jueves, 14 de abril de 2011

Radiografía de la consultoría política

Tomado de Gurú Político

Por Rafa Laza


Hace ya unos meses el politólogo catalán Roger Fort se puso en contacto conmigo, además de con otros profesionales, para plantearme una serie de preguntas sobre el trabajo del consultor político, dentro de su proyecto de fin de master. El trabajo supone una completa radiografía de la consultoría política a la que he tenido la oportunidad de dejar mi particular impronta. En las próximas líneas os hago un breve resumen de algunos de los muchos aspectos que aborda la entrevista, compuesta por 37 preguntas divididas en 4 grandes bloques, y de mi particular visión sobre alguno de ellos:

Definición, tareas y objetivos del consultor político.

Como señala Rafa Rubio en su recomendable blog, el papel real del consultor político “se aleja bastante de la imagen tradicional del Rasputín que maneja los hilos en la sombra, del spindoctor, el Maquiavelo moderno, que domina las claves de la ambigüedad y la mentira, o incluso del gurú…”. Más bien al contrario. El consultor político es un profesional multiusos, a veces director de comunicación, a veces jefe de prensa, otras coacher, formador de portavoces, director de campaña, estratega, asesor personal…

Más concretamente, y desde mi punto de vista, un consultor político es un profesional que ayuda a políticos y organizaciones políticas a comunicar mejor, tanto la propia marca como las políticas que se llevan a cabo. Es la persona encargada de encajar la estrategia política en la estrategia de comunicación. El consultor ayuda al político a implementar la metodología adecuada para identificar las preocupaciones de los ciudadanos, construir los mensajes, y a desarrollar las estrategias de comunicación necesarias para hacerlos llegar al público.

Debe ser una persona de confianza del político, con formación en comunicación política y/o marketing político. El gran objetivo del consultor debe ser el de ayudar al político a implementar una metodología de trabajo orientada a escuchar a los ciudadanos, atender sus necesidades y hacer coincidir sus líneas de actuación con las demandas de la ciudadanía. Para ello, resulta fundamental la investigación de los temas.

Un segundo objetivo dependiente de éste es el de ayudar a políticos y organizaciones políticas a comunicar mejor.

Influencia del consultor político.

Depende de la importancia que el político otorgue a la comunicación en general y al papel del consultor político en particular. Si el político está plenamente convencido de la necesidad de contar con un consultor y le da libertad para trabajar, su papel será influyente. Si el político sólo se acuerda del consultor cuando hay problemas y requiere de él soluciones de urgencia, su influencia se verá limitada y el potencial de su trabajo también.

Prototipo del político ideal desde el punto de vista del consultor.

Aunque parezca de Perogrullo, lo fundamental es que el candidato esté plenamente convencido de la necesidad de contar con un consultor político y de que éste diseñe y dirija la campaña, tanto permanente como electoral. Que confíe en él, en sus métodos, y sobre todo, en la capacidad de la comunicación política para ofrecer respuestas a las preguntas y habilitar las herramientas de comunicación necesarias para hacer llegar su mensaje.

Por otra parte, es muy importante que haya una relación de confianza entre ambas partes. En mi opinión, resulta fundamental que exista una importante complicidad entre el consultor político y el político para el que trabaja. El trabajo de un consultor político forma parte de la estrategia, por lo que debe tener acceso a toda la información.

Por otra parte, el consultor político tiene mucho de coacher, y para ello hacen falta muchas horas de conversación entre político y consultor. Hace falta complicidad y empatía. De lo contrario, la relación no será del todo fructífera.

El aspecto ideológico.

¿Puede un consultor trabajar para un político ajeno a su ideología? Yo hablaría más de ética y confianza que de ideología, a no ser que el consultor tenga una ideología política tan definida y ‘militante’ que le cree problemas. Lo fundamental es que el consultor crea en el político para el que trabaja. En su honradez, en sus ideales, en su capacidad… Si él no se lo cree, es complicado que se lo acabe creyendo el público.

La actividad del político, su mensaje, su modo de actuar y de comunicar, debe sustentarse en unos ideales, en unos principios éticos. Particularmente, creo en un modelo de consultor político full time, una persona de plena confianza del político y por lo tanto que forme parte de su equipo. Si el consultor no cree en la honradez del político en cuestión y en la legitimidad de sus objetivos, creo que es complicado que haga bien su trabajo.

