miércoles, 25 de julio de 2012

La década de la inmediatez


Por Waldemar Serrano-Burgos

 La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa. 
[Gregorio Marañon]

El siglo 21 ha sido considerado por muchos la década de la tecnología y los avances en el mundo la ciencia, pero para nosotros es la década de la inmediatez.

Hoy día vivimos rodeados no solo de tecnología que jamás hubiésemos pensado posible, pero a su vez hay una epidemia rampante de un sentido de urgencia, prisa y una necesidad de que todo lo necesito al instante.

Hemos llegado al punto en donde existe una falsa impresión de que tenemos que estar conectados para ser felices, que necesitamos tener la respuesta a todas nuestras dudas y situaciones al movimiento de un dedo.

Tan reciente como hace unos cuantos meses la empresa Google anunció que están en proceso de sacar al mercado unas gafas que se podrán mediante el WiFi conectarse a la internet, parecida a la tecnología que utilizan algunos soldados del ejército de los Estados Unidos hoy día.

Hoy día preferimos textiar, lo cual nos toma más tiempo –pensar lo que voy a decir, escribirlo con los dedos, enviar y después esperar a la contestación– en vez de levantar el teléfono –que solo tienes que utilizar un solo dedo para marcar el teléfono y darle a send– en donde automáticamente tengo acceso a la persona y resuelvo todo lo que te que tenga que resolver en una sola acción.

Hay personas que se sientan en una mesa en un restaurante a comer con unos amigos y están mas tiempo verificando en su celular las redes sociales o jugando juegos que lo que hablan entre si. Otras se la pasan tomando fotos y videos que nunca imprimen o editan para la posteridad.

A su vez, están los que duermen con el celular al lado de la cama y en vez de dar las estirarse o dar las gracias por un día mas de vida, verifican a ver quien le envió un mensaje.

No estamos criticando y mucho menos desprestigiando lo que para muchos ha sido la llave para derrocar dictadores, encontrar nuevos hallazgos, planificar mejor los viajes, temer información al instante de lo que está pasando en cada rincón del mundo y unir familias por el pin, facetime o el skype.

Es que las personas están creando una falsa expectativa de que la vida es así de rápida como las contestaciones que reciben.

Se olvidan que una semilla tiene que ser germinada por los elementos básicos del universo para que pueda dar frutos, que las relaciones humanas son la suma de experiencias vividas en momentos determinados, lo que hacen que esa conexión sea divina.

Las conversaciones están siendo sustituidas por una materia que no puede transmitir el sentimiento genuino que nuestra alma. Las clonaciones se podrán dar, pero lo que no pueden clonar es la esencia del ser humano, la razón la podrán poner en tablas, pero la interpretación es una infinita e individual.

Qué tal si nos olvidamos de la inmediatez por un momento y recordamos que la vida es todo aquellos que experimentamos segundo a segundo, que siempre cada acción tendrá una reacción.
 
Qué tal si recordamos que ningún día será igual, que la paciencia es una virtud que se adquiere con el pasar de los años y que el resultado de lo que queramos, es solo un reflejo de lo que nuestra mente nos haga ver.

Que tal si nos detenemos un momento y realizamos que la inmediatez no nos conduce a nada, que solo viviendo el ahora, es que nuestra humanidad se unirá con nuestra realidad y nos llevara por el camino de la verdad absoluta y universal.

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