viernes, 29 de octubre de 2010

El Rey ha Muerto, Viva el Rey!

Tomado de Long Island al Día

POR DANIEL WALTER LENCINAS
MIEMBRO DE PAIS R

Tal como lo refirió Armando Yanzón, un político amigo mío en su cuenta de Facebook, “La Argentina está de luto: la política ha muerto”.

Si bien es cierto la frase suena rimbombante y exagerada, vista desde la óptica de la política local está llena de sentido; porque es que Kirchner encarnaba “La Política” en Argentina.

Admiradores y detractores de su propio partido, y de la oposición, bailaron cada día, por los últimos siete años, al compás del ritmo político que el Ex Presidente le puso al país. Desde que asumió el gobierno nacional un 25 de Mayo de 2003 la política de Argentina pasó por Néstor Kirchner.

Su muerte inesperada ha puesto en movimiento una serie de acontecimientos que pueden desembocar en escenarios impensados 24 horas antes de su fallecimiento.

Néstor Kirchner era un ex presidente, era un Diputado Nacional, era el Presidente del Partido Justicialista de Argentina, era el Secretario General de la UNASUR, y por si faltase algo era, también, el esposo de la actual primer mandataria de Argentina.

Néstor Kirchner era todo eso, y mucho más. Él era quien hacía y deshacía en la política gaucha. Sus decisiones y componendas políticas impactaban más en la economía agrícola ganadera del país que cualquier circunstancia climatológica o de los mercados internacionales.

Había logrado, con el tiempo, una concentración de poder político y económico que impedía cualquier disenso, y era Vox Pupuli que su mandato no se agotó cuando entregó la Banda Presidencial a su esposa, sino que siguió hasta el mismo día de su muerte.

Fue una decisión de él, y no de la Presidenta, el envío de las tropas de Gendarmería Nacional, usando a Aníbal Fernández como emisario, a reprimir a los manifestantes en Gualeguaychú, distanciando con este acto aún más a su esposa del Vicepresidente Julio Cobos, que intentaba mediar entre los ruralistas y el líder sindical Hugo Moyano.

La desaparición física de Néstor Kirchner deja una acefalía de poder que, como si de un gran agujero negro se tratase, va a comenzar a aspirar a su órbita a todos aquellos que sueñan con ese espacio hoy día vacío.

A Argentina le aguardan meses muy difíciles hasta las próximas elecciones.
Hugo Moyano, actual Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT), y Presidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires (el mayor distrito electoral de Argentina) es quizás uno de los más serios contendores a ocupar el espacio de poder que deja Néstor Kirchner.

El perfil político de Moyano lo hace un hombre de difícil consenso; cabe recordar uno de sus últimos discursos donde exigía a los empresarios que “mostrasen sus libros” para que los sindicatos pudiesen ver los márgenes de ganancia para luego repartir esa ganancia entre los trabajadores.

Otro de los que van a intentar hacerse con la cuota de poder es Luis D’Elia, un profesor de historia, político y dirigente de tendencia social-cristiana, perteneciente a la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA).

D’Elia tiene un amplio historial de actos violentos, tomando por la fuerza una Comisaría (siendo él mismo funcionario de gobierno), allanando propiedades privadas de terratenientes estadounidenses, y desafiando a la justicia argentina al mantener reuniones con funcionarios iraníes, sobre los que pesan órdenes de captura internacional por estar vinculados a los atentados con bombas contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Abiertamente declarado anti semita, es un hombre fuerte en el espectro kirchnerista.
Algunos políticos históricos como el ex presidente Eduardo Duhalde, el Senador Nacional y ex gobernador de la provincia de San Luis Adolfo Rodríguez Saa, y no tan históricos como Mario Das Neves, el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli (un ex corredor de lanchas de carreras devenido a político de la mano de Carlos Menem), Carlos Reutemann (otro ex piloto de Fórmula 1 y actual Senador Nacional) y una pequeña pléyade de figuras menores también van a disputar el sillón vacío del Rey muerto.

Por el lado de la oposición, el Vicepresidente Julio Cobos es quizás el más beneficiado con la ausencia súbita de Néstor Kirchner. El ahora difunto líder era el oponente más peligroso que tenia Cobos de cara a las futuras elecciones presidenciales de 2011.

Con Néstor Kirchner fuera de la ecuación, todo lo que tiene que hacer Cobos es mostrarse como el apuntalador de la gestión de Cristina, conciliador político, y generador de soluciones alternativas frente a los conflictos que, seguramente, se vendrán en los próximos meses. El viejo adagio: “A río revuelto ganancia de pescadores” lo ubica a Cobos sobre la barca de pesca y al Partido Peronista en el rol de las aguas de ese río.

Por otro lado la vacante que deja Néstor Kirchner en la UNASUR, y que será ocupada por el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa, muestra otra de las aristas que la desaparición física de Kirchner trae a la política regional, ya que el nuevo Secretario General del organismo multilateral sudamericano, no es, ni de lejos, la figura fuerte y con visos de imparcialidad de quien fue su primer Secretario General.

En medio de todo esto está Cristina Fernández, la actual presidenta de los argentinos, que debe garantizar la gobernabilidad de lo que le queda de su período de gobierno, a través de las aguas tormentosas de un océano político revuelto, y sin la mano fuerte de su marido – el poder tras el poder –, y sin el Partido Justicialista Nacional que El le ordenaba como soporte.

Es imprescindible que la Presidenta opte por generar consensos y presente una versión más centrada de sus políticas, si quiere terminar con su actual mandato sin un país desgarrado por luchas intestinas; esta actitud podría generar un “kirchnerismo moderado” que invalidaría, “per se” a los políticos problemáticos como Moyano y D’Elía.

Por ahora, los tres días de duelo nacional abrirán un paréntesis de calma aparente en los canibalismos políticos del Partido Justicialista. Noviembre traerá, con seguridad, significativos cambios en la escena política argentina.

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