Tomado de Gurú Político
Zona de confianza ¿Qué pasó con las encuestas?
Este domingo se terminó la arena que medía el tiempo restante para las elecciones presidenciales en México. Durante más de ocho meses, el lugar que ocupaban los candidatos en la carrera presidencial llenó las planas de los principales diarios, los debates radiofónicos y televisivos, y hasta las acaloradas pláticas de sobremesa.
En las reflexiones que se presentaron sobre el proceso electoral, las encuestas fueron uno de los actores principales. Panacea o mal necesario, lo cierto es que hoy en día las encuestas se han vuelto indispensables para todo político que desee contender en una elección y quiera tener un reflejo de lo que está haciendo, son información fresca que se produce al día, fundamental para el desarrollo de estrategias y un medio capaz de restar o sumar información a las decisiones de los ciudadanos, cuando se hacen públicos sus resultados.
La semana antepasada el diario español El país definía a las encuestas mexicanas como la “fiebre de esta elección”, afirmando que del 12 de abril al 26 de mayo de este año las empresas encuestadoras mexicanas efectuaron 680 encuestas, lo que calculó como “mucha información para los ciudadanos” (1).
En medio de esta “fiebre de encuestas” surgieron planteamientos sobrela necesidad de endurecer la regulación para medir su fiabilidad. Hay factores que cuestionan a las encuestas que van desde si el diseño y levantamiento de la muestra fue correcto, hasta si los partidos y medios solicitantes hicieron mala interpretación y manejo de la información o eligieron la encuesta de su preferencia.
La duda en las encuestas no es un fenómeno propio de México. En República Dominicana, previo a las elecciones efectuadas en mayo de este año, hubo desconfianza sobre el método de trabajo de las casas encuestadoras (2). En Venezuela, la casa encuestadora Keller y Asociados, con más de 35 años de experiencia, ha sufrido críticas severas en el levantamiento de su muestra (3).
En México la duda de la fiabilidad de las encuestas ha permeado tanto entre los líderes de opinión como entre la ciudadanía. Pero ante la duda, ¿qué tanto hemos avanzado para normar las encuestas y hacerlas más fiables? Actualmente hay un acuerdo del IFE, acuerdo 411, que da marco legal a las encuestas y compete a quienes deseen ordenar, realizar y publicar encuestas, pero se trata todavía de un marco con requerimientos mínimos, en el que se incluyen datos del método usado, es decir, cómo se hacen sus encuestas: el tamaño de la muestra, las fechas, etc.
Esta normatividad exige a las casas encuestadoras que se apeguen a criterios científicos de trabajo, además de que las obliga a entregar la información metodológica y sus resultados al IFE. Sin embargo, no existe manera de corroborar si la información levantada es certera o si la metodología reportada fue en realidad la que se aplicó.
Esta normatividad exige a las casas encuestadoras que se apeguen a criterios científicos de trabajo, además de que las obliga a entregar la información metodológica y sus resultados al IFE. Sin embargo, no existe manera de corroborar si la información levantada es certera o si la metodología reportada fue en realidad la que se aplicó.
En este contexto, se sumaron en este año dos ejercicios de revisión de encuestas. Uno, el del politólogo Leo Zuckermann publicado en la revista Nexos en marzo de este año y que consistió en la evaluación de los resultados de encuestas efectuadas para gobiernos estatales y misma en la que muchas encuestadoras salieron “reprobadas”. El acercamiento de Zuckerman (aunque cuestionable desde algunos puntos) es un gran intento por tratar de poner una calificación numérica a las distintas empresas encuestadoras a partir de dos variables: le “atinaron” a los resultados finales y por cuánto margen de diferencia.
Y otro, la llamada Encuesta de encuestas, seguimiento que hizo ADN político de manera asequible y clara de las principales casas encuestadoras en México y que sirvió como un observatorio que reunió datos desde marzo de 2011 hasta junio de 2012. Esta Poll of polls, permite que el ciudadano lleve no sólo un seguimiento de los resultados publicados por las distintas casas encuestadoras, sino que también permite comparar una empresa con otra. Esto, sin duda, abona a que la gente se forme su propio criterio sobre la confiabilidad de las distintas empresas de investigación.
