domingo, 17 de abril de 2011

El otro lado de la moneda

Por Waldemar Serrano


Un cura le dijo a una viuda al finalizar los actos fúnebres que “Dios no le da una carga a nadie que no la pueda cargar”, ella vestida de negro de punta a punta, gafas oscuras de marca y lágrimas bajándole por ambas mejillas pausó en su andar y con voz firme le dijo “pues maldita sea mi fortaleza, para que la quiero, si mi esposo no está vivo. Para que quiero esto, si el hombre que amo está muerto”.

Sus palabras fueron precisas, con un dolor que no podré comprender jamás, su tono de voz contundente –que retumbó las paredes del alma de todo aquel que estaba cerca a ella– y su angustia era evidentemente desgarradora.

En quien en vida fuese su esposo, era una persona 100% saludable, de 35 años de edad, atleta toda su vida, sin vicios, vegetariano y sobre todo un hombre que lo amaba todo aquel que tenía algún contacto con él.

Este que estaba lleno de energía y de vida en menos 315 días sucumbió ante una de las peores epidemias que la humanidad ha vivido en las pasadas décadas; el cáncer.

Tan solo en mi círculo inmediato de amistades tan reciente como el día de ayer una amiga estaba compartiendo cómo después de años de haber sido una protagonista de largas y arduas batallas las cuales había ganado, minutos antes le habían notificando que células que hace un año no estaban resucitaron como ladrones en la noche.

A su vez, un vecino con el cual compartía cientos de horas y a menos de dos años de su jubilación – la cual cada día sabía las horas, minutos y días que le quedaban para ese gran evento- la epidemia tocó a su puerta y a pesar de estar en los mejores hospitales de Norte América y ser privilegiado de estar en tratamientos de avanzada, pereció en menos de un año.

Por otro lado debo señalar el otro lado de la moneda, en donde he sido protagonista de cómo seres extraordinarios han vencido de una forma “milagrosa” esa batalla, que ni sus médicos, familiares y allegados tienen una explicación lógica y/o científica de lo que a duras penas es un ejemplo que esta enfermedad no está ganando.

Otro vivo ejemplo es el segundo de mis hermanos que no tan solo es un “milagro” de esta primera epidemia, sino que lleva alojando por espacio de 17 años en una parte ínfima de su cuerpo células de la misma calaña la cual atacan la inmunodeficiencia del cuerpo.

Al día de hoy, está vivito y coleando, luchando por los derechos de aquellos que no tienen voz en la comunidad LBGTT y caminando las calles del mundo sonriéndole a la vida.

Al escribir esta columna mi intención no es condenar los sentimientos reales de una viuda o aplaudir el otro lado de la moneda en donde saltan y brincan de la alegría por “vencer”.

Mi finalidad es que nos detengamos del ajetreo diario y nos demos cuenta de la importancia de nuestra espiritualidad –no la religión, ya que hay una gran diferencia del cielo a la tierra–.

Ese es un componente tan esencial para vivir, el cual nos extiende la mano en momentos de vulnerabilidad y nos aplaude en circunstancias de regocijo.

Te invito a que te preguntes ¿Cómo expresas diariamente tu espiritualidad? ¿Cuáles son esas cosas en tu vida que te llevan a sentir eso? ¿Qué estás haciendo hoy para fortalecer ese elemento trascendental en la vida de un ser humano para hacer camino al andar?

En la foto a la izquierda una niña sobreviviente de Cancer.

Hoy te exhorto a que camines hacia una introspección en tu alma y hagas una búsqueda minuciosa de este elemento tan esencial como el oxígeno.

Cuando lo encuentres te garantizo que tu vida tendrá un giro de 360 grados y tu andar será uno liviano y reconfortante.

Waldemar Serrano-Burgos, CEC, ACC es Life Coach Certificado Internacional, actualmente trabaja en los mercados de Miami, Puerto Rico y Republica Dominicana. Puede contactarlo al 305.335.4044 o por email wsbcoaching@gmail.com

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