Tomado de BBC Mundo
Según la investigación, más de la mitad de los integrantes de la Cámara de Representantes usaron su influencia con sus familiares.
Estados
Unidos está entre los países menos corruptos del mundo, según el ranking de la
ONG Transparencia Internacional. Sin embargo, parece que incluso en Washington
es buen negocio tener un familiar político.
Un informe
de la entidad Ciudadanos por la Responsabilidad y Ética en Washington (CREW por
sus siglas en inglés) detalla cómo los congresistas han utilizado sus cargos y
millones de dólares para mejorar la economía de sus parientes.
La
investigación encontró que más de la mitad de los integrantes de la Cámara de
Representantes ha utilizado su influencia para darle empleo a sus familiares,
otorgarles favores económicos o pagarles por toda clase de servicios.
Además,
utilizando su poder para escribir las leyes, han orientado más de US$150
millones para los negocios de sus allegados.
Por
ejemplo, Kay Granger, republicana por Texas, otorgó US$28,3 millones a un
proyecto de obras públicas que dirigía su hijo.
El demócrata
Michael Simpson, de Idaho, designó más de US$12 millones para la empresa de su
esposa y John Mica, representante de la Florida, otorgó US$13 millones a una
firma para la cual trabajaba su hija, que además apoyaba un controversial
proyecto de construcción en su distrito.
El republicano Ron Paul tiene a seis familiares trabajando en su oficina del Capitolio.
Valores
familiares en el Capitolio
Otros
congresistas prefieren contratar directamente a sus familiares con los fondos
de operación del Congreso, como el caso de Ron Paul, legislador republicano de
Texas e incansable candidato presidencial. Ron Paul, quien aboga asiduamente
por la abstinencia fiscal, tiene a seis familiares trabajando en su oficina del
Capitolio, incluyendo a su hermano, su hija, dos nietos, e incluso a la suegra
de su hija.
Maxine
Waters, demócrata de California, que recientemente fue investigada por
violaciones éticas, tiene a su hija y nieto trabajando en el Congreso. Su caso
sobresale porque entre los dos cobran casi US$500.000, tres veces más de lo que
gana la misma congresista. En comparación, los seis familiares de Ron Paul
trabajan por US$300.000.
Waters se
defiende asegurando que no ha hecho nada ilegal y que mientras sus familiares
"hacen su trabajo, yo hago el mío".
La
congresista, que lleva más de 30 años en el Congreso, agregó en una entrevista
a Los Angeles Times: "Estoy orgullosa de nuestro trabajo. Nuestro
trabajo ha sido consistente durante mi carrera. No hemos cometido ninguna
violación de los códigos".
Sin
embargo, el récord actual lo tiene el congresista Alcee Hastings de la Florida,
quien contrató a su novia Patricia Williams por US$622.574. Hastings le debe
casi un millón de dólares a Williams porque en calidad de abogada lo defendió
durante un juicio por soborno en los años 1980. Hastings perdió el caso y fue
censurado por la Cámara de Representantes en 1988.
Además de
las contrataciones directas, una práctica más común entre los legisladores es
pagarle a sus familiares por "servicios varios" relacionados a sus
gastos de campaña.
Tres
congresistas de Minesota, Luisiana y Utah dieron miles de dólares a sus esposas
por cuidar a sus propios hijos y otro utilizó fondos electorales para llevar a
su familia a una lujosa boda en Irlanda. Un legislador de Illinois se pagó a sí
mismo más de US$104.000 por gastos de hotel, incluyendo un viaje "de campaña"
a Grecia.
Todo es
legal
"Este
informe demuestra que para los legisladores es cuestión de rutina utilizar sus
cargos para beneficiar a sus familiares", explica Melanie Sloan, directora
ejecutiva de CREW, entidad que publicó la investigación.
Según
Sloan, los políticos emplean todo tipo de tácticas para disimular los gastos a
favor de sus parientes y son muy creativos con la contabilidad de sus campañas.
Los ciudadanos raramente se enteran de lo que pasa dentro del Capitolio,
agrega.
Sloan
admite que aunque esta situación es "escandalosa" y nada ética, es
legal y completamente bipartidista.
Y
precisamente esto es lo que argumentan muchos de los legisladores señalados.
Aseguran que parte de su papel como congresistas es velar por el bienestar de
sus distritos y de quienes apoyan sus causas.
"Utilizar
un puesto público para su enriquecimiento personal no es ilegal, pero en
Washington, que eso sea legal es lo escandaloso", dijo Sloan a BBC Mundo.
Sloan no
es la única que tiene esta opinión en la capital estadounidense.
Irónicamente,
Jack Abramoff, el famoso "lobista" que terminó en la cárcel por un
multimillonario escándalo de corrupción y tráfico de influencias durante la administración
de George W. Bush, asegura que el sistema en sí permite y facilita este tipo de
comportamiento.
"La
gente tiene la impresión de que la corrupción se da sólo cuando alguien entrega
un cheque a cambio de un favor. Ese no es el caso… En mi opinión, ocurre cuando
le das una gratificación o un favor a alguien que debe tomar decisiones a favor
del bien público.
Esto
ocurre todos los días", explica Abramoff, quien alguna vez aseguró tener a
cerca de 100 congresistas en su bolsillo.
Abramoff,
quien tras salir de la cárcel en 2010 escribió un libro y ahora tiene un
programa de radio, aseguró en una entrevista con CBS que hasta que no se cambie
el sistema, habrá corrupción en la capital de Estados Unidos.
"Si
tomas la decisión de servir para el bien público, entonces sirve al público y
no ti mismo. Washington es un lugar peligroso", recalcó.
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