sábado, 2 de abril de 2011

Museo Soumaya de Slim: Mayor esperanza de México de contar con museo digno del reconocimiento internacional

Tomado de Wall Street Journal

Si usted toma un taxi hasta el Museo Soumaya, la casa de arte más nueva y brillante de la Ciudad de México, se encontrará pasando calles con nombres como Ibsen y Oscar Wilde. Luego hay una tienda de Burberry, otra de Lacoste y antes de dar la vuelta para entrar en la calle Molière pasará unas torres de oficinas de vidrio. No hay ni un solo puesto de tacos a la vista. Los pulidos establecimientos que pavimentan el camino son suficientes para hacerle olvidar que está en México. Doble una esquina y allí se encuentra el Soumaya.

Revestido en aluminio brillante, el edificio se eleva 45 metros antes de abrirse como un hongo gigante. La fachada es un panel de hexágonos plateados y relucientes. La estructura es inestable y casi amenaza con volcarse sobre sí misma en esta ciudad de terremotos. Los transeúntes miran hacia arriba, medio curiosos, medio preocupados.

Desde el 28 de marzo es el hogar contemporáneo de una ecléctica colección privada de arte de unas 66.000 piezas entre las que se encuentran obras de Da Vinci y Toulouse-Lautrec, Picasso y Dalí, Rivera y Renoir, reliquias religiosas y hasta un tesoro de monedas de los virreyes de España. La colección de Rodin — la segunda más grande del mundo en manos privadas— se encuentra en el sexto piso, con obras como El beso.

Sin embargo, el Soumaya, con un costo estimado de US$70 millones, también alberga algo más: la mayor esperanza de México de tener un museo de arte digno del reconocimiento internacional.

Es algo de lo que carece América Latina. La Ciudad de México, con todas sus maravillas, como los murales de Diego Rivera, es más conocida en los círculos artísticos por la casa-museo de Frida Khalo, la amante de Rivera.

La ciudad tiene un gran museo de antropología, pero en términos de arte, la región no da la talla. São Paulo, Buenos Aires, Bogotá, Santiago, todas son ciudades de clase mundial, pero están desprovistas de un museo del calibre que presentan tantos destinos cosmopolitas.

México, sin embargo, presume de algo que no tiene ningún otro país de América Latina: el hombre más rico del mundo. Carlos Slim Helú, el propietario del Soumaya y el número uno de la lista de Forbes. Además de coleccionar empresas, Slim también acumula arte. Durante años, expuso parte de su colección en un pequeño espacio al sur de la capital mexicana. Ahora, a los 71 años, construye un gran museo en honor a su difunta esposa, Soumaya Domit, quien falleció de insuficiencia renal en 1999.

A pocos pasos en la estrecha entrada, el museo se despliega en una espaciosa galería blanca, un truco, me dice un arquitecto, que fue utilizado por los constructores barrocos para transmitir una sensación de grandeza. Es el día antes de la gala de inauguración previa para invitados VIP, pero casi no hay obras de arte en las paredes.

El pensador de Rodin está todavía envuelto en celofán. Los trabajadores están pintando, un montón de tubos están abandonados y no se encuentra al director por ninguna parte. De pronto me vuelvo a ubicar: estoy en Ciudad de México.

Si existe una versión mexicana del sueño americano, la familia Slim lo personifica. El padre de Slim, Youssef , fue un inmigrante libanés que cambió su nombre a Julián. En 1911, fundó una tienda en el centro de la Ciudad de México llamada "La estrella de oriente". La Revolución Mexicana había estallado en 1910 y Slim padre compró a precios de remate a sus competidores que huyeron de la creciente violencia. Cuando el país se estabilizó, los Slim eran un clan con una considerable riqueza. Carlos ha alimentado su parte de la fortuna familiar de la misma manera: comprando empresas a precios bajos y convirtiéndolas después en monopolios rentables.

El museo fue diseñado por Fernando Romero, yerno de Slim

La gente en México a menudo bromea que Carlos Slim es dueño de todos los cactus en el país. Y es difícil encontrar sectores en los que su imperio no tiene presencia: telecomunicaciones, banca, restaurantes, construcción, perforación, líneas aéreas, y la lista continúa. Slim también tiene ojo para detectar ofertas en el mundo del arte. En la década de los 80, cuando las obras de Rodin valían mucho menos de lo que valen hoy, Slim empezó a comprarlas rápidamente. Se estima que ahora posee unas 100 piezas del artista.

Un día antes del evento VIP, el propio Slim dijo que estas adquisiciones no tenían el objetivo de ganar dinero. Sin embargo, los críticos en el mundo del arte mexicano todavía creen que el millonario es más un cazador de gangas que un esteta. "Él no busca calidad, compra lo que es barato", dice Rodrigo Rivero, un especialista en libros antiguos y comerciante de arte de la Ciudad de México.

La entrada al Soumaya será gratis, con la Fundación Carlos Slim asumiendo todos los costos de mantenimiento. Sin embargo, la historia de Slim como filántropo es un poco polémica. El año pasado se negó a unirse a un grupo de millonarios liderados por Bill Gates que decidió donar la mitad de su fortuna.

Con el Soumaya, ¿ha descubierto su lado caritativo? Una mirada a todo el proyecto no apoya este argumento. Al otro extremo del museo se encuentra un centro comercial, que forma parte del mismo proyecto de construcción de US$800 millones. Dentro del centro hay varios nombres familiares en el imperio de Slim, desde Sanborns (la cadena de restaurantes de Slim y el mayor vendedor de libros del país), Inbursa (su banco) y iShop (el distribuidor de los productos de Apple en el que invirtió Slim).

