Tomado de El Clarín
Influyente. Ex militante estudiantil, asesor de Jorge Capitanich durante el menemismo y flamante cuadro de La Cámpora, Kicillof interviene en los temas centrales de la macroeconomía.
Por Ezequiel Burgos
El viceministro de Economía cautivó a
la Presidenta con su audacia. Sus ideas radicales se insinúan detrás de la
captura de las reservas para el Tesoro o el inminente control de YPF. Su
historia personal.
A Cristina la tengo hipnotizada”. Era una noche de
diciembre en que los amigos –la mayoría ex alumnos del Colegio Nacional de
Buenos Aires– se juntaron para hablar de fútbol, música o mujeres. Hasta que
alguien mencionó a su jefa. Entonces, Axel Kiciloff dijo: “a Cristina la
tengo hipnotizada”. Sin alardes.
El economista más consultado por la Presidenta tiene 40
años. Sólo uno más joven que él había logrado penetrar en el círculo íntimo del
kirchnerismo: Iván Heyn, el ex subsecretario de Comercio Exterior que murió
ahorcado por accidente en Montevideo. Kicillof y Heyn eran distintos
políticamente, aunque se llevaban bien.
Los unía la ambición . Pero
Kicillof es el primer economista de confianza de Cristina tras la muerte del
único jefe de la economía nacional entre 2005 y 2010: Néstor Kirchner.
Aquella noche estival de 2011, con sus amigos, Kicillof
tenía motivos para estar entusiasmado. Aunque formalmente lo habían designado
secretario de Política Económica –virtual viceministro–, ya estaban dadas las
condiciones para que Cristina Kirchner lo escuchara más que al ministro Hernán
Lorenzino. Axel –un especialista en la obra del referente global de los
heterodoxos John Maynard Keynes– era portador de la fórmula que a Cristina
mejor le calzaba: inflar la demanda interna y recuperar la iniciativa
estatal . Por ejemplo, cerca de su despacho indican off the record que, de
acuerdo a los consejos de Kicillof, la prioridad ya no será eliminar
generalizadamente los subsidios a los servicios públicos como Julio De Vido
había alentado –y anunciado– unos meses atrás.
Pero ese viraje no sería más que una muestra del poder de
Axel, muy superior al que gozaron Heyn y otros jóvenes funcionarios K como el
titular de Aerolíneas Mariano Recalde, el legislador bonaerense Jorge Ottavis o
algunos miembros de La Cámpora. Kicillof controla desde la estratégica caja
de los contratos con los organismos internacionales hasta la tarea de los
representantes que tiene el Estado en las firmas en las que heredó acciones
tras el fin de las AFJP.
Kicillof también tiene acceso a la botonera de la
macroeconomía. Fuentes del Gobierno lo señalan como el ideólogo de la
reforma que permite al Banco Central prestarle más recursos al Tesoro, y su
mirada también escruta los sectores automotriz y energético.
Hoy, los comentarios de Axel cotizan ante Cristina mejor
que los de la titular del Banco Central, Mercedes Marcó Del Pont, e incluso los
de Amado Boudou (ver recuadro). Hace tiempo que en el Ministerio de Economía no
ven algo así: tres o cuatro veces a la semana, Kicillof cruza a la Casa Rosada
o pasa el chofer para llevarlo a Olivos . En el Banco Central se
sorprenden en comprobar cómo el viceministro es consultado por “la señora”
más de una vez al día.
“Cristina está encantada con Axel”, admiten.
Sin embargo, Kicillof aún no hipnotizó a Guillermo
Moreno. “Qué tal pibe, ¿cómo va el índice de precios?”, lo cruzó el secretario
de Comercio en uno de sus primeros encuentros. Axel, que es crítico del INDEC,
enciende las luces amarillas ante comentarios como ése. Es que la “experiencia
Lousteau” está grabada en su disco rígido.
Como él, Martín Lousteau había
soñado con llegar a su cargo. Como él, llegó a deslumbrar a Cristina. Pero
mientras que en 2008 Néstor Kirchner marcaba la cancha, hoy Kicillof juega ‘más
suelto’ y tiene un acceso al comando central de la esconomía como Lousteau no
tuvo. Axel, además, tiene un ADN que su predecesor no posee: el de la
militancia. En los 90 militó en la universidad y ahora admite hacerlo en La
Cámpora .
“Tenemos que protestar. Esto no puede seguir así”, arengó
un casi adolescente Axel Kicillof. Llevaba un sweater de llama color pastel. Su
compañero en aquella aula, Mario Firmenich , permanecía callado.
Corría
el segundo semestre de 1994, y en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA
ya terciaba fuerte la agrupación estudiantil TNT. Axel era uno de sus
fundadores y líderes. Aquel día, el curso de microeconomía superior al que le
hablaba estaba agitado: habían pasado dos meses desde su inicio y la mayoría no
entendía nada. Un grupo de alumnos intentó postergar la fecha de examen, pero Kicillof
fue más radical: pidió el cambio del docente.
