Por Laura Meckler
Legisladores republicanos de Estados Unidos y la campaña presidencial de Mitt Romney están trabajando en propuestas para ganar terreno entre los votantes hispanos, preocupados de que la retórica sobre la inmigración de muchos en el partido está alejando a este electorado cada vez más poderoso.
El senador Marco Rubio, republicano de Florida, está preparando una versión
más moderada del Dream Act, que permitiría a personas que llegaron a EE.UU.
cuando eran niños obtener un estatus legal, pero no la ciudadanía, si se
inscriben en la universidad o el servicio militar. Varios senadores
republicanos han firmado una legislación bipartidista que busca ampliar el
acceso al sistema legal de visas de inmigración.
El equipo de Romney, el probable candidato republicano, busca nuevas
propuestas que muestren que apoya la inmigración legal, tratando de desviarse
un poco de su campaña durante las primarias, en la que tomó una postura dura
respecto a ayudar a inmigrantes indocumentados.
No es claro si alguna de esas iniciativas rendirá frutos, pero entre varios
miembros del partido existe una sensación cada vez mayor de que es necesario al
menos hacer el intento.
Este esfuerzo está tomando nueva importancia a medida que un mayor número
de republicanos sugieren que es hora de terminar la pelea en las primarias y
empezar a posicionar el partido para la elección general.
Una nueva política inmigratoria es sólo una parte de la carrera para sumar
votos hispanos, quienes constituyeron cerca de 9% del electorado en la elección
presidencial de 2008 y son importantes para ambos partidos. Muchos republicanos
sostienen que si el partido pudiera superar la cuestión inmigratoria, sería el
hogar natural para muchos más votantes latinos, quienes con frecuencia son
conservadores sociales y valoran el emprendimiento.
Las encuestas muestran el desafío. Un sondeo de Fox News en marzo entre
probables electores latinos halló que sólo 14% respaldaría a Romney contra el
presidente Barack Obama. Una encuesta del Centro Hispano Pew llevado a cabo en
noviembre indicó que Romney recibiría 23%.
Esa cifra es mucho menor que el 31% de los votos hispanos que obtuvo John
McCain en 2008 y el 40% de George W. Bush en 2004. Los asesores de Romney creen
que será muy difícil que gane a menos que logre un porcentaje de sufragios
hispanos por encima de 35%.
Romney ha enojado a algunos hispanos al describir la estricta ley
inmigratoria de Arizona como un modelo para el país, prometer vetar el Dream
Act en su forma actual y decir que espera que los indocumentados se
autodeporten luego de duras leyes que hagan imposible que consigan un trabajo o
hagan otros negocios.
Obama, por su parte, afronta sus propios desafíos. La encuesta de Pew halló
que su tasa de aprobación cayó entre los hispanos y que seis de cada 10
desaprueban su manejo de las deportaciones, que han trepado a niveles récord.
En 2008, votaron unos 9,7 millones de latinos, según cifras del Censo. Se
proyecta que ese número aumente a entre 11,8 millones y 12,2 millones en la
elección de este año. La población latina ha crecido en estados reñidos como
Colorado y Nevada. Obama se dirige con frecuencia a los electores hispanos, a
menudo a través de medios en español, y culpa a los republicanos por la falta
de progreso acerca de una legislación inmigratoria.
Muchos analistas republicanos señalan que Romney podría recuperar mucho terreno perdido al escoger un compañero de fórmula latino como Rubio. El senador ha desestimado las sugerencias, pero los rumores persisten.
Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, dijo que los republicanos necesitan
cambiar la forma en que hablan sobre la inmigración. "Pasamos mucho tiempo
hablando de lo que estamos en contra y no lo suficiente de lo que estamos a
favor", sostuvo.
La versión demócrata del Dream Act, propuesta en 2001, ofrecería la
ciudadanía. El previsto plan de Rubio otorgaría estatus legal pero no la
ciudadanía. El senador dijo que no quiere que los beneficiarios patrocinen a
otros para que consigan futuras visas. Sin la ciudadanía, no podrían votar o
ser empleados en ciertos trabajos. Otros en el Partido Republicano se oponen a
la ciudadanía o cualquier cosa que consideren una amnistía o una recompensa por
infringir la ley.
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