sábado, 21 de abril de 2012

VI Cumbre de las Américas: Un punto de inflexión en la historia

Por Luis Montes Brito 
Para Diario El Mundo de El Salvador
Revista Digital Gurú Político, México


La mayoría de países participantes abandonaron posiciones ideologizadas marcando un punto de inflexión en la historia del continente.
Las Cumbres de las Américas son auspiciadas por la Organización de Estados Americanos. En ellas se  reúnen los Jefes de Estado y de Gobierno de los estados miembros del hemisferio para debatir sobre aspectos políticos compartidos y comprometerse a acciones concertadas con el fin de hacer frente común a los desafíos que enfrentan los países de la región.
La primera Cumbre se llevó a cabo en diciembre de 1994 en la ciudad de Miami, Florida, Estados Unidos, acordándose como objetivo prioritario el establecimiento del “Área de Libre Comercio de las Américas” (ALCA) para lo cual se eliminarían progresivamente las barreras al comercio y la inversión, estableciéndose el 2005 como fecha tope para concluir las negociaciones del ALCA.
Este acuerdo serviría de base en la región para lograr avances democráticos, erradicar la pobreza extrema, el analfabetismo, las desigualdades sociales, mejorar el acceso a la educación de calidad y a la atención primaria en materia de salud, así como para apuntalar el crecimiento económico de la región sin discriminaciones de ningún tipo.
Posteriormente se han celebrado cinco Cumbres adicionales, más  una  Cumbre de las Américas sobre Desarrollo Sostenible celebrada en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en 1996 y una Cumbre Extraordinaria celebrada en Monterrey, México en 2001.
Todas las cumbres se han efectuado sin permitir la participación de Cuba, debido a que la solidificación de la democracia en la región ha sido un tema prioritario desde el inicio de estas conferencias y Estados Unidos ha argumentado que el gobierno autoritario de la Isla no debe formar parte de este concierto de naciones democráticas.
La VI Cumbre efectuada en Cartagena marca un punto de inflexión en los dos temas más mediáticos del evento: La participación de Cuba y un cambio en la lucha contra las drogas. Indudablemente la influencia estadounidense en la región se ha debilitado, tal vez calculadamente por el país del norte, evidenciada en el distanciamiento de los puntos de vista opuestos al resto de países de la región a excepción de Canadá.
La erosionada influencia estadounidense en la región apenas alcanzó para evitar una declaración final conjunta en contra de su posición. Los países del bloque del ALBA fueron los grandes perdedores ya que quedaron fuera de incidir en los debates, incluso antes de iniciar las reuniones, producto de la ausencia por distintas causas de Raul Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa y Daniel Ortega. Evo Morales quedó solo y no alcanzó a incidir en la cobertura mediática del evento donde incluso el escándalo de la seguridad del presidente estadounidense recibió mayor atención de parte de la prensa acreditada para cubrir la cumbre.
La presidenta argentina no fue capaz de conseguir que se dedicara al menos un párrafo en la declaración final sobre la posición de Latinoamérica referente al reclamo de su país sobre la soberanía de la isla de las Malvinas, a lo cual se opusieron Estados Unidos y Canadá.
La mayoría de países participantes abandonaron posiciones ideologizadas marcando un punto de inflexión en la historia del continente al dar paso a visiones pragmáticas donde Colombia se convirtió en la gran ganadora de la Cumbre aprovechando óptimamente su condición de país anfitrión para liderar hábilmente a través del presidente Santos innovadoras propuestas en los temas centrales. Santos también supo plantearse como el gran mediador en las diferencias entre Brasil y Estados Unidos, sobre todo en la queja de la presidenta Rousseff por la política monetaria estadounidense que conlleva a la apreciación de la moneda de los países latinoamericanos en detrimento de la competitividad de sus exportaciones.
El Salvador ocupó un cómodo lugar de espectador pasivo de la cumbre donde su presencia fue meramente protocolaria sin que se conociese alguna propuesta interesante de parte de los rectores de la diplomacia salvadoreña, esto puede atribuirse al cada vez más evidente distanciamiento entre el presidente de la república y su partido de gobierno, que debilita progresivamente el poder del jefe del ejecutivo. La pasividad salvadoreña contrasta con la del joven gobierno guatemalteco que supo introducir a la mesa de discusión su polémica propuesta de despenalización de las drogas.

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