No obstante, también es cierto que un consultor puede trabajar en diseñar campañas puntuales o abordar aspectos concretos de la formación, para lo que no sería necesaria tanta implicación.

Recelos y oportunidades que despierta la consultoría política.

Cada vez son más los políticos y partidos políticos que entienden que la el trabajo que desempeña un consultor no sólo es útil sino también necesario, siempre entendido desde su aspecto más estratégico. John Napolitan, considerado el padre de la consultoría moderna, establece una premisa sine quanom para que la relación entre el político y su consultor sea fructífera: “El consultor político no es una amenaza para el político, está de tu lado”.

Históricamente se da un choque cultural entre las organizaciones políticas y la comunicación en general y la consultoría política en particular. De hecho, todavía hay muchos políticos que desconocen el papel del consultor político e incluso lo confunden con el jefe/a de prensa.

Algunos partidos todavía mantienen vigente la antigua estructura de comunicación formada íntegramente por jefe/as de prensa concebidos como secretarios de prensa. La figura del jefe de prensa sigue siendo hoy en día necesaria, imprescindible diría yo, pero siempre compatible con un profesional con formación en comunicación política encargado de encajar la estrategia política en la estrategia de comunicación.

El jefe de prensa es el profesional encargado de mantener la relación con los medios de comunicación (publicity), redactar notas de prensa, estar al tanto de lo que hablan los medios, informar y asesor al político sobre cómo relacionarse con los periodistas y preparar y afrontar las comparecencias públicas, etc. Es un trabajo, por lo tanto, fundamental y necesario. Pero diferente al del consultor político. Ni mejor ni peor. Ambos son necesarios y compatibles.

Sin embargo, son todavía pocos los partidos, instituciones y organizaciones políticas que han superado el modelo tradicional del jefe de prensa todoterreno para incorporar al staff la figura del consultor político con formación en comunicación y/o marketing político como responsable de comunicación. Aunque debo admitir que, en mi caso, afortunadamente, siempre he contado con el apoyo y la complicidad tanto del político como del partido político para el que trabajo, sí me consta por compañeros de profesión que todavía hay políticos que ven al consultor como una amenaza, alguien de fuera del que no se fían, al que no se atreven a fiarle toda la información.

Si un político y su equipo –muy importante esto- no están convencidos de contratar a un consultor político, es mejor que no lo hagan, porque no servirá para nada.

Hoy en día, los partidos políticos cada vez se están abriendo más, incorporando a personas con experiencia en la empresa privada, lo que les hace más permeables a la consultoría externa.

En cualquier caso, y como señala Napolitan, es recomendable que el consultor político pertenezca al equipo de confianza del político. De lo contrario, su trabajo y también sus logros, se verán limitados.

Al mismo tiempo, considero que si el consultor político trabaja durante toda la legislatura, la campaña permanente, en un puesto de confianza del político, muy próximo a él, bien sea dentro o fuera de la organización, estos recelos desaparecen, tanto por parte del político como por parte de su equipo y del propio partido.

Twitter: @RafaLaza

1 comentario:

  1. Interesante artículo; sin embargo, me van a permitir discrepar en lo siguiente: (seguro que han leído El Político y El Científico de Weber) Como se dice en esta obra, y es algo en lo que estoy de acuerdo, una cosa es ser asesor/consultor político (científico) y otra muy distinta es ser político. Yo considero que si queremos una verdadera profesionalización de la figura del consultor político (y no que impepinablemente un miembro del partido en cuestión, que la mayor de las veces tiene poca idea de lo que es la comunicación política porque responde a otra formación muy distinta, por mucho que le agrade la política) debemos de promover la contratación de esta figura de dentro y fuera del partido. Creo que un buen consultor es aquel que hace ganar al candidato cuyo partido lo contrata, sin necesidad de que comulgue con su ideología. Por la misma razón que un abogado no solo defiende al ``bueno´´, sino también al asesino (por poner un ejemplo), un consultor debe y puede hacer ganar a un candidato cuyo partido sea el más afín al asesor contratado o cuyo partido sea el más lejano, ideológicamente hablando. Creo que si no se empieza a promover este tipo de conducta, los políticos nunca terminarán de creerse la utilidad de un consultor político.

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