En las pasadas semanas nos hemos percatado de un virus que se está
propagando de una forma muy rápida en varios ciudades del mundo, que la hemos
denominado el síndrome del inmovilismo.
El mismo tiene unos síntomas muy particulares, lo primero que al día
de hoy se desconoce cómo se transmite, ya que las personas no necesariamente se
tienen que conocer o tener algún intercambio previo para contagiarse.
Pero curiosamente los síntomas son los mismos, las personas se sienten
desanimadas y no saben porque, de la mejor manera que pudiéramos describirlo es
como si una frustración estuviera dentro de sus venas y se estuviera apoderando
de su cuerpo.
Otro de los síntomas muy peculiares de este síndrome es que tiene a las
personas viviendo con un miedo sin precedentes, que lleva a las personas a
pensar que no pueden hacer nada, que el inmovilismo es sentimiento normal del
ser humano.
Adicional a los antes mencionados, están aquellas personas que tienen
dificultad en hacer cosas nuevas por temor al fracaso, ya que lo han
experimentado antes y eso les causo dolor en el pasado.
Desgraciadamente este síndrome no tiene una explicación científica lógica
al día de hoy, pero lo que sí se sabe es que lleva bastante tiempo siendo parte
de nuestra sociedad y no es hasta hace poco que se le ha dado color ya que se a
apodera de las redes sociales.
Para ser más sencillo en la explicación del síndrome, le narraremos a
continuación la siguiente historia que entendemos le va a ser útil en la
explicación del síndrome.
Un turista que estaba visitando la India un día que estaba caminando por
las calle de una ciudad se percata que hay un elefante que está amarrado de una
soga no más ancha de unas 4 pulgadas a una de las piernas traseras.
El turista le estuvo curioso que como era posible que un elefante que
pesa unas cuantas toneladas estuviera “prisionero” de una soga que con tan solo
dar unos cuantos pasos la rompería y estaría libre.
La curiosidad consumió a este individuo y se le acercó a la persona
que estaba al lado de este animal exótico exhortando a las personas que se
acercaran para tomarse una foto.
El turista sin mediar una palabra con el señor le pregunto directamente
¿Cómo era posible que ese animal tan poderoso estuviera solo agarrado de una
soga que él podría soltarse cuando quisiera?
El señor se sonrió con el señor y le dijo “usted y yo lo sabemos,
pero él no solo sabe, ya que desde recién nacido él ha tenido la misma soga, y
en ese momento le impedía el moverse fuera del perímetro del largo de la soga”.
El hombre con turbante y una túnica de color terracota continúa diciendo
“…él no sabe la fuerza que él tiene, él nunca ha experimentado ninguna otra
cosa que no sea la limitación de movimiento”.
El turista conmocionado con la simple lógica que le estaba hablando una
persona que posiblemente no tenía escolaridad ninguna, se puso a pensar en las
veces que el mismo se ha sentido mental y físicamente restringido por una soga.
En su razonamiento de regreso al hotel siguió pensando en las similitudes
de ese hermoso animal a él. Su primer pensamiento fue las veces que él se ha
sentido estancado por una soga mental, que no le ha permitido moverse, que no
le ha permitido arriesgarse a hacer nuevas cosas que le han apasionado, por
miedo al fracaso, por miedo a los desconocido, porque se crió con una soga
mental de que en ese momento determinado no se podía.
Hoy les dejo con estas preguntas…
¿Cuál de los sentimientos del síndrome del inmovilismo no le está
permitiendo a usted ser feliz?
¿Cuál es el cuento que usted se hace, para justificar la sobrevivencia de
ese síndrome?
¿Hasta cuando usted va a continuar amarrado a esa soga mental?
Waldemar Serrano-Burgos,
CEC, ACC es Life Coach Certificado Internacional, actualmente trabaja en los
mercados de Miami, Puerto Rico y Republica Dominicana. Puede contactarlo al
305.335.4044 o por email wsbcoaching@gmail.com
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