domingo, 25 de marzo de 2012

En Suiza ahora también hablan portugués

Tomado de BBC Mundo

A primera vista, Taesch es una comunidad alpina típica, con sus antiguas casas de madera, su iglesia, su almacén y su panadería.

Pero ahora, el idioma que más se escucha en sus calles no es el alemán sino el portugués, y en la tienda local se pueden conseguir productos portugueses tradicionales como el bacalao y el vino tinto.

Si bien los votantes suizos no quisieron sumarse por completo a la Unión Europea hace más de 20 años, Suiza aceptó una serie políticas de la UE como por ejemplo el libre movimiento de personas y trabajadores.

El bajo índice de desempleo (2,8%) y los elevados salarios -en comparación con el resto de Europa- han convertido a Suiza en un destino atractivo para la gente de todo el continente europeo.

Más de 140.000 inmigrantes llegaron al país el año pasado, un aumento del 6% en relación a 2010.

La mayoría vino de los estados miembro de la UE, en particular de aquellos más afectados por la crisis en la Eurozona, incluyendo Portugal.

Yolande Carvalho llegó por primera vez a Taesch hace más de 15 años y se acuerda de que en el pasado eran muy pocos los no suizos que vivían en el pueblo.

Ahora las cosas son muy diferentes.

"Nosotros, los portugueses, somos la mitad de la población", explica. "Donde quieras puedes hablar portugués".

En el último año, Yolande vio a muchos de sus compatriotas llegar desde el sur.

"La gente joven no tiene opción", dice.

"Si la alternativa es ganar US$920 por mes en Portugal, que apenas te alcanzan para pagar la renta y la comida, uno sale ganando si viene para Suiza".

Oportunidades

Marcel

Marcel dejó la universidad para buscar trabajo en Taesch.

La población total de Tasch en la actualidad es de 1.270 personas, de las cuales 700 son extranjeras. La mayoría de los extranjeros son portugueses.

¿Pero por qué tantos portugueses eligen emigrar a una pequeña población aislada en los alpes suizos? La respuesta se encuentra a un par de kilómetros, en el centro turístico de Zermatt.

Allí hay más trabajo del que pueden hacen los locales: en los hoteles, en los restaurantes y en el rubro de la construcción.

Es más, es trabajo que no interesa a los suizos, como limpiar habitaciones de hotel, o mesas en un bar. En casi todo el país, los trabajos relacionados con la industria turística son desempeñados por inmigrantes.

Marcel, de 20 años, abandonó la universidad en Portugal este año para buscar trabajo en Zermatt.

"Busqué pero no encontré nada en mi país", cuenta. "Tuve esta oportunidad y la aproveché".

Marcel lava platos en un restaurante de Zermatt junto a otros dos jóvenes portugueses.

"Extraño a mi familia", dice, "mis amigos, mi casa, mi ciudad, todo... Es duro, pero puedo hacerlo. Soy fuerte".

Mientras los inmigrantes recuerdan con nostalgia su lugar de origen, los locales se sienten un tanto incómodos ante la avalancha de extranjeros.

"Extraño a mi familia, a mis amigos, mi casa, mi ciudad, todo... Es duro, pero puedo hacerlo. Soy fuerte"

Marcel, inmigrante portugués

En la escuela de Taesch el idioma más común es el portugués y, en el jardín de infantes, sólo una minoría habla alemán.

"Hay 13 niños y sólo tres hablan alemán", señala Patricia Zuber, encargada de la integración de los inmigrantes.

El puesto de Zuber fue creado recientemente. Entre sus tareas está la de organizar cursos de idioma para los extranjeros, encuentros sociales entre inmigrantes y locales, y asesorar a los recién llegados sobre las leyes suizas y la vida local en general.

Es importante que la gente se encuentre y deje a un lado el rótulo de las nacionalidades, dice.

Choque cultural

Yolande Caravalho, que como directora del centro comunitario portugués trabaja codo a codo con Zuber, coincide en que las pequeñas diferencias culturales pueden a veces convertirse en un verdadero obstáculo que pone en peligro la armonía del pueblo.

"Ahora nuestro principal ingreso viene de la industria del turismo y de la construcción y los inmigrantes nos están ayudando. Los necesitamos"

Claudius Imboden, alcalde de Taesch

"Aquí hay reglas para todo", dice con una sonrisa. "Y tú sabes, los portugueses podemos ser bastante ruidosos...".

Claudius Imboden, alcalde del pueblo, también piensa que la adaptación al nuevo Taesch es compleja, pero cree que la aceptación y la integración son las únicas opciones realistas.

"Esto era un pueblo campesino", cuenta. "Pero ahora nuestro principal ingreso viene de la industria del turismo y de la construcción y los inmigrantes nos están ayudando. Los necesitamos".

Imboden admite que algunos en el pueblo no están contentos con los cambios, pero argumenta que esta gente tiene que vivir en algún lado.

"Los necesitamos"

Taesch

La convivencia no siempre resulta fácil.

A nivel nacional, el ambiente no es tan positivo. Las encuestas de opinión muestran que muchos suizos preferirían salirse del Tratado Schengen que permite el libre movimiento de personas y reintroducir un sistema de cuotas migratorias.

La derechista Unión Democrática del Centro (UDC) recolectó suficientes firmas para que se lleve a cabo un referendo sobre este punto.

"La inmigración es más grande de lo que se piensa. Creo que debemos detener el libre movimiento de las personas porque ya no es controlable, tenemos que poner límites y controlarlo", afirma Luzi Stamm de la UDC.

Pero para comunidades como la de Taesch será difícil volver atrás. Imboden cree que probablemente los locales no quieran.

"Sin los inmigrantes, probablemente no tendríamos una escuela, porque aquí no hay suficientes niños".

Carvalho dice además que las relaciones con los locales están mejorando día a día.

"Lo veo en las calles", dice. "Los viejos, cuando ven niños portugueses riendo o hablando por la calle dicen: 'Ah, eso es portugués'".

"Pero ahora lo dicen con una sonrisa".

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