Tomado de The Wall Street
Journal
Nelson Bocaranda en el estudio desde el que emite su
programa de radio.
Por José de Córdoba
Por José de Córdoba
CARACAS—Cuando Nelson Bocaranda twitea, Venezuela y Wall Street escuchan.
En junio de 2011, el columnista fue el primero en
informar que el presidente venezolano Hugo Chávez se había sometido a una
operación para extraer un tumor maligno en Cuba. Tras días de silencio por
parte del presidente, un debilitado Chávez apareció en televisión desde La
Habana y admitió que tenía cáncer.
En febrero, el hiperactivo periodista con tendencia a la
oposición, dio la noticia de que la enfermedad de Chávez había vuelto y que
médicos en la capital cubana lo intervendrían para extraer otro tumor. Tras
desmentir acaloradamente los rumores, el gobierno volvió a admitir que
Bocaranda estaba en lo cierto.
Esa vez, el periodista difundió la noticia por Twitter,
donde cuenta con 587.000 seguidores. Un número de ellos son inversionistas que
compraron bonos venezolanos bajo la premisa de que la salida de Chávez daría
paso a una economía más equilibrada y abierta a la inversión extranjera.
"Es lectura obligada para las personas que quieran
invertir en Venezuela", dice Russell Dallen Jr., director del banco de
inversión Caracas Capital Markets.
Chávez llegó a La Habana el domingo por la mañana para
someterse a una nueva ronda de radioterapia. Antes de salir de Caracas, les
dijo a los venezolanos en un discurso transmitido por televisión a todo el país
que tenía fe en que Jesucristo repetiría el milagro y lo dejaría vivir.
El gobierno nunca ha revelado el tipo de cáncer que
aflige al presidente, considerándola información crítica de cara a las
elecciones presidenciales de octubre, en las que Chávez enfrentará una
oposición unida.
Los funcionarios aseguran que sólo Chávez puede
pronunciarse sobre su salud. El mandatario ha pasado de declararse libre de
cáncer a encomendar su salud a Dios, la Virgen María y el espíritu de Simón
Bolívar, quien dice que lo ayudará a liderar el país al menos hasta 2030.
Eso convierte a Bocaranda, que publica una columna dos
veces a la semana llamada "Runrunes", en la mejor fuente de
información sobre la enfermedad del presidente y un dolor de cabeza para el
gobierno. También tiene un programa de radio y un sitio web.
"Bocaranda es el ministro no oficial de la
información, dado que el ministro oficial no tiene ninguna información",
dice Boris Segura, analista de Nomura Securities, en Nueva York. "Es como
volver a la era soviética".
Chávez se ha negado a someterse a tratamiento en
Venezuela y Brasil, pese a tener un hospital especializado en cáncer de primera
categoría. En su lugar, eligió el sistema de salud de Cuba, tal vez no el más
moderno del mundo, pero donde mantienen su secreto a salvo.
La semana pasada, Bocaranda dijo que Chávez había
decidido ir a Brasil para continuar su tratamiento, tras recibir una invitación
abierta de la presidenta Dilma Rousseff, quien es una sobreviviente de cáncer.
Bocaranda asegura que Chávez cambió de parecer en el último minuto.
"Tendría mucha vergüenza con Fidel Castro" si
se hubiera ido a Brasil, señala Bocaranda, porque eso habría dejado en ridículo
al líder cubano después de que Chávez se deshiciera en elogios para los médicos
cubanos, miles de los cuales se han integrado al sistema médico de Venezuela.
"Tiró la toalla", dice. "La familia está segura que esto lo matará".
El vacío de información ha generado una legión de
oncólogos amateur en Venezuela. Todo el mundo, desde conductores de taxi a
camareros, discute el rumor más reciente sobre la prognosis de Chávez.
Nada más entrar a una restaurante en Caracas, Bocaranda
se abre camino entre una ola de admiradores. Todos quieren saber cómo está
Chávez. "Perdón, nada de oncología después de las 8 de la noche",
bromea.
Bocaranda es menos popular entre los funcionarios del
gobierno. Algunos se han visto obligados a confirmar sus informes después de
desmentirlos. En febrero, después de que Bocaranda tuiteó que el tumor de
Chávez había reaparecido, la élite del gobierno se apresuró en atacar.
"Bocaranda es un enfermo del alma", dijo en su
cuenta de Twitter Diosdado Cabello, presidente del Congreso y uno de los
candidatos a suceder a Chávez.
El ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra,
fue igual de tajante. Los "rumores" del cáncer de Chávez son parte de
una "guerra sucia" librada por "la canalla", escribió en la
red social.
Dos días después de los tweets de Bocaranda, Chávez
apareció en televisión visitando una fábrica. El periodista, que se encontraba
en Miami, tuvo un momento de pánico cuando vio la imagen de Chávez en la
pantalla.
"Vi un Chávez perfectamente saludable", cuenta
Bocaranda, quien se preguntó si sus fuentes le habían fallado o le habían
tendido una trampa.
Pero luego Chávez confirmó que volvía a Cuba para que le
extrajeran otro tumor.
Ni Cabello ni Izarra respondieron a llamados y correos
electrónicos en busca de comentarios para este artículo.
Recientemente, Bocaranda escribió que Chávez, que estaba
en tratamiento en La Habana, tuvo un breve encuentro con el Papa Benedicto XVI.
El Vaticano y Chávez lo niegan, pero Bocaranda no se retracta.
"Lo del Papa fue en el Palacio de la
Revolución", escribió. "El acuerdo fue no fotos y desmentido por
todos. Chávez fue colocado en el saloncito al lado de la sala donde estaba Raúl
con el Papa. Entró y le pidió la bendición arrodillado. (Fue) menos de cinco
minutos".
Muchos venezolanos creen que Chávez está gravemente
enfermo y que se retirará de las elecciones presidenciales. Pero un número
sorprendentemente grande está convencido de que el cáncer del presidente es una
artimaña política para ganar votos.
"Esto pudiera ser un juego diabólico", dijo un
candidato de la oposición en una entrevista.
En cualquier caso, la mayoría cree que Bocaranda tiene
información privilegiada que proviene del interior del gobierno. "Lo leo
todos los días", dice un ex funcionario venezolano durante el gobierno de
Chávez. "No sé cómo lo hace, pero la saca del parque cuatro de cada
cinco", en alusión a los cuadrangulares de béisbol.
Bocaranda dice que últimamente sus fuentes en el gobierno
se han multiplicado. "El secreto es mantener el secreto de la fuente a
todo costo", observa.
El periodista, que conduce un sedán Honda blindado de 10
años, reconoce que a veces teme las represalias del gobierno.

Izarra, el ministro de Información, lo apodó el
"Chacal de la Información". Bocaranda se apropió con regocijo del
insulto, utilizándolo como una dirección de correo donde puenden enviarle
pistas a seguir.
En la pequeña ciudad andina donde nació, el abuelo de
Bocaranda solía colocar la radio de la familia sobre una mesa de cara a la
calle para que quienes pasaran pudieran escuchar las transmisiones de la Voz de
América, del gobierno de Estados Unidos. "Los chismes en mi columna no son
chismes, son noticia", asegura el columnista.
Un día reciente en su casa a las afueras de Caracas, los
celulares no dejaban de sonar. Continuos beeps daban la señal de que había
llegado un nuevo e-mail. Una fuente lo llamó con información sobre un gran
fraude que involucra un ferry operado por el gobierno.
"Buenísimo, buenísimo. Ya lo voy a escribir",
dijo Bocaranda entusiasmado.
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