Por Braulio Moro
El tercer encuentro de las principales economías emergentes decidió no incomodar al país anfitrión, China. El valor del yuan, la moneda china, no fue abordado durante la reunión pese a los crecientes desequilibrios que genera para el comercio mundial.
Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, los países que hace una década dieron orígen al célebre acrónimo de BRIC (Sudáfrica se incorporó al grupo el año pasado), se encontraron este 14 de abril en la isla de Hainan, China para coordinar su acción a nivel internacional. En el texto de la declaración final los BRICS critican el uso de la fuerza contra el gobierno libio, afirman su « profunda » preocupación por la situación en Oriente Medio, llaman a reformar el Consejo de la Seguridad de la ONU -instancia en la que Brasil, India y Sudáfrica aspiran a obtener un puesto definitivo-, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), y advierten sobre los riegos de la volatilidad de los precios de los commodities (energía, materias primas) y de los « flujos masivos internacionales de capital a los que se ven enfrentados actualmente las economías emergentes ».
Formalmente esta cita ha sido un éxito. Otro es el balance cuando se observan las maniobras de Pekín y los temas que quedaron fuera del menú de discusiones. En efecto, previsto inicialmente para durar dos días, el encuentro fue recortado a una jornada por decisión de Pekín, que también impuso no se discutiera el tema del yuan, la moneda china, convertida en arma político - comercial del gigante asiático.
Los BRICS generan 18 % de las exportaciones mundiales y 16 % de la producción mundial, un peso que seguirá aumentando en los próximos años. Pero tras esas cifras está la predominancia china que por sí sola aporta el 13 y el 9 % de esas variables, respectivamente.
Gran parte de esa potencia comercial (China se ubicó como primer exportador de mercancías y segundo importador del mundo en 2009) descansa en la subvaluación del yuan, que abarata los costos de la mano de obra china y el precio de sus exportaciones. Y aunque Pekín ha dado muestra de querer flexibilizar su política cambiaria para evitar presiones inflacionarias en su mercado interno, no está dispuesto a hacerlo bajo los reflectores de la presión internacional.
De los BRICS, Brasil es el más afectado por esta política, pues la subvaluación del yuan, aunada a la apreciación del real (la moneda brasileña) ha incrementado considerablemente las importaciones brasileñas de mercancías chinas.
Por si eso no bastara hay otro problema que tampoco ha sido aboradado en esta tercera cita de los BRICS, a saber las gigantescas reservas monetarias acumuladas por China (superiores a los 3 billones de dólares). China posee más de un tercio de las reservas mundiales de divisas, que le sirven para promover sus inversiones y ganar así partes de mercado, incluídas las otras economías contrapartes del grupo. Sin una corrección significativa a mediano plazo, esa situación se volverá explosiva. Tal vez en su próxima cita el año entrante, en India, los BRICS se decidan a poner esos temas sobre la mesa de debates.
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