Dentro de la misma normatividad existente, el COFIPE resolvió una veda electoral que cesó la publicación de encuestas tres días antes de la elección, evitando que el ciudadano escuchara el canto de las sirenas y pudiera quedarse en silencio sólo con su conciencia.
Pero pasada esta veda y después de los comicios electorales, vale la pena hacer un recuento de los resultados de los candidatos en las últimas mediciones de cada empresa, y contrastarlo con los datos arrojados por el PREP, para analizar el desempeño de las principales casas encuestadoras en México.
Es importante abrir esta información para el escrutinio público, para evitar asimetrías informativas y para que el ciudadano, al ver una encuesta, algunas de ellas muy prestigiosas o publicadas en diarios prestigiosos, decida si creer o no en sus resultados en función de su desempeño.
A continuación presento las cifras de preferencia efectiva, concernientes a los tres candidatos punteros los últimos resultados en las diez principales casas encuestadoras en México (se incluye el medio de comunicación en el que se publicaron, cuando aplica).
A continuación presento las cifras de preferencia efectiva, concernientes a los tres candidatos punteros los últimos resultados en las diez principales casas encuestadoras en México (se incluye el medio de comunicación en el que se publicaron, cuando aplica).
Si bien todas las casas encuestadoras acertaron respecto al ganador: Enrique Peña Nieto, es importante decir que la variación de datos en las encuestas mostraban diferencias entre el primero y el segundo lugar que iban desde 18 hasta 4 puntos.
A continuación presento una tabla en donde analizo con cuántos puntos más arriba de los obtenidos estimaban las casas encuestadoras a Enrique Peña Nieto, cuál era la diferencia que estas casas marcaban entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador y finalmente, cuántos puntos arriba o abajo estuvieron las encuestas respecto al resultado del PREP.
Como podemos observar en la tabla no todas las encuestas fallaron, sólo algunas. Por un lado, casas como Mitofsky, Buendía y Laredo, BGC, Parametría y GEA-ISA traían “sobre-estimado” a Peña Nieto hasta por 7 puntos porcentuales. Por el otro tenemos a las empresas que reportaron resultados similares a los finales, o al menos dentro del margen de error. Las casas encuestadoras que más se acercaron al resultado final de Peña Nieto (38.15 puntos) fueron Ipsos-Bimsa y Covarubias, quien en su última encuesta lo estimaron 2.92 puntos arriba del resultado final. En segundo lugar en precisión lo tiene Demotecnia que lo calculó 3.08 puntos por debajo del resultado final del priísta.
Ahora bien, no basta con sólo considerar la variable de qué tan sobre estimado reportaron al candidato priista, sino también que tan subestimado tenían a López Obrador, el segundo lugar en la contienda. Si analizamos la distancia entre el primer y segundo lugar, observamos que quien más acertó fue Berumen/ OEU, que estimaba esta diferencia en 6.1 puntos, el resultado final del conteo del PREP fue de 6.4, por lo que tuvo un error de tan sólo 0.3%. La segunda casa encuestadora que más acertó fue Ipsos-Bimsa, que calculaba esta diferencia en 7 puntos, equivocándose con 0.6 puntos de más y le sigue Demotecnia con 3.6 de diferencia.
Pero así como hubo encuestas que acertaron, hubo también las que fallaron y con mucho. La equivocación más grande fue la de Milenio GEA-ISA, que erró por 7.42 puntos en el resultado final obtenido por Enrique Peña Nieto y por más de 12 puntos en la diferencia entre Peña Nieto y López Obrador. Esto es casi 3 veces el margen de error reportado por la empresa y por el medio de comunicación.
