Todos a hacer ejercicio!!
La inactividad física causa tantas muertes como el
tabaco
Un informe publicado en 'The Lancet'
advierte que el problema debe tratarse como una pandemia
La falta de ejercicio provoca 5,3 millones de muertes al año en todo el
mundo
Por Emilio de Benito
La cura —o al menos el alivio o la prevención— para casi todos los males
no viene en pastillas o grageas. Llega en chándal y zapatillas, y consiste en
hacer ejercicio a diario. Esta es la conclusión de un trabajo que la
revista The Lancet, siempre oportunista en la elección de sus
temas, publicó ayer sobre los efectos en la salud del ejercicio físico a poco
más de una semana de los Juegos Olímpicos de Londres. O, mejor dicho, los
artículos tratan sobre lo malo que es no hacerlo. Para que el mensaje —que,
admitámoslo, no es nuevo— cale han hecho una comparación con otro de los
hábitos nocivos más frecuentes: el tabaquismo. Y la conclusión, números en la
mano, es que el sedentarismo causa en el mundo al año tantas muertes como el
fumar. En concreto, 5,3 millones al año. Esto representa aproximadamente una
décima parte de las muertes por enfermedades cardiovasculares, diabetes o
cáncer. El trabajo (o la serie de ellos, ya que The Lancet ha publicado
cinco artículos relacionados) se basan en datos de 105 países si se toman datos
de población entre 13 y 15 años, y 122 si se considera a los mayores de esa
edad.
Siendo más precisos, la inactividad es, en términos absolutos, algo más
mortal que el tabaquismo, porque las muertes que los investigadores atribuyen
al tabaco son 5,1 millones de muertes anuales. Eso sí, proporcionalmente,
todavía fumar es peor, porque lo hace menos gente: aproximadamente el 26% de la
población mundial, mientras que los inactivos, según los datos del trabajo, el
30,1%.
Al director del Centro de
Investigación Biomédica en Red de la Fisiologia de la Obesidad y la Nutrición
(Ciberobn), Felipe Casanueva, la comparación entre sedentarismo y
tabaquismo le parece “ocurrente, quizá amarillista, pero oportuna”. También le
suena. “Nosotros solíamos decir que la obesidad iba a ser una epidemia en el
siglo XXI como el tabaquismo en el XX. Ellos le han dado la vuelta”, afirma.
La OMS recomienda practicar al
menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana
Además, Casanueva reconoce que escritas negro
sobre blanco las cifras impresionan. “Sabíamos que era importante, pero esos
1.500 millones de persona que no hacen una actividad física suficiente son
muchísimos”.
El cálculo del efecto extremo de esta inactividad,
lógicamente, no se puede hacer directamente. Ningún certificado médico de
defunción dice que alguien murió de sedentarismo. Así que las defunciones se
obtienen a partir de una fracción de las producidas por enfermedades que se
sabe que se agravan por no hacer ejercicio. O las que mejoran por hacerlo. Son,
de una manera resumida, enfermedad coronaria, hipertensión, infarto, síndrome
metabólico, diabetes tipo 2, depresión y caídas. Pero incluso se ha visto que
hay una relación con dos de los cánceres más frecuentes: el de mama y el de
colon. Vamos, que prácticamente no hay tipo de enfermedad que no mejore en
personas que hacen ejercicio con regularidad: las que tienen que ver con el
sistema circulatorio —lógico—, las de metabolismo, pero también las mentales o
incluso las que en apariencia no tienen nada que ver, como los tumores (y si se
ha visto una relación clara con dos de ellos, la posibilidad de que lo estén
con el resto no se excluye). La única excepción son las enfermedades
infecciosas (lo que en el lenguaje del trabajo llaman comunicables, porque son
transmisibles y porque algunas hay que notificarlas para evitar que se
expandan), donde el ejercicio no parece que tenga tanta relación.
Más al detalle, los autores consideran que la
inactividad causa el 6% de la “carga de enfermedad” (un término que viene a
indicar no solo los casos, sino también su duración y gravedad) de las
enfermedades coronarias, el 7% de la diabetes tipo 2, el 10% del cáncer de
mama, el 10% del cáncer de pulmón y el 9% de las muertes prematuras.
El efecto de la inactividad varía según las
distintas regiones del mundo. Esto es lo esperado, ya que no es un factor que
actúe solo (y también hay problemas con la exactitud de los datos, que varía
enormemente). En líneas generales, el 27,5% de la población africana no hace el
suficiente ejercicio; en América la proporción llega al 43,3%; en lo que la OMS
llama Mediterráneo del Este (Oriente Próximo) es del 43,2; en Europa, el 34,8%,
en el sureste asiático, el 17% y en el Pacífico Occidental, el 33,7%. Las
mujeres son, en general, menos activas que los hombres (el 33,9% frente al
27,9%). Por países, por poner los extremos, la proporción de sedentarios va del
4,7% en Bangladesh al 71,9% de Malta.
Si se incrementara el
ejercicio,
la esperanza de vida
podría aumentar 0,68 años
Estas últimas cifras aclaran que se trata de una
medida que incluye el ejercicio que se podría calificar de ocupacional con el
del tiempo libre (nadie se imagina que el 95,3% de los bangladesíes vayan al
gimnasio). No se aclara en el trabajo cómo se contabilizan las actividades
domésticas. Para los países donde los trabajos han perdido el carácter físico,
como los más ricos, es la actividad durante el ocio la que cuenta más; en
otros, es la propia de la actividad laboral (labrar, cortar o acarrear agua).
Este factor hace que recomendar soluciones no sea
fácil. En el caso extremo —y el más cercano a España— el consejo está en hacer
unos 150 minutos semanales de paseo o ciclismo suave. En los niños, la cantidad
recomendada es mayor, y se puede llegar a prácticas que consuman más energía.
Casanueva reconoce que, hasta ahora, los trabajos
de grupos como el suyo sabían que el sedentarismo era un factor importante,
pero se centraban en la obesidad. “Por eso hace año y medio creamos un programa
de actividad física que lleva Empar Lurbe”. “Si no lo cuantificas, las
autoridades no hacen no lo consideran importante”, opina.
Porque el problema es tan grave que “los médicos
solo podemos llamar la atención y tocar la corneta. Aconsejar solo a la gente
que haga ejercicio no sirve. Hay que buscar los métodos para que esta práctica
sea atractiva”.
La clave del indispensable cambio está en los
colegios, afirma. “Los padres, si les quitan una hora de Matemáticas, creen que
sus hijos van a ser menos competitivos en el futuro, pero no piensan lo mismo
si les reducen las horas de gimnasia; entonces no protestan”.
Hay otro factor: no todas las personas tienen la misma
afición por el ejercicio. The Lancet dedica otro de los artículos de la serie a
los factores que influyen. La edad, el sexo, la salud, y hasta el entorno
influyen. Es lo que se llama la ecología del sedentarismo. Grupos como el de
Casanueva van a tener trabajo para rato.
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