La depresión post-parto es la que suele producirse en la mujer durante los días o semanas siguientes al nacimiento de un hijo. Es muchísimo más frecuente de lo que cualquiera puede imaginarse. De hecho, se estima que hasta un 80% de las madres lo sufren en alguna medida, aunque en la mayoría de los casos, de forma leve o moderada; es lo que se conoce como “baby blues”, o “tristeza de bebé”. Sin embargo, según Postpartum Support International (PSI), entre un 10 y un 20% de los casos presentan una depresión acusada, que debe recibir tratamiento; y en algunos casos, aunque pocos, puede hablarse incluso de “psicosis post-parto”.
Muchas de las madres que estén leyendo esto se sentirán identificadas con la situación y recordarán que a ellas les pasó. Y probablemente recordarán también la culpa que sintieron al verse como “seres raros y malos” que, en vez de alegrarse por el nacimiento de un hijo se sentían deprimidas; situación que nadie, ni siquiera ellas mismas, podía comprender, por lo que, además, tuvieron que tratar de reprimir o esconder dentro de sí mismas tal sensación.
La depresión post-parto suele manifestarse más en madres primerizas, y, además de factores orgánicos determinantes, como la caída natural de los niveles hormonales en la sangre, hay otras circunstancias psicosociales que la alimentan. En primer lugar, las atenciones de toda la familia y amigos son para el bebé; mientras que ella, que ha sido la gran heroína desde nueve meses antes, queda relegada a un segundo plano; tal vez, incluso, siendo culpabilizada por los demás de que diera a luz una “hembrita” en vez de un varón.
Además, surgen de repente una serie de obligaciones inevitables para las que muchas veces no se está preparada, y que suponen una gran pérdida de libertad; obligaciones para las que el compañero de vida suele prestar poca o ninguna ayuda. Además, se empieza a comprender que ese proceso de traer un hijo al mundo, no culmina a los nueve meses, como se esperaba, sino muchos años después. Por último, el hecho de que este fenómeno tan natural sea socialmente inaceptable, contribuye a agravar el problema.
La depresión post-parto es algo completamente normal, y la mejor manera de superarla es mediante la aceptación y comprensión del problema por parte de todos, y la dedicación a la madre de cierta atención, y un poquito de ayuda por parte del compañero y de las abuelas del bebé en el cuidado del mismo. No obstante, si la depresión es acusada debe recurrirse a tratamiento profesional.
La terapia grupal es uno de los tratamientos más utilizados. Aunque existe cierto miedo al uso de psicofármacos antidepresivos para estos casos, por el efecto que éstos puedan tener sobre la leche materna, no está demostrado un efecto nocivo al respecto, con excepción de aquellos psicofármacos que contienen Litio, el cual sí contamina la leche materna. En cualquier caso debe consultarse con un profesional.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro
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