El segundo que más se equivocó en el resultado de Peña Nieto fue Mitofsky que falló en acertar por más de 6 puntos, y que en la diferencia entre el primero y el segundo aseguró que existían 15.1% de distancia, casi 9 puntos porcentuales más del resultado obtenido en el PREP. Siguiendo con la diferencia entre Peña Nieto y Andrés Manuel, la encuesta de El Universal- Buendía y Laredo se “equivocó” por más de 9 puntos.
Como podemos ver las casas que más se equivocaron son precisamente las que sobrestimaron el resultado de Enrique Peña Nieto y que reportaban una distancia entre el puntero y el segundo de más de 15 puntos. El problema con estas casas encuestadoras, como generadoras de opinión pública, es que en su mayoría están vinculadas a un diario o publicación periódica, por lo que su error fue reproducido de manera continua, mientras que las acertadas fueron precisamente las que no dispusieron de estos medios de comunicación. Tanto GEA-ISA, como Buendía y Laredo, Parametría y BGC contaron con el apoyo y quizá patrocinio de diarios nacionales, mientras que Mitofsky, empresa fuertemente ligada con Televisa, presentó semanalmente sus avances en el noticiero radiofónico de Joaquín López Dóriga.
Es muy tarde para hacer proposiciones contrafácticas y preguntarnos qué hubiera pasado en la decisión del votante de haber conocido sistemáticamente no sólo las encuestas que decían que Peña Nieto se impondría en la elección, sino también la información de las encuestas menos publicitadas y más certeras que daban una distancia menor entre los dos principales contendientes. Lo que sí podemos hacer es preguntarnos si el error o errores en las encuestas ¿fue de método? ¿fue algo inesperado?¿la realidad no se ajustó a las encuestas como otras veces nos han dicho ya? No podemos seguir culpando a los encuestados de las faltas de las encuestas. Es momento de que el gremio revise a fondo las metodologías, analice los modelos de aplicación pero, sobre todo, renueve su compromiso ético con la ciencia.
Aquellos que han puesto en el patíbulo a las encuestas y a las encuestadoras acusándolos de ser los principales responsables de la victoria de uno y la derrota de otro, están muy equivocados. Las encuestas no son más que una fuente más de información que influye en los votantes. Sin embargo, no podemos –ni ciudadanos ni encuestadores, voltear la mirada ante las acusaciones. El gremio de los investigadores sociales tiene la obligación de apegarse a códigos de ética y a dar la cara en estos momentos. Los electores merecen una explicación convincente. Las casas encuestadoras que erraron más que disculparse con los ciudadanos deben explicar qué fue lo que ocurrió y evitar que se dude de su honorabilidad.
En el mes de marzo Leo Zuckermann definía a las casas encuestadoras mexicanas en su artículo de la revista Nexos como “una industria de clase mundial”, lo que creo cierto, pero también creo que ahora hace falta demostrar que somos una industria que avanza a una nueva etapa, ya no sólo con metodologías estandarizadas, sino también con transparencia y con herramientas de auditoría. Este gremio depende de la reputación y es labor de todos cuidarla.
(1) El País: Las encuestas confunden a los votantes mexicanos: http://www.adnpolitico.com/2012/2012/06/20/el-pais-las-encuestas-confunden-a-los-votantes-mexicanos
(2) Encuestas Elecciones Presidenciales 2012 República Dominicana: http://www.youtube.com/watch?v=X5KK9qcjriA
(3) Guerra de encuestas en Venezuela: ¿Aclaran el panorama electoral?: http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/111829/guerra-de-encuestas-en-venezuela-%C2%BFaclaran-el-panorama-electoral/
Rosa Velia Suárez Sánchez, Investigadora Junior de Dinamia Consultores, empresa dedicada a la investigación social y de opinión pública, es egresada de las Licenciaturas en Política y Administración Pública de El Colegio de México y de Letras Clásicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Se ha desarrollado profesionalmente como asistente de investigación y asesora de discurso político. Coreo: velia.suarez@dinamia.com.mx
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