Tomado de La Informacion.com
Izquierda Alfonso XIII Rey de España de 1886 a 1931;
derecha Juan Carlos I Rey actual desde 1975
Cuando
se declaró la II República en 1931, el rey Alfonso XIII -abuelo de Juan Carlos I- escribió una carta a los
españoles donde reconoció que se había equivocado.
Este miércoles los medios de comunicación abríamos con
las palabras de Don Juan Carlos ‘Lo siento mucho. Me he equivocado. No
volverá a ocurrir’. Se pensaba que era la primera vez que un monarca
español pedía disculpas a su pueblo.
Pero no era la primera vez. Su abuelo, Alfonso XII, ya lo hizo
hace más de 80 años camino del exilio después de que las elecciones
municipales del 12 de abril de 1931 trajeron consigo la instauración de la
Segunda República dos días después.
“Un Rey puede equivocarse y, sin duda, erré yo alguna
vez, pero bien sé que nuestra patria se mostró siempre generosa ante las culpas
sin malicia”, decía el abuelo de Don Juan Carlos en su misiva, donde también
reconocía que había perdido “el amor del pueblo”.
La carta se publica en el diario ABC el 17 de abril, pero
Alfonso XIII la había escrito días antes. En la noche del 14 al 15 partió de Madrid hacia
Cartagena en coche y desde allí zarpó para Marsella en un buque de la Armada Española para
trasladarse después a París.
En el primer párrafo el Rey hace referencia a la derrota
electoral, en el segundo pide perdón por los errores –en clara referencia a
hechos como su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera- y en el tercero
argumenta que se va para evitar una guerra civil. Por
último, en los dos últimos párrafos de la carta, explica su retiro al exilio y
reivindican su amor a España.
"Las elecciones celebradas el
domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi
conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré servir a España,
puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas.
Un Rey puede equivocarse, y sin
duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra Patria se mostró en todo
momento generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español. Hallaría medios sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero, resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa.
Espero a conocer la auténtica y
adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación
suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder Real y me aparto de España,
reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el
deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo
sientan y lo cumplan los demás españoles".
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