TNT había sido fundada dos años antes. Aunque se dice que
el nombre significa ‘tontos pero no tanto’, en verdad el acrónimo nació como
homenaje a Willie E. Coyote, el eterno perdedor del dibujo animado El
Correcaminos, que pese a sus fallidos intentos por acabar con el héroe a través
de bombas de TNT, jamás se rinde. Casi un chiste de estudiantina.
Mientras, fuera de las aulas, la economía argentina daba
un giro copernicano. En 1992 la convertibilidad era un éxito; ya se habían
producido la apertura de la economía y las privatizaciones. Pero TNT y
Kicillof no criticaban ni a Cavallo ni al régimen neoliberal . Su
meta era denunciar a Franja Morada y sus negocios en la universidad. Tal era su
desinterés que el día en que la agrupación ganó uno de los once asientos en el
Centro de Estudiantes, Kicillof y los suyos faltaron al escrutinio porque se
habían ido al recital del grupo B-52 en Vélez.
En la segunda mitad de los noventa Axel pegó el salto a
la política. A través de un docente conoció a un subsecretario de la Secretaría
de Desarrollo Social del menemismo. Así, Kicillof se transformó en asesor
del hoy gobernador de Chaco Jorge Milton Capitanich.
Pero su discurso era
sinuoso: aunque ya se incubaba la Gran Depresión que desembocaría en el “que se
vayan todos”, Kicillof no quería que TNT opinara de política.
Aquella especulación tuvo más testigos memoriosos. Entre
los estudiantes de Economía que militaban en la UBA y no coincidían con Axel
estaba Matías Kulfas, hoy gerente general del Banco Central y el hombre que
Marcó del Pont designó para remplazar a Begnino Vélez tras el escándalo
Boudou-Ciccone. Kulfas y otros economistas cercanos a la presidenta del Central
recelan del relato que Kicillof hace sobre su militancia política. “Mientras
nosotros denunciábamos la convertibilidad, Axel luchaba contra Franja ”,
comentan.
Pero todo eso es pasado. Cuando dijo lo que dijo en
aquella reunión de fin de año entre amigos, la relación del viceministro con la
Presidenta ya florecía. Kicillof había arrancado con el pie derecho cuando tuvo
una reunión con Cristina para hablar sobre Aerolíneas. Era el dos de la
compañía. “La Presidenta tuvo una muy buena impresión de él”, cuenta un
economista presente en aquellos primeros encuentros.
A Cristina tal vez le agradó la seguridad de Kicillof en
sí mismo. Sus detractores llaman a eso soberbia ; los “kicillofistas”
dicen que muchos de ellos en verdad sienten envidia de Axel. El viceministro
admite que no es experto en los mercados de acero, de aeronavegación o de
petróleo, sobre los cuales toma y hace tomar decisiones fuertes . “Hacer
un doctorado lleva cuatro años. Nosotros llevamos dos años y medio en este
terreno y hemos aprendido bastante”, dijo cuando estaba en Aerolíneas.
Puede sonar atrevido, pero el CEO de una aerolínea
importante de la región cree que, pese a su falta de experiencia en el mercado,
la designación de Kicillof en la empresa no fue algo criticable. “En los
últimos años, la aviación cambió más que los celulares. Desautorizar a alguien
que no proviene del sector es como decirle al inventor del iPhone que no tiene
experiencia en celulares porque hace 15 años eran distintos”, compara. Sin
embargo, cree que “Kicillof es mucho mejor como economista que como
empresario ”, ya que “la principal medida que tomó fue pagar todo lo que
Aerolíneas debía, algo que con la billetera del Estado es muy fácil de hacer”.
El último objetivo de Axel es YPF. En el directorio de la
firma admiten que se metió de lleno en el sector y que aprendió rápido.
¿Cuál es su plan? Sólo hay indicios.
Desde una de las petroleras más grandes dicen que alienta
un modelo en el que las provincias se manejen con contratistas para explotar
las áreas.
Si el precio del petróleo sube o baja, las empresas
cobrarán lo mismo.
Bajo ese modelo, el producto extraído es de una provincia
y no de un privado: un esquema parecido al de YPF en los ochenta. ¿Será ése uno
de los 12 puntos que dejó Kicillof en la torre YPF un mes atrás, y que los
directivos de Repsol tomaron como exigencias? Sólo hay indicios.
Se ve que el chaval pisa fuerte, ambición y resultados ya los hay hoy en dia con IPF...
ResponderEliminarSu libro saldrá en pocos dias en España...
Desde España somos muchos los que NO estamos con Repsol ni con este gobierno del PP, que está hundiendo el pais, con recortesy a los mas humildes y al clero y al rico no le toca...