sábado, 21 de abril de 2012

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: CUANDO Y POR QUE BUSCAR AYUDA

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos




Normalmente son los padres los primeros en percibir que algo no va del todo bien con su hijo, pero tienden a ignorar la situación, o a verla como normal desde una óptica subjetiva, por no reconocer que existe un problema, y les afecta. Y es comprensible; los padres tienen tantas expectativas depositadas en sus hijos, y proyectan tanto sus anhelos sobre ellos, que resulta frustrante reconocer la posibilidad de que eso no vaya a ser así.


Es mucho más frecuente de lo que nos imaginamos que los niños presenten algún déficit o alguna dificultad en su conducta o aprendizaje, que requiera una atención; bien sea por algún pequeño trastorno orgánico, o bien por algún posible criterio erróneo en su educación o en su atención, o por circunstancias del ambiente familiar en el que vive. En esa primera fase, cuando se observan los primeros síntomas, la gran mayoría de problemas son fácilmente superables con un oportuno y sencillo tratamiento, de modo que ese niño o niña evolucionará con total normalidad, para satisfacción de sus padres; y aún en los casos en los que se detecte una limitación permanente, su diagnóstico temprano permitirá orientar su tratamiento para obtener el mejor rendimiento según sus posibilidades.

Si un problema existe, no se va a solucionar por ignorarlo; todo lo contrario; en una segunda fase, cuando se hace más llamativo y llegan las observaciones del colegio o de otras personas cercanas, el problema empieza a entorpecer seriamente el desempeño académico y la relación con los demás, tanto a nivel familiar, como escolar y social. Aún hay solución; tanto más fácil cuanto menor es la persona, pero normalmente ya no tan sencilla, pues ya ha habido algún deterioro colateral que hay que recuperar también. En una tercera fase, el problema ha deteriorado tanto su entorno y su propia autoestima, que ya no es fácilmente recuperable.

Recuerde, cuanto antes, mejor, y los padres deberían ser capaces de detectarlo antes que los demás. En el caso de niños pequeños, algunos síntomas por los que debe buscarse ayuda son:

·         Anomalías en el desempeño escolar, o bajas calificaciones a pesar de esforzarse mucho.

·         Estress o negativa a ir a la escuela, a acostarse por la noche, o a participar en las actividades normales de su edad.

·         Pesadillas persistentes.

·         No poder estarse quieto, romper cosas, o subirse a todas partes.

·         Desobediencia o agresividad persistente y oposición o provocación a las figuras de autoridad.

·         Arrebatos de ira o rabia frecuentes o inexplicables.

En el caso de preadolescentes y adolescentes:

·         Cambios sensibles en el desempeño escolar.

·         Abuso de bebidas alcohólicas y/o drogas.

·         Incapacidad para enfrentar problemas y actividades diarias.

·         Cambios sensibles en los hábitos de dormir o comer.

·         Quejas frecuentes de malestares físicos.

·         Temor exagerado a engordar, aún estando delgada(o).

·         Violación de derechos ajenos, robos o vandalismo. 

    Oposición a la autoridad, faltar al colegio.

·      Persistente pesimismo y actitud negativa, pudiendo acompañarse de insomnio, pérdida de apetito, o pensamientos de muerte.

·         Arrebatos de ira o rabia frecuentes.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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