sábado, 7 de julio de 2012

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: VALORAR EL SER O EL TENER





       O lo que es lo mismo, establecer la diferencia entre valores espirituales y valores materiales. Y aunque pareciera que la frontera entre lo uno y lo otro está bien clara, la verdad es que nunca como ahora ha estado tan confusa, porque el consumismo atroz a que nos empuja la exagerada presión comercial que vivimos (sufrimos) en la actualidad, provoca una crisis de valores en la cual el ser humano se siente bastante incómodo, y busca ansiosamente una satisfacción, una respuesta, o nuevos valores que devuelvan el sentido a la vida.
      
       Esa es la explicación de la espectacular movilidad religiosa que se vive en la actualidad, en la que las iglesias tradicionales tienden a ser asociadas al contexto del que se trata de escapar, y surgen nuevas tendencias religiosas que tratan de ofrecer los mismos valores universales de siempre, pero con el nombre cambiado, y con técnicas diferentes que los hagan más atractivos. Esa es la explicación también de la búsqueda de sensaciones nuevas, relacionadas con temas tradicionalmente tabú, como el sexo, las drogas, etc., o de emociones excesivamente  intensas, como arrojarse, sujeto por los pies, desde un puente; o de riesgos absurdos, como la velocidad al timón.

       Y esa es la explicación también de que muchas personas opten por buscar la satisfacción dentro del mismo materialismo, puesto que ya perdieron toda referencia con cualquier otro tipo de valor. Son las personas que todo lo miden con dinero, y para las que todo vale... dinero; que es el medio para obtener bienes materiales, los cuales se constituyen en el fin supremo. Y, por último, esa es también la explicación de la degeneración de algunas personas, para las cuales el dinero pierde su auténtico significado como medio para algo (incluso para lo material), y se convierte, por sí mismo, en el fin supremo; es decir, el dinero ya ni siquiera es para algo, sino al contrario,  todo es para el dinero. Ello justifica la actitud de las personas que cometen delitos de tipo económico, aún gozando de una situación económica privilegiada.

       La valoración de lo material por encima de lo espiritual, alentada por la presión comercial, es, de alguna forma, un síntoma de deterioro de la salud mental que afecta seriamente a cada vez más personas, y, en alguna medida, a casi todos nosotros. Muchos de los que buscan a través de una nuevas tendencias religiosas, consiguen encontrar lo que aparentemente son nuevos valores espirituales que vuelven a dar sentido a su vida. En realidad, no existen tales nuevos valores espirituales; son los mismos de siempre, porque son universales y son eternos. Tal vez a través de otra religión se aprende a verlos desde otra óptica o se siente una motivación diferente. De todos modos, lo importante es no perderlos como referencia, sea cual sea la posición desde donde se miren, porque ellos son los criterios fundamentales que dan firmeza, estabilidad y una orientación clara a la vida del ser humano. La persona que valora el ser por encima de todo, tiene una buena salud mental, y si surge alguna circunstancia desafortunada que le desestabilice, esta situación es pasajera y fácilmente vuelve a recuperar su salud.

       ¿En dónde queda entonces la valoración de lo material? ¿Es malo valorar lo material?. No y sí, depende de la forma en que se haga. Lo material es valioso porque nos puede servir para alcanzar otros valores de tipo más espiritual, como la educación, la capacitación, sana recreación, mantener y disfrutar de una familia, o un buen nivel de bienestar, por ejemplo; y al hablar de bienestar, por supuesto, no nos referimos al bienestar aparente que los demás pueden apreciar, porque ese, normalmente, también se suele medir en términos materiales; nos referimos al bienestar interior que uno puede ser capaz de sentir, sin plantearse qué es lo que los demás ven, y que nada tiene que ver con lo material, aunque lo material haya sido un medio de alcanzarlo.
 
       Es decir, que la frontera entre lo sano y lo insano, es ese punto en el que lo material deja de ser un medio, y se convierte en el objetivo fundamental de la existencia, por encima de los valores espirituales. Considerándolo como medio, como instrumento, lo material llega a ser de importancia fundamental por debajo de ciertos niveles, donde, por su carencia, algunos de esos valores espirituales son difícilmente accesibles, y sobre todo, en los niveles económicamente más desfavorables, en los que las condiciones no hacen tan fácil aprender y asimilar algunos de los valores espirituales más fundamentales, como la verdad, la honradez, etc.

       A quien valora más el ser que el tener, los demás lo valoran a él por lo que es, a quien valora más el tener que el ser, los demás lo valoran a él por lo que tiene.

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