Platón argumentaba “…que como la mente es del mundo material,
el espíritu es del mundo de las ideas, por ende es inmortal”.
Wikipedia define a la mente “…como el nombre más común del
fenómeno emergente que es responsable del entendimiento, la capacidad de crear
pensamientos, la creatividad, el aprendizaje, el raciocinio, la percepción, la
emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad, y otras habilidades
cognitivas”.
Si nos dejamos llevar por la definición de Platón, ya nos va
dando un preámbulo de que como la mente es del mundo material, significa que el
impacto que un pensamiento pueda tener en nuestro cuerpo en esta existencia es
uno real.
En los pasados 30 años se ha comprobado por medio de cientos de
estudio científicos que muchas de las enfermedades que existen hoy día tienen
su origen en la mente o como mejor se le conoce, en el área psicológica de las
personas.
Los estudios no solo confirmaron las teorías de cientos de
prominentes científicos que por décadas indicaban que el poder que tiene la
mente en nuestro entorno físico, sino que se han podido identificar su origen.
Una de esas pioneras lo fue Louise L. Hay quien a principio de
los 70's se recuperó de un cáncer terminal simplemente utilizando afirmaciones.
Esta autora fue una de las pioneras en el siglo 20 de impulsar grandemente las
enseñanzas del autor Florence Scovel Shinn quien reclamaba “…que el
pensamiento positivo tenia el poder de transformar las circunstancias materiales
en las personas”.
Por su parte otra de las personas que influyo este movimiento lo
fue Ernest Holmes quien pensaba “…que el cuerpo tenia el poder de auto
sanarse por medio del pensamiento positivo”.
Todo esto es solo un preámbulo de lo que fue en estos días un
diálogo profundo con una amiga que es enfermera graduada y vive con una
condición progresiva desde hace años (si, una condición, ya que uno vive con
ella sin tener un remedio claro o una solución al por que la causa) y me
comentaba que ella había leído recientemente un estudio el cual identificaba
que su condición pudo haber sido propiciada por un trauma en su niñez.
De
hecho, cuando compartió el estudio científico nos señaló exactamente en donde
establecía lo antes mencionado y al leerlo no me sorprendió lo que leí, ya que
conocía su historia y pude comprender el porqué de la enfermedad.
En el vuelo de regreso a casa, días mas tarde nos pusimos a
pensar en esa conversación y a comparar esa situación con cientos de personas
que conocemos que viven con condiciones diariamente y que si nos pusiéramos a
auscultar el origen de ellas, entendemos que un 90% pudieran estar relacionadas
con traumas en su niñez.
Automáticamente tomamos nuestra vida en general y nos pusimos a
pensar en las diferentes enfermedades y/o condiciones que hemos sufrido en
nuestra vida. Sorpresivamente para algunos –no para nosotros- pudimos
literalmente identificar las situaciones particulares de nuestro entorno en ese
momento y relacionarlas con nuestro pensamiento y por ende a reacción de
nuestro cuerpo a ellas.
Está de más decir que cada una de ellas comenzaron con un
pensamiento negativo hacia nosotros lo cual propicio una somatización
automática en alguna parte de nuestro cuerpo por un periodo determinado.
Ya sean las famosas alergias, condiciones respiratorios tales
como el asma, irritación en la piel, dolencias en la espalda baja, dolores en
los riñones, dolores de cabeza, dobladuras de tobillos, caídas, en fin cada una
de las condiciones o cualquier condición física ya está mas que comprobado que
tuvieron su origen en la mente de la persona.
En la era en donde todo el mundo quiere una pastilla mágica para
cualquier dolor les dejamos con esta pregunta…
¿Cuándo comenzaremos a responsabilizarnos por nuestros pensamientos
y las consecuencias de los mismos?
¿Cuándo vamos a dejar de quejarnos y comenzaremos a retomar el
control de nuestras vidas?
¿Cuándo vamos a dejar de echarle culpas a las “condiciones” que
nos aquejan y asumiremos nuestra responsabilidad de buscarle una solución a lo
que comenzó con un pensamiento?
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