Tomado
de El País
Por Francisco
Peregil
El viceministro de Economía argentino, Axel Kicillof, goza de gran influencia en la presidenta
La primera impresión que se llevaron los directivos de
Repsol-YPF cuando tuvieron que vérselas con el viceministro Axel Kicillof fue
buena. Durante las tensas reuniones en las que el Gobierno argentino pedía más
inversiones a Repsol había dos ministros presentes. Pero quien llevaba la voz
cantante era Kicillof, el único que se permitía el lujo de no vestir corbata.
“Parecía como si se hubiera escapado de una asamblea universitaria.
Sus opiniones sobre la empresa privada eran muy
dogmáticas”, recuerda un testigo. “Pero era el único que parecía creerse lo que
decía”. Les pareció una persona honesta. “Los demás podían sostener una cosa y
la contraria con tal de permanecer en el poder. Y hablaban pendientes del
efecto de sus palabras en Kicillof. Porque sabían que, a diferencia de todos
los ministros argentinos, él tiene acceso directo a la presidenta”.
La voz de Kicillof era también la que expresaba opiniones
más radicales. En la compañía se tenía la impresión de que era él quien
diseñaba la expropiación. Al
final fue él quien lo expuso el martes ante el Senado de Argentina durante un
discurso de casi dos horas y media.
A su lado estaba el ministro de Planificación, Julio de
Vido, y actual interventor de YPF. Kicillof, en principio, solo es
viceinterventor de YPF, pero el título informa poco de su verdadero poder.
Casi
toda la exposición del proyecto de ley frente a los senadores corrió a su
cargo. Se presentó de nuevo sin corbata y apenas recurrió a la ayuda del
ordenador que tenía al lado. Mostró una solvencia, un desparpajo y una
elocuencia fuera de lo común. Con las cifras, con los argumentos y también con
los insultos.
De forma más o menos directa tachó al
presidente de Repsol, Antonio Brufau, de tarado y
soberbio. Habló de papanatas, payasos, papagayos y estúpidos al tiempo que
introducía menciones a elefantes. Movía las manos de forma enérgica, golpeó
varias veces la mesa, dijo que no estaba para dar lecciones a ningún país, pero
pidió dignidad a los españoles y aludió a los “guitarristas del mercado”.
Kicillof se graduó con diploma de honor en la facultad de
Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Fundó en 1992 la asociación
estudiantil TNT (Tontos pero No Tanto), de corte izquierdista. Después ingresó
en la asociación peronista juvenil La Cámpora, que lidera Máximo Kirchner, hijo
de la presidenta. Fue ascendiendo hasta ser nombrado subgerente de Aerolíneas
Argentinas y viceministro en diciembre. A sus 41 años cuenta con un aspecto más
juvenil que el que su edad podría reflejar.
Profesor y autor de varios libros sobre teoría económica,
Kicillof ha demostrado también que puede moverse con habilidad en el laberinto
de los pasillos peronistas del poder. Cuando tuvo que elegir entre su espíritu
irreverente o el acatamiento de las mediciones oficiales de la inflación, optó
por la obediencia. La energía de la que hizo gala el martes para explicar cómo
Repsol “vació” y expolió a YPF, no suele derrocharla en denunciar una inflación
que la secretaría de Comercio cifra por debajo del 10% y todos los estudios
independientes la sitúan por encima del 20%.
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