viernes, 29 de octubre de 2010

La Poesía del viernes, PLAYERA por JUSTO SIERRA

Por Luis Montes Brito

Justo Sierra, su imagen en los billetes mexicanos de $ 2,000

JUSTO SIERRA
(1848-1912)

Justo Sierra Méndez nació en el puerto de Campeche, estado de Campeche, el 26 de enero de 1848. Fue hijo del abogado yucateco don Justo Sierra O'Reilly, (1814 - 1861), eminente jurisconsulto, novelista, historiador y escritor, y de doña Concepción Méndez.

Principió sus estudios en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán y los terminó en México a donde se trasladó su familia a la muerte de su padre, en el Liceo franco-mexicano, y más tarde en el Colegio de San Ildefonso, donde realizó brillantes estudios y se reveló su vocación literaria. Se recibió de abogado en 1871.

Publicó sus primeros ensayos literarios a partir de 1868, y poco después entró en la vida pública. Probó suerte en el drama con su obra "Piedad" y en la novela con "El ángel del provenir". Fue varias veces diputado al Congreso de la Unión, y magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Se da a conocer en 1868 con "Playera" y las "Conversaciones del domingo" que aparecen en El Monitor Republicano.

Ocupó durante algunos años la cátedra de Historia en la Escuela Nacional preparatoria, para la que escribió un libro de texto bien conocido. Fue uno de los directores de la Revista Nacional de letras y Ciencias (1889-1890) y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo.

Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), fue el maestro que orientó a las nuevas generaciones. En la antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes (1905) fue nombrado titular de ella, cargo que desempeñó hasta 1911, cuando fue designado Ministro Plenipotenciario de España.

A él se debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México, y la reorganización de la Universidad Nacional (1910). Dirigió la publicación de México, su evolución social (1900 -1902) y de la Antología del Centenario (1910).

Presidió la Academia Mexicana correspondiente de la Española desde 1919. Murió en Madrid el 13 de septiembre de 1912. Su cadáver fue traído a México y sepultado con grandes honores públicos.

En el primer centenario de su nacimiento la Universidad le declaró Maestro de América y sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres. La obra de Justo Sierra es una de las más ricas y caudalosas de su tiempo. Registra las manifestaciones espirituales y culturales más significativas de la época de grandes cambios que le tocó vivir.

Narraciones, poesías, discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos críticos e historia, forman el valioso material de la obra de Sierra. Se reúne con los poetas de la Revista Azul y de la Revista Moderna e influye en sus discípulos como Urbina, González Obregón, Urueta. Comenzó a escribir poesía desde 1868, ésta, el teatro y la prosa narrativa, son obras de su juventud; la historia y la educación de su madurez; el periodismo político y la prosa literaria, ejercicio constante a lo largo de toda su vida.


Disfrute de la lectura del poema PLAYERA de JUSTO SIERRA escuchando elxito de los ochentas LAS MIL Y UNA NOCHES interpretado por el grupo FLANS integrado por 3 jóvenes de entonces cuyos nombres son: Ilse Olivo Schweinfurth, nacida en Caracas, Venezuela; Ivonne Guevara, nacida en México D.F. e Irma Hernández conocida artísticamente como Mimí nacida en Monterrey, Nuevo León.



PLAYERA

Por JUSTO SIERRA


Baje a la playa la dulce niña,
perlas hermosas buscaré,
deje que el agua durmiendo ciña
con sus cristales su blanco pie . . .

Venga la niña risueña y pura,
el mar su encanto reflejará
y mientras llega la noche oscura
cosas de amores le contará.

Cuando en levante despunte el día
verá las nubes blanco tul
- como los cisnes de la bahía -
rizar serenos el cielo azul.

Enlazaremos a las palmeras
la suave hamaca y en su vaivén
las horas tristes irán ligeras
y sueños de oro vendrán también.

Y si la luna sobre las olas
tiende de plata bello cendal,
oirá la niña mis barcarolas
al son del remo que hiende el mar,

mientras la noche prende en sus velos
broches de perlas y de rubí,
y exhalaciones cruzan los cielos
lágrimas de oro sobre el zafir!

El mar velado con tenue bruma
te dará su hálito arrullador,
que bien merece besos de espuma
la concha nácar, nido de amor.

Ya la marea, niña, comienza,
ven que ya sopla tibio terral,
ven y careyes tendrá tu trenza
y tu albo cuello rojo coral.

La dulce niña bajó temblando,
bañó en el agua su blanco pie,
después, cuando ella se fue llorando,
dentro las olas perlas hallé.

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