Por Waldemar
Serrano-Burgos
La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa.
[Gregorio Marañon]
El siglo 21 ha sido
considerado por muchos la década de la tecnología y los avances en el mundo la
ciencia, pero para nosotros es la década de la inmediatez.
Hoy día vivimos
rodeados no solo de tecnología que jamás hubiésemos pensado posible, pero a su
vez hay una epidemia rampante de un sentido de urgencia, prisa y una necesidad
de que todo lo necesito al instante.
Hemos llegado al punto
en donde existe una falsa impresión de que tenemos que estar conectados para
ser felices, que necesitamos tener la respuesta a todas nuestras dudas y
situaciones al movimiento de un dedo.
Tan reciente como hace
unos cuantos meses la empresa Google anunció que están en proceso de sacar al
mercado unas gafas que se podrán mediante el WiFi conectarse a la internet,
parecida a la tecnología que utilizan algunos soldados del ejército de los
Estados Unidos hoy día.
Hoy día preferimos
textiar, lo cual nos toma más tiempo –pensar lo que voy a decir, escribirlo con
los dedos, enviar y después esperar a la contestación– en vez de levantar el
teléfono –que solo tienes que utilizar un solo dedo para marcar el teléfono y
darle a send– en donde automáticamente tengo acceso a la persona y resuelvo
todo lo que te que tenga que resolver en una sola acción.
Hay personas que se
sientan en una mesa en un restaurante a comer con unos amigos y están mas
tiempo verificando en su celular las redes sociales o jugando juegos que lo que
hablan entre si. Otras se la pasan tomando fotos y videos que nunca imprimen o
editan para la posteridad.
A su vez, están los
que duermen con el celular al lado de la cama y en vez de dar las estirarse o
dar las gracias por un día mas de vida, verifican a ver quien le envió un
mensaje.
No estamos criticando
y mucho menos desprestigiando lo que para muchos ha sido la llave para derrocar
dictadores, encontrar nuevos hallazgos, planificar mejor los viajes, temer
información al instante de lo que está pasando en cada rincón del mundo y unir
familias por el pin, facetime o el skype.
Es que las personas
están creando una falsa expectativa de que la vida es así de rápida como las
contestaciones que reciben.
Se olvidan que una
semilla tiene que ser germinada por los elementos básicos del universo para que
pueda dar frutos, que las relaciones humanas son la suma de experiencias
vividas en momentos determinados, lo que hacen que esa conexión sea divina.
Las conversaciones
están siendo sustituidas por una materia que no puede transmitir el sentimiento
genuino que nuestra alma. Las clonaciones se podrán dar, pero lo que no pueden
clonar es la esencia del ser humano, la razón la podrán poner en tablas, pero
la interpretación es una infinita e individual.
Qué tal si nos
olvidamos de la inmediatez por un momento y recordamos que la vida es todo
aquellos que experimentamos segundo a segundo, que siempre cada acción tendrá
una reacción.
Qué tal si recordamos
que ningún día será igual, que la paciencia es una virtud que se adquiere con
el pasar de los años y que el resultado de lo que queramos, es solo un reflejo
de lo que nuestra mente nos haga ver.
Que tal si nos
detenemos un momento y realizamos que la inmediatez no nos conduce a nada, que
solo viviendo el ahora, es que nuestra humanidad se unirá con nuestra realidad
y nos llevara por el camino de la verdad absoluta y universal.
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