Slim reconoce que su proyecto comercial está destinado a ser rentable, pero agrega que es una empresa independiente del museo, el cual considera un regalo a la ciudad. "Y a todo el país de México...".

Fernando Romero, el imaginativo arquitecto detrás del Museo Soumaya, tiene poco de qué preocuparse cuando se trata de encontrar un patrón con generosos recursos financieros: Carlos Slim es su suegro.

Las ideas grandes y extravagantes han sido parte del trabajo de Romero, un hombre alto y delgado de 39 años, adepto a formas orgánicas, incluso surrealistas.

Sin embargo, los edificios que Romero ha construido para Slim, sobre todo oficinas corporativas, han sido mucho más convencionales. Aunque con el Soumaya, el suegro parece haber dado luz verde para que deje volar su imaginación. Cada piso es de una forma distinta, y la mayor parte del peso la soporta una flota de columnas verticales serpenteadas a modo de un exoesqueleto.

El hombre más rico del mundo no hizo sus miles de millones gastando a manos llenas, algo que Romero aprendió pronto. El arquitecto quería una fachada translúcida, pero Slim prefirió el aluminio fabricado por una de sus empresas. Incluso el ingenioso diseño de Romero de apilar las columnas alrededor del exterior fue revisado por Slim, que pidió que algunas columnas fueran por el centro, ya que podrían ser producidas de forma más económica a pesar de que ello creaba obstáculos en los pisos de la galería.

"Slim (un ingeniero civil), me dijo: 'Habrá dos arquitectos en este proyecto, uno de ellos seré yo'", recuerda Romero.

La mañana de la gala para los invitados VIP, Alfonso Miranda, el director del museo, estaba visiblemente agobiado. La conversación giró en torno a Slim: "Es un coleccionista muy curioso", comentó el curador. En un principio, Miranda recordó, Slim compró obras de arte basado en lo que a él le gustaba. "No había un enfoque en ningún área". Slim finalmente descubrió a los Maestros Clásicos y a Rodin, y empezó a profundizar su interés, haciendo inversiones más específicas y sofisticadas.

Muchos en México esperan que el Soumaya aporte una sofisticación similar a su país.

Slim, con sus monopolios que se expanden más allá de México, sigue siendo una figura controversial en un país donde millones siguen viviendo por debajo de la línea de pobreza. Pero su fortuna está haciendo el tipo de trabajo que el mismo mundo del arte mexicano no habría podido hacer por su cuenta.

"Slim se ha acercado a un arte que es muy difícil de encontrar en América Latina", dice Miranda. "Para muchos, es complicado viajar a diferentes lugares para ver estas obras. La Ciudad de México necesita este lugar".

5 comentarios:

  1. Este museo no le llega ni a los talones al de antropologia, arte moderno, castillo de chapultepec; a ninguno! no tiene forma organica, ya que en la naturaleza nunca hemos encontrado una mafufada asi, tiene forma irregular, de ameba, que es diferente. no hacia falta colocar las columnas a mitad de la sala " para que fuera mas barato" un proyecto de 880 mdd. hacia falta cambiarlo todo y darse cuenta que fue un capricho. te invito a que te des una vuelta por la via del tren a un lado para que te des cuenta de los puestos de tacos y la miseria del contexto inmediato.

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  2. lo mejor del museo soumaya es su estructura... todo lo demás (museografía, colección, arquitectura, etc.) demuestra que el dinero no es suficiente para lograr que una persona sea culta.

    saludos

    israel lópez balan

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  3. La construcción es majestuosa y diferente...Me recordó vista desde abajo la proa de un trasatlántico, me gustó mucho el lugar, pero lo siento paisajísticamente demasiado apiñado, como que necesitaba un mayor especio. Demasiada economía de espacio, esa construcción necesitaba espacio abierto verde alrededor. No se si al negarse a venderle el restaurante CHIMBOMBO, se rompió la magia y el impacto del museo, dónde está el mentado chimbombo que es espantosísimo, debería ser un jardín muy bien planeado con una fuente y simplemente espacio abierto para un mayor lucimiento de la construcción, del edificio del museo.

    Por otro lado, la obra interesante, importante, pero la museografía y la curaduría endebles, demasiado apiñadas las obras, no hay suficiente espacio para disfrutarlas, creo desde mi punto de vista, que el espacio le quedó chico a la colección!!!!!

    Me queda la duda de si contruírán otro espacio más, o guardarán algo de la colección, yo sacaría los muebles, la ropa y las muestras prehispánicas y dejaría ahí solo pintura y escultura, un poco más espaciada y con mas bancas frente a obra importante !!!!
    Imagino que en el vestíbulo estará la presentación de exposiciciones temporales, creo que es el único sitio al que le queda lugar !!!!!
    me quedó un resabio de que pudo ser mejor y que quedó incompleto!!!!!
    saludos
    Lydia Pinillos

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  4. No me gusto. Es una copia chafona for dentro del Gougenheim de New York. Para alguien que no ha viajado puede ser novedoso pero para alguien que ha visto museos, Tan solo entrar te revela que quien hizo esto se traumo con el de NY y lo quiso hacer igual. Muy mal porque teniendo oportunidad de hacer algo muy novedoso internacionalmente solo se quemo dandose a conocer como nuevo rico copion

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