían funcionar mejor según su metabolismo. El hecho de tener una o dos señales de riesgo genético no significa que un paciente desarrollará una condición específica, pero el resultado puede ser influenciado por cambios de comportamiento en el estilo de vida y, en algunos casos, tomando medicamentos.
Con el avance de estas y otras tecnologías será más fácil monitorear y mantener nuestra salud. Lo demás dependerá de nosotros. La promesa de la medicina personalizada dependerá de nuestra determinación de ser pacientes informados y dispuestos.
—Agus es profesor de medicina e ingeniería en la Universidad del Sur de California y cofundador de dos compañías de medicina personalizada, Navigenics y Applied Proteomics.
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