martes, 13 de marzo de 2012

En Pakistán es peor ser mujer que profesar el cristianismo

Tomado de El Imparcial

Por Javier Cámara

Una mujer tiene sed, bebe, le dicen que ha contaminado el agua porque no es musulmana y tras una breve discusión es acusada de blasfemia y apaleada. Fue condenada a muerte. Así es la historia de Asia Bibi, una pakistaní de 41 años que espera una apelación a un juicio injusto en un país injusto, porque, "en Pakistán, aun peor que ser mujer es ser cristiana".

Trabajar el campo en Pakistán a 45 grados durante horas es duro. Cuando Asia Bibi paró un momento para descansar y beber agua de un pozo, una compañera le gritó que el agua era de las mujeres musulmanas y que la estaba contaminando. Asia Bibi es cristiana y sus explicaciones tienen poca defensa frente al fanatismo religioso. En un abrir y cerrar de ojos fue acusada de blasfemia, recibió una brutal paliza por parte de sus vecinos, fue encarcelada y un año después condenada a morir en la horca.

Han pasado casi tres años y todavía está a la espera de una apelación mientras malvive en una celda de dos metros por tres sin ventana en la que hace frío, hay goteras y no tiene baño ni las más mínimas condiciones de higiene. Asia Bibi puede morir asesinada en cualquier momento porque un mulá, en un país muy pobre y fanático, ha puesto precio a su cabeza. Su familia (marido y cinco hijos) ha tenido que huir del pueblo, amenazada por los extremistas. Además, dos hombres que quisieron ayudarla, el gobernador del Pendjab, musulmán, y el ministro de las Minorías, cristiano, han sido asesinados por defender su causa.

La periodista francesa Anne-Isabelle Tollet ha contado su historia en 'Asia Bibi, ¡Sacadme de aquí!' (LibrosLibres) con el objetivo de que el caso tenga la suficiente repercusión internacional como para que la Justicia de este país repita el juicio y, con garantías, tenga un final feliz que acabe con su liberación. EL IMPARCIAL ha entrevistado a Tollet, que nos ha hablado de una mujer que ya es un icono mundial de la lucha por la libertad religiosa.

¿Cómo está Asia Bibi hoy? ¿Qué es lo último que sabe de ella?

Tengo noticias de ella todas las semanas porque su marido la visita en la cárcel regularmente. Cada semana me dice cómo se encuentra y sé que está bien desde hace varios meses. Físicamente no tiene ninguna enfermedad y en lo anímico está bien, aunque triste y a veces se desmoraliza porque echa mucho de menos a sus hijos. Su marido le recuerda en las visitas que muchos países están apoyándola y que yo, con este libro, también hago porque sea liberada y eso le da muchos ánimos.

¿Satisfecha con la repercusión que ha tenido el libro?
Bueno, medianamente satisfecha. Creo que el impacto podría ser más importante, ya que, a través de ella, también sabemos del caso de muchas otras personas que corren su misma suerte. Pero Pakistán es socio de muchos países occidentales, no es una dictadura como Corea del Norte. Pakistán es un país que se relaciona y creo que si el impacto fuera más importante a nivel internacional, las cosas irían mucho más rápido.

¿Está movilizada la comunidad internacional a favor de Asia? ¿Qué se está haciendo?

En cada país donde ha salido el libro, las autoridades han interpelado al Gobierno de Pakistán y ha hecho que se preocupen por su caso y le pidan un final feliz para su situación. Pero Francia y Alemania, por ejemplo, no tienen muchas relaciones con Pakistán, por lo que éstos pasan un poco del tema. Sucede, además, que hablamos de un país muy orgulloso que no quiere recibir lecciones morales de nadie y menos de los países europeos.

Pero hay grandes ONGs a nivel mundial que ejercen una presión también sobre Pakistán. Yo, la semana próxima, iré a Ginebra, a la ONU, que interpelará a Pakistán sobre su compromiso con los derechos humanos. Voy a ir a este consejo para hablar sobre el caso de Asia Bibi y servir de alerta.

Entonces, a pesar del apoyo del Papa Benedicto XVI, de la secretaria de Estado de EEUU, Hilary Clinton, y de algunos países importantes, ¿se echa de menos un poco más fuerza internacional por parte de algunos países?

Lo del Papa es un poco contraproducente porque entramos en un conflicto religioso. Pakistán es un estado islámico y no va a escuchar lo que vaya a decir Benedicto XVI. En el caso de EEUU, Hilary Clinton se pronunció al respecto, pero no tuvo mucho eco, por lo que cuando el libro salga publicado allí en otoño le pediré su apoyo formal con el libro como soporte. Tengo la esperanza de que coja el teléfono y llame al presidente de Pakistán.

¿Hay algo más que te hubiera gustado contar sobre la situación de Asia Bibi?

La verdad es que no. Ha sido un trabajo de fondo. He pasado mucho tiempo con el marido de Asia, Ashiq, que me hablaba de su mujer y de lo que ésta siente en la cárcel. He hablado también mucho con sus hermanas, que me contaron cómo es ella. No me habría lanzado a esta aventura de no haber tenido elementos suficientes y legitimidad para poder escribir en su nombre.

