Tomado de The Wall Street Journal
Por Simon Nixon
Mariano Rajoy probablemente tiene el trabajo menos envidiable del
mundo. El presidente del gobierno español anunció la semana pasada el
presupuesto más duro de la historia reciente de España en un contexto de
fuerte subida de la rentabilidad de los bonos españoles.
Aunque su
gobierno ha tenido un enérgico comienzo con una ambiciosa reforma
laboral, otra del sector financiero y el compromiso de recortar el
déficit público a 5,3% del Producto Interior Bruto en 2012 desde 8,5% en
2011, Madrid sigue luchando para ganarse la confianza de los mercados.
Eso refleja en parte los temores de los inversionistas a que los
últimos 27.000 millones de euros (US$36.000 millones) en medidas de
austeridad propicien una contracción de la economía de más de 1,7%
previsto oficialmente, lo que pondría en riesgo el plan de reducir el
déficit. Sin embargo, el problema real de Rajoy es que los
inversionistases temen que la crisis bancaria del país esté lejos de
resolverse.
El presidente podría creer que los
mercados están siendo injustos. Ciertamente ha habido progresos desde
que se anunciaron las nuevas reformas hace dos meses. Se han fusionado
un número de entidades maltrechas con otras —como sucedió la semana
pasada con la compra de Banca Cívica por parte de CaixaBank por 1.000
millones de euros—, los bancos han vendido activos y Banco Sabadell ha
captado 1.200 millones de euros a través de una emisión de derechos.
Pero los inversionistas están preocupados por que la reforma no vaya
lo suficientemente lejos: muchos creen que con la venta prevista de un
millón de inmuebles, los precios de la vivienda tendrán que caer mucho
más que el 22% visto hasta ahora para poder venderlos todos.
Mientras,
los inversionistas destacan que sólo 25.000 millones de euros de
provisiones exigidas por la última reforma cubren exposiciones
específicas. Algunos analistas afirman que se necesitarán rebajas de
valor por 100.000 millones de euros para purgar el sistema.
¿Por qué le cuesta tanto a España hacer frente a su crisis bancaria?
Parte de la respuesta está en su autocomplacencia pasada. El Banco de
España creyó que era mucho más prudente durante el boom que otros
reguladores, obligando a los bancos a acumular importantes provisiones
genéricas para cubrir futuras pérdidas.
Como resultado, sobrestimó la
capacidad del sistema bancario español de soportar el estallido de la
burbuja inmobiliaria. El problema fue que este colchón de provisiones
genéricas no creó incentivo alguno para que los bancos vendieran activos
problemáticos ya que los activos individuales siguieron estando
valorados en los balances a precios fuera de la realidad. Por contra,
los bancos prefirieron reestructurar la morosidad para evitar tener que
rebajar su valor.
Pero hay otra razón por la que la crisis bancaria española se está
mostrando tan intratable. El principal desafío en una crisis bancaria es
mantener la confianza de los ahorradores: una vez que se produce una
retirada de fondos en un banco, puede irse a la quiebra rápidamente.
Durante esta crisis, diferentes países se han ocupado de tranquilizar a
los ahorradores de diferentes maneras. En el Reino Unido, el gobierno
recapitalizó rápidamente el sistema, esperando convencer a los
ahorradores de que los bancos podrían absorber cualquier pérdida.
En
Irlanda, el gobierno ofreció garantías a todos los acreedores no
asegurados, por lo que cuando las pérdidas terminaban por abrumar el
capital de los bancos, Dublín se vio obligado a recapitalizarlos por su
cuenta en vez de causar pérdidas a los bonistas. Sin embargo, los bancos
españoles adoptaron un enfoque único: convirtieron a los ahorradores
que abrieron depósitos en accionistas, por lo que sus clientes pasaron a
formar parte de la primera línea de defensa del sistema.
Los bancos hicieron esto de varias formas. Muchos persuadieron a los
ahorradores para que pasaran de tener cuentas con bajos intereses a ser
dueños de participaciones preferentes que pagaban un tipo de interés
fijo más alto pero que se consideran core capital bajo las normas de
Basilea II. Entre 2007 y 2010, los bancos españoles emitieron
instrumentos de este tipo por valor de 32.000 millones de euros, señala
UBS.
A medida que la crisis bancaria se agravó, estos instrumentos pasaron
a ser ilíquidos, cotizando con grandes descuentos; al mismo tiempo,
dejaron de considerarse core capital bajo Basilea III. Así que los
bancos animaron a los inversionistas a convertir sus acciones
preferentes en otras acciones ordinarias o bonos convertibles, que pagan
una rentabilidad inicial elevada antes de convertirse después en
acciones.
