Cuba: Por ambición de poder...
Por Oscar Pena
Columnista y Director del Comité Cubano Pro Derechos Humanos

En este negro aniversario cubano deseo contribuir con estas líneas a
romper un mito, leyenda o mentira que echa la culpa de estas dictaduras cubanas
a los Estados Unidos. Admitir esa falacia es tapar la verdad, es tapar nuestras
faltas. Los norteamericanos no han sido unos santos, pero la verdad es que todo
ha sido por culpa de los propios cubanos. Teníamos en 1952 transitorios
problemas --de pandillaje, corrupción, anarquía y confusión política-- pero no
justificaban el golpe de Estado que descarrilo el camino democrático del país.
Aquella acción fue solo por ambición de poder del general Fulgencio Batista. Y
si aquel crimen contra el gobierno constitucional de Cuba no se puede defender,
menos defensa tiene todavía la extremista dictadura que instauró en 1959 en
Cuba Fidel Castro. También otra acción de ambición de poder.
Si en 1959 se abría un mapa de nuestro hemisferio y se indagaba qué
país de América Latina necesitaba una revolución se tenía que concluir que Cuba
no aplicaba. Si algún país tenía buena presencia social y económica en América
Latina era Cuba. Solo obsérvese que toda la infraestructura actual que tiene el
país hoy de hospitales, edificios, fabricas, túneles, vías, etc., fueron hechos
antes de 1959. La revolución de Castro (como el golpe de Estado de Batista) fue
solo para alimentar sus enfermizos egos. El cambio de Batista por Castro fue
una sucesión de dictadores que fue de mal en peor. El primero fue un dictador
político que nunca toco la propiedad privada, pero el siguiente arraso con todo
y nos deja hoy como el primer país de América Latina que necesita una verdadera
evolución cívica.
Es duro admitirlo pero Fidel Castro contó en sus inicios con el apoyo,
inconformidad e irresponsabilidad social del pueblo cubano. Muy caro hemos
pagado nuestras ligerezas. Hemos retrocedido como nación y nos hemos
erosionados, divididos y regados por el mundo. El terror repartido de
generación en generación por hogar cubano ha sido tanto que solo se opta por la
salida del país o por la careta nacional. Ello es una de las razones del porque
la disidencia cubana se ha extraviado tanto del drama nacional y no tiene
gasolina espiritual para avanzar.
También hemos sufrido indolencia y falta de sensibilidad política del
mundo exterior. Es inconcebible que la mayoría de los países y las
instituciones mundiales hayan pensado que la Cuba de Fidel Castro es una isla
de libertad y un ejemplo. Sin embargo, así ha sido. Un régimen científicamente
totalitario y matador de todas las libertades con inexplicable simpatía
extranjera. Y si hablamos de nuestros vecinos latinoamericanos el cuadro es
todavía más deprimente. El pueblo cubano de sus últimas cuatro generaciones,
necesitaba que sus vecinos fueran un ejemplo, un faro de motivación social y
ciudadana, pero desafortunadamente descubrimos que muchos simpatizan con Fidel
Castro porque nunca habían alcanzado la atención sanitaria y educacional que
tenía Cuba antes de 1959, ni nuestro desarrollo económico. Aun con estos más de
50 años de destrucción la Habana impresiona y el pueblo cubano de ayer y de hoy
--culturalmente, científicamente y económicamente-- es la diferencia en el
hemisferio. Solo nos falta aprobar la asignatura de libertad, democracia y
seriedad cívica.
Lo diré sin ambages, ni muchas vueltas: el mal ejemplo político,
económico y social de América Latina también ha sido un importante factor a
favor del régimen de Castro para confundir más al pueblo cubano sobre la opción
de libertad. Al cubano no le gusta el comunismo de los Castro y cuando se
pueden ir para un país latinoamericano tampoco les gusta la libertad y
democracia de esos países. Mi conclusión: debemos saber buscar e implantar
nuestra ruta, nuestra solución, nuestra vía cubana.
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