¿Qué es lo que más duele a Asia Bibi, el fundamentalismo religioso, el machismo o una justicia de la Edad Media?

La justicia medieval y el fundamentalismo religioso, sin duda, porque son las razones que la han condenado a muerte, porque la presión de los fundamentalistas hizo que la condenaran a morir ahorcada y porque las zonas más rurales, las que están apartadas de las grandes ciudades, son más sensibles a los fundamentalistas.

Visto el número, también importante, de mujeres injustamente encarceladas por delitos de adulterio, ¿qué es peor en Pakistán, ser cristiana o ser mujer?

En Pakistán, aun peor que ser mujer es ser cristiana, sin duda. Las mujeres musulmanas son felices y viven tranquilas. Es verdad que hay sucesos terribles en los que les queman la cara con ácido o les obligan a casarse con hombres que no quieren, pero en general, las mujeres pakistaníes son felices, libres, eligen su marido, educan a sus hijos con alegría y no siempre el marido es mala persona. En Pakistán es muy difícil vivir libremente como cristiana al ser una minoría.

¿Cree usted que haberse declarado a Asia Bibi como “el emblema de la ley contra la blasfemia” enfurece más todavía a los fanáticos religiosos en Pakistán?

Ella nunca se declaró como un emblema, pero ella se convirtió en el símbolo de esta ley contra la blasfemia porque la injusticia que ha sufrido hizo que el gobernador de Pendjab se encargara de su defensa y esto le puso después en el foco de todas las miradas. El resultado fue que todo el odio se cristalizó sobre el caso de Asia Bibi.

¿Qué posibilidad hay de que acabe desapareciendo el delito de blasfemia?

En 50 años quizás... (ironiza). En el Parlamento se habló de ello el año pasado. Un diputado intentó reformar la ley y el resto de representantes no estaba en contra, pero cuando vieron las enormes manifestaciones en las grandes ciudades de Pakistán y luego vieron que el gobernador de Pendjab y el ministro de las Minorías fueron asesinados por haber criticado esta ley decidieron no cambiarla. Es el reino del terror.

Entonces, para un cristiano es una situación de indefensión total, ya que si le preguntan algo relacionado con el islam casi cualquier contestación puede ser considerada como blasfemia, ¿no es así?

No es que uno por ser cristiano ya es automáticamente blasfemo, pero hay mucha desconfianza, sobre todo por parte de los musulmanes de zonas rurales. Sí es verdad que cualquier pequeño detalle puede hacer que la situación estalle.

Asia Bibi es un símbolo, pero ¿cuántos cristianos hay en Pakistán condenados por blasfemia?

Es muy difícil saberlo porque no hay datos estadísticos, pero sí hay que decir que son muchos más los musulmanes que están condenados por blasfemia que los cristianos, porque a un musulmán se le perdona todavía menos tener una señal irrespetuosa hacia el islam, que es su propia fe. Con ellos son más intolerantes todavía. No es sólo un problema de religión, sino de una ley medieval y bárbara.

¿Qué es más fuerte para Asia, su fe en Dios como cristiana o su falta de esperanza en los fanáticos religiosos a la que hace muchas referencias en el libro?

La fe. La fe es lo más importante en ella. Aguanta gracias a la oración que tiene con Dios. Asia está segura de que Dios no la va a abandonar y sólo Él hace que tenga la esperanza de que va a sobrevivir en la cárcel.

En el libro relata la fuerza de su fe en Cristo para soportar este “calvario”, pero llega a dudar. ¿Cree usted que Asia llega en algún momento a perder la fe?

No, nunca ha perdido su fe. Es verdad que tras el asesinato del ministro de las Minorías se enfadó con Dios y le dijo cómo puedes permitir que yo sea responsable de todas estas muertes. Esto hizo que se enfadara con Dios, pero no hizo que se cuestionara su fe en ningún momento.

¿Cómo cree que acabará esta historia terrible? ¿Qué posibilidades reales hay de que salga algún día en libertad?

Espero que sea un final feliz. Para ello sería necesario que el Tribunal Supremo de Lahore apele su caso y sea juzgada de nuevo y que los jueces tengan el valor suficiente para declararla inocente y dejarla en libertad. Porque los hechos son falsos y hay muchos vicios y errores de procedimiento en su condena. Todos estos errores de forma deberían hacer que la absolvieran.

Por otra parte, hay que tener cuidado porque si saliera de la cárcel podría ser asesinada en la calle al día siguiente. Por eso, hemos previsto su liberación con el Gobierno francés y llegado el caso se haría cargo de ella y su familia. Según saliera, la trasladarían directamente al aeropuerto, la subirían a un avión y la llevarían a París para darle asilo político.

Si así fuera, ¿escribirá otro libro en el que cuente la vida de Asia Bibi libre?

Claro, y en este caso lo escribiríamos juntas. Me gustaría escribirlo con ella y que viera como el mundo se ha interesado por su caso y como es la vida en Francia en libertad. Hay mucha gente que reza por ella, que la apoyan, por eso, estaríamos obligadas a contar la segunda parte de la historia, ir hasta el final y no sólo preocuparnos cuando la cosa está grave, también cuando tiene un final feliz.

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