Algunos bancos, entre ellos Santander y Bankinter, ya habían emitido
bonos convertibles para sus depositantes al comienzo de la crisis.
Mientras, otros bancos han persuadido a sus clientes para invertir
directamente en sus acciones.
La mayor parte de las acciones de la
salida a bolsa de Bankia el año pasado y la reciente emisión de derechos
de Sabadell estuvieron dirigidos a inversionistas minoristas.
No está claro que los clientes fueran conscientes del riesgo. Ha
habido acusaciones de fraude, sobre todo en el caso de la emisión de
bonos convertibles del Santander que pasarían a ser este año acciones
ordinarias a 14 euros por acción, más del doble del precio actual de la
acción.
Hasta ahora, los tribunales se han puesto del lado de los bancos.
Pero mientras que estos masivos canjes de deuda por acciones han
aumentado los ratios de capital, se han generado nuevos riesgos. Si los
clientes de un banco son obligados a asumir grandes pérdidas, la
confianza podría verse minada no sólo para ese banco sino para todo el
sistema.
Dado que se calcula que un millón de inversionistas minoristas
compraron participaciones preferentes y bonos convertibles, mantener la
confianza de los inversionistas ahora supone una preocupación para el
sistema, dado que se plantean dudas sobre en qué medida el capital de
los bancos españoles puede estar realmente absorbiendo pérdidas.
No es de extrañar que los bancos españoles estén adoptando un enfoque
más sensible hacia los clientes. Un elemento crucial de la compra por
parte de CaixaBank de Banca Cívica fue la decisión de convertir los
1.000 millones de euros de participaciones preferentes de Banca Cívica
en bonos convertibles al mismo valor; estos más tarde se convertirán en
acciones por el mismo valor, lo que no implicará pérdida nominal alguna
para los inversionistas.
Por contra, la pérdida la absorberán los
accionistas de CaixaBank, que están pagando 2.000 millones de euros por
un banco cuyo valor en libros según el acuerdo ha caído a cero. Del
mismo modo, BBVA ha convertido sus 3.000 millones de euros de bonos
convertibles en acciones al mismo precio, entregando a esos
inversionistas hasta 10% del capital del banco. La gran incertidumbre es
si los clientes del banco seguirán siendo accionistas a largo plazo o
si se desharán de acciones si aumentan las pérdidas, minando la
confianza.
El gobierno también está haciendo lo que puede para tranquilizar a
los inversionistas; ha descartado inyecciones directas de capital pero
dice que si es necesario el capital, tomará la forma de convertibles
contingentes, posponiendo cualquier dilución. Pero la dilución podría
ser difícil de resistir por mucho tiempo.
La morosidad crece tan rápido
como la recesión empeora, y los bancos podrían estar empeorando la
situación al restringir el crédito mientras tratan de conservar el
capital. Demasiadas cosas se acumulan para la capacidad de Rajoy de
minimizar el impacto de la austeridad sobre la economía nacional
Necesitará toda la suerte del mundo.
Spain. Los 100 días:
ResponderEliminarCuando los números cantan, sobran las palabras. El coste de los bienes y servicios básicos ha subido durante los 100 primeros días de Rajoy un 1387% más que en los 100 últimos días de Zapatero. Así:
· El transporte ha subido durante los 100 primeros días de Rajoy un 1120% más que en los 100 últimos días de Zapatero.
· Las facturas de la basura, el alcantarillado y otros servicios públicos han subido durante los 100 primeros días de Rajoy un 264% más que en los 100 últimos días de Zapatero.
· Los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido durante los 100 primeros días de Rajoy un 41% más que en los 100 últimos días de Zapatero.
· El alquiler de la vivienda ha subido durante los 100 primeros días de Rajoy un 16% más que en los 100 últimos días de Zapatero.
· Y el único éxito que le quedaba a Rajoy, la factura de la electricidad, ha sido efímero. Transcurridos sus 100 primeros días ha procedido ha subirla escandalosamente.
Asimismo, el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social en Galiza ha disminuído en los 100 primeros días de Rajoy un 281% más que en los últimos 100 días de Zapatero.
Y no es que con Zapatero estuviéramos mejor, es que con Rajoy estamos peor. ¡Y lo que nos espera!.
Pulsar "Entrar" en:
http://aims.selfip.org/spanish_revolution.htm