domingo, 11 de marzo de 2012

Presidente saliente alemán despedido con trompetas de honor y vuvuzelas de repudio

Agencias Noticiosas

Christian Wulff se despidió con un toque de retreta militar y desde la calle por "vuvuzelas" en protesta por el escándalo de corrupción

BERLÍN, 8 de marzo.- El expresidente alemán Christian Wulff se despidió hoy con un toque de retreta militar, salpicado desde la calle por el fragor de atronadoras "vuvuzelas", en protesta por el escándalo de corrupción que persigue al dimitido político y que ha hecho mella en la credibilidad del primer cargo del país.

La marcha nocturna de soldados con antorchas adoptó así perfiles casi humillantes, más que de honor, en la que Wulff se vio arropado por Angela Merkel -la canciller y líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que lo colocó en la presidencia en junio de 2010- y por unos dos centenares de invitados.

Mientras en el patio del Palacio de Bellevue, la sede presidencial, Wulff y su esposa Bettina aparentaban aplomo, de la calle llegaba el retumbar de las trompetas de plástico arquetípicas del Mundial de Sudáfrica 2010, portadas por unos 250 ciudadanos convocados por internet.

Dentro del palacio, en la recepción a puerta cerrada, Wulff agradeció la asistencia de los presentes, admitió que cuando accedió al cargo nunca imaginó que lo dejaría prematuramente "y de esta forma" y dijo que afrontaba la nueva etapa que se abre en su vida "con curiosidad".

La protesta de la calle -ruidosa, pero pacífica- no era el único lamparón a la ceremonia, datada en el siglo XVI y de por sí tradicionalmente odiada por la izquierda y el ecopacifismo alemán.

El ritual venía envuelto en una especie de boicot, no declarado, por parte de los cuatro antecesores vivos de Wulff, todos ellos de las filas de la actual coalición de Merkel.

El ahora expresidente presentó la dimisión el 17 de febrero, tras tres meses salpicados por revelaciones sobre regalos de empresarios "amigos" -siendo jefe de Gobierno del "Land" (estado federado) de Baja Sajonia- más intentos de intimidación de Wulff a los medios para evitar que el caso saliera a la luz.

Lejos de buscar un adiós discreto, Wulff insistió tanto en su derecho a su despedida militar como en una pensión vitalicia -200.000 euros al año- y seguir disfrutando de su automóvil oficial y oficina.

Unos 160 de los 369 invitados declinaron asistir, incluidos los cuatro últimos expresidentes -sus correligionarios Horst Köhler, Roman Herzog y Richard von Weizsäcker, más el liberal Walter Scheel- así como el presidente del Tribunal Constitucional, Andreas Vosskuhle, y algunos representantes del estamento militar.

Tampoco acudieron numerosos embajadores -como el de las vecinas Francia y Polonia- y algún ministro de Merkel, mientras que la oposición boicoteó el acto en bloque.

Las sospechas de corrupción, más el hecho de que Wulff se aferre a privilegios, dominó el ambiente de toque de retreta, reservado a despedir a presidentes, cancilleres y ministros de Defensa.

Wulff hizo asimismo uso del derecho a elegir las piezas a interpretar por la banda militar y optó por el "Himno a la Alegría", de Beethoven, y "Over the Rainbow", del filme "El mago de Oz".

El político, de 52 años, se convirtió en 2010 en el presidente más joven de la historia de la República Federal de Alemania.

Merkel creyó encontrar en él un rápido relevo a Köhler -quien dimitió tras relacionar la misión en Afganistán con los intereses económicos de Alemania- y, además, la oportunidad de "empujar hacia arriba" a quien fue eterno rival interno suyo.

Apenas un 15 % de sus conciudadanos le ven con posibilidades ahora de volver a la palestra política, pasado un tiempo depurador.

Pero más allá del futuro de Wulff, su caso ha hecho mella en la credibilidad del cargo de jefe de Estado, que en Alemania es de carácter representativo, pero que va revestido de autoridad moral.

Un 80 % de los alemanes es partidario de que el presidente sea elegido por sufragio y no por la Asamblea Federal, integrada por los 620 los diputados del Bundestag (cámara baja) y el mismo número de delegados de los "Länder".

Según una encuesta del instituto demoscópico YouGov, un 44 % estima que la actuación de Wulff ha provocado daños irreparables en la figura del presidente de Alemania.

La elección de su sucesor tendrá lugar el 18 de marzo, para lo que se cuenta con una cómoda victoria de Joachim Gauck, disidente en tiempos de la extinta Alemania comunista, rival de Wulff en 2010 y que ahora se presenta como candidato consensuado entre el Gobierno de Merkel y la oposición socialdemócrata-verde.

La única fuerza de la oposición parlamentaria que no le respalda es La Izquierda, que designó para el cargo a Beate Klarsfeld, luchadora antifascista y cazanazis que contribuyó a la captura en Bolivia en 1983 del exjefe de la Gestapo en la Francia ocupada Klaus Barbie, "el carnicero de